«La Mujer de la Montaña es un divertimento, una filigrana, una invitación a que el espectador imagine qué es lo que puede ir sucediendo, para luego le desmonten toda expectativa»
Atención: cine islandés. El cine islandés tiene una cualidad distintiva, un ambiente, un sentido del humor, una forma de contar la historia y una forma de plasmarla en la pantalla. Según iba avanzando en el visionado de La Mujer de la Montaña recordé otras películas islandesas. En concreto, Sparrows y Rams. Así que si estas películas fueron de su agrado, estimados lectores, también les gustará La Mujer de la Montaña. Y si les gustó De Caballos y Hombres, aún más, pues es del mismo director que La Mujer de la Montaña: Benedikt Erlingsson.
Cuenta La Mujer de la Montaña la historia de una mujer. Se llama Halla y está encarnada por una gran actriz: Halldóra Geirharðsdóttir, quien por cierto personifica a dos personajes, a Halla y a su hermana gemela. Esta circunstancia hace girar la historia hasta el retorcimiento final, que es de cine. Con ello quiero decir que retorcer un guión, con el fin de ofrecer una historia contada de la manera menos trillada posible, tiene un pase. Y qué mejor que contemplar estas filigranas en películas cuya puesta en escena está a la altura de lo que ese guión retorcido propone. Es decir: estamos ante un producto cinematográfico indiscutible, incluso con un guión tan retorcido. Y es que, claro está, para ponernos a explicar historias desde un punto de mira poco usual hay que pergeñar un guión que esté a la altura. Y este es el caso de La Mujer de la Montaña, una película que no promete, que no pretende, que no engaña. Vamos, que quienes formaron parte del equipo ya sabían lo buenos que eran. ¡Y a fe que lo son!
Encontré la película muy equilibrada, tanto en el ritmo, en la música, en las soluciones que la narración nos propone, en el sentido del humor.
Por consiguiente, La Mujer de la Montaña es un divertimento, una filigrana, una invitación a que el espectador imagine qué es lo que puede ir sucediendo, para luego le desmonten toda expectativa.
La Mujer de la Montaña cuenta la historia de una mujer combativa, cuya lucha es a favor de la preservación del medio ambiente. Tiene una actitud que es tan fuerte como sensible. Por otro lado, también es directora entusiasta de un coro. Y también, Halla, nuestra protagonista, está a la espera de que le notifiquen que puede adoptar a una niña ucraniana. En realidad, La Mujer de la Montaña no es una película de militante ecologismo, sino que es la historia de una mujer normal de vida peculiar. Y la peculiaridad reside en que para que llegue la adopción tiene que competir con su hermana gemela, quien también cursó la respectiva petición. El caso es que este hecho define todo el desarrollo de la película. Y no les diré nada de la solución que Benedikt Erlingsson nos propone. La única pista es que, ante semejante parábola, el desenlace es de lo más ingenioso. Si la van a ver, presten atención a las raciones de surrealismo existentes en la puesta en escena. Ah, y muy original el planteamiento musical. Por cierto, sobre el papel de los músicos, ¿no les parece que son como émulos del destino?
Encontré La Mujer de la Montaña muy equilibrada, tanto en el ritmo como en los movimientos de cámara, en la música, en las soluciones que la narración nos propone, en el sentido del humor. Y la interpretación de la actriz que encarna a ambas hermanas gemelas: Halldóra Geirharðsdóttir, que está muy estupenda.
Sinopsis A sus cincuenta años, Halla, profesora de canto, declara la guerra a la industria local del aluminio, que está contaminando su país.
País Islandia
Dirección Benedikt Erlingsson
Guion Ólafur Egilsson y Benedikt Erlingsson
Música David Thor Jonsson
Fotografía Bergsteinn Björgúlfsson
Reparto Halldóra Geirharðsdóttir, Jóhann Sigurðarson, Juan Camilo Roman Estrada y Jörundur Ragnarsson
Género Drama
Duración 101 min.
Título original Kona fer í stríð
Estreno 08/03/2019
