FILMADRID 2018 – DÍA 1

The day after

La película inaugural de un festival marca su esencia. Una elección complicada al deber representar una manera de entender el cine. Pero si dar el reconocimiento de abrir una edición fuese insuficiente, en FILMADRID han decidido que la inauguración y la clausura corresponda al mismo director: Hong Sang-soo. Una singularidad en los festivales cinematográficos totalmente merecida. Sin lugar a dudas, el cineasta surcoreano es uno de los grandes directores contemporáneos. Una voz única capaz de mantener tu fascinación a lo largo de su prolífica carrera al mismo tiempo de generar emociones. En este caso, FILMADRID ha elegido el regreso al blanco y negro desde su última incursión con The Day He Arrives (2011): The Day After (2017). Una magnífica y melancólica película sobre el amor, la fidelidad y sus ocasos. Un filme en el que sus personajes vagan sin creer verdaderamente en nada. Un hecho antagónico al ser Hong Sang-soo quien aviva la fe en el cine; quien, en este caso, aviva la fe en FILMADRID.


 

‘THE DAY AFTER’ (2017), DE HONG SANG-SOO – INAUGURACIÓN

Dos manos entrelazadas. No vemos nada más, únicamente dos manos entrelazadas. La demostración fehaciente del amor. Un afecto y calidez compartido. Una imagen de gran simbolismo y que Hong Sang-soo nos brinda en uno de sus escasos planos detalle. Sin embargo, The Day After empieza en soledad. El blanco y negro nos sitúa en una noche de madrugada. Sin poder conciliar el sueño, Bongwan se dispone a comer antes de salir a trabajar. Se calienta su plato y lo lleva a la mesa. Un objeto que ejerce de abismo y a la vez de puente en el cine del director surcoreano. Para ello se necesitan a varias personas, y en este caso, aparece la esposa del protagonista. Entre ellos no hay soju ni otras bebidas alcohólicas, solamente un desgastado matrimonio. Con la certeza de que su marido le está engañando, Haejoo le acaba preguntando si tiene una aventura amorosa. Una cuestión que quedará en el aire durante toda la película deviniendo en múltiples ramas. Porque The Day After es un trayecto pesimista sobre el amor y su ocaso. El final de un sentimiento y el significado de la fidelidad. Un concepto que Hong Sang-soo explora tanto en la vertiente sentimental como cinematográfica. Vuelve a jugar con los elementos narrativos para que nosotros decidamos si las imágenes y las palabras muestran con exactitud la realidad. Una respuesta para la que se necesita un viaje interior. Uno que Bongwan no ha realizado, ni pretende realizar. Su mujer le acaba de rogar que le diga si tiene una aventura. No hay contestación. Sólo silencio.

Al terminar de comer, Bongwan emprende su camino hacia el trabajo. Una travesía en la más completa oscuridad y soledad. Un periodo fértil para reflexionar sobre su vida. En ese momento, Hong Sang-soo despliega su magistral artesanía narrativa. Observamos unas vías, unos árboles o un pasadizo. Lugares conquistados por los recuerdos, donde el protagonista no ve el horizonte sino el pasado. Con una yuxtaposición temporal, se combinan el viaje actual y uno realizado hace tiempo. Un goteo de información y emociones con culmen en el plano con las dos manos entrelazadas. El trayecto anterior fue realizado con su amante. Aparte de su relación amorosa, Changsook es su empleada. Él es crítico literario y gestiona una editorial. Mundo laboral y sentimental al que Hong Sang-soo refleja con dos miradas. Por un lado, la del deseo y su consiguiente seducción, nacida de la inseguridad del protagonista. Mientras por otro, se evidencia una mirada de condescendencia, al atender a sus roles jerárquicos dentro de la empresa. Una tendencia asociada a la masculinidad inherente al lenguaje que se utiliza en el filme. Si Bongwan lleva consigo el puesto de jefe, también es significativo como el cineasta surcoreano filma las conversaciones que pueblan The Day After. Con las distintas mujeres con las que el editor mantendrá un diálogo sobre su vida y sus miedos, siempre habrá una mesa que servirá como referencia para la cámara. Desde allí, como si se tratase de un partido de tenis, esta se centrará en la persona que tenga el turno de palabra. Un espacio vital propio para que las palabras resuenen y puedan llegar a revertir la intrincada situación; aunque para eso se necesite coraje. Si su mujer le desafiaba a que fuese honesto, su amante le invita a que le cuente la verdad y puedan continuar en paz. Un ultimátum en el que el silencio sigue siendo la respuesta. Mutismo ahogado en cobardía.

The day after

Tras presentarnos a su mujer y a su amante, Bongwan llega por fin a la editorial. Una aparición simultánea con la de Song Areum, la nueva trabajadora tras el abandono de Changsook, y el golpe de gracia de Hong Sang-soo. Con una venda en los ojos respecto al enredo, la joven escritora inicia su primer día con un entusiasmo deslumbrante. Todavía ingenua ante el acelerado proceso de aclimatación sentimental que le viene encima. Su comparecencia aporta lucidez y altera el relato. Song Areum es un personaje exquisitamente escrito y un regalo aprovechado con creces por la actriz Kim Min-hee. Frente al tema candente de la fidelidad, Song Areum tiene fe y eso le permite sentir un equilibrio en su vida que ningún otro personaje posee. Ella no cuestiona ni los testimonios que escuchará sobre el affaire ni los recuerdos que no le pertenecen. No obstante, su aura trae consigo la magia y el humor de Hong Sang-soo. En la magistral Yourself and Yours (2016), el cineasta comenzaba la película con una conversación entre el protagonista de la misma y un amigo sobre la enfermedad de la madre del primero. Comentaba que llevaba varios días sin comer y su fallecimiento era inminente. Una conversación corta que no será retomada en todo el filme mientras que se reflexiona sobre el amor, únicamente el de su novia. Sin embargo, la situación de la madre sobrevuela toda la película, es imposible no preguntarse por su porvenir al no observar ninguna reacción de su hijo. Porque si el cine de Hong Sang-soo es fascinante en sus imágenes, todavía lo es más en lo que les sobrevuela. Las guerras interiores que no pueden ser filmadas. Una de ellas aterrizará en The Day After de forma inesperada. El amor, el compromiso y la fidelidad han estado siempre delante de nosotros. El único problema era que no creíamos en ello. Como sentencia Areum: “Creo que no soy dueña de mi destino, que no tengo el protagonismo.” Y por un momento surge la esperanza. La cobardía, el patetismo, la condescendencia y el egoísmo dejan paso a creer en uno mismo. Ya poco importa la aventura. Puedes empezar tu propio camino.

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Carlos Chaparro

Estudió Comunicación Audiovisual, permitiéndole trabajar en su pasión: el cine. Un amor incondicional que nació al descubrir a Patricia y Michel paseando por los Campos Elíseos.

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