En Monos el delirio va en aumento cuanto más se acercan a la vida animal, a una involución inmoral alejada de las aspectos “civilizados”.
Si el lector ha llegado hasta aquí con la intención de dar respuesta a la pregunta ¿Qué es Monos?, siento decepcionar, pues no logrará una veredicto clarificador en el texto que sigue. No obstante, déjeme decirle algo, ni siquiera tras el visionado de la película obtendrá conclusiones satisfactorias.
Y es que, en cierta medida, esa insatisfacción es la que engrandece la película.
Monos llega directa desde Colombia —elegida además para competir por los Oscar a Mejor Película Internacional y que finalmente consiguió Parásitos (de Bong Joon Ho)— para quedarse, no creo que por mucho tiempo (dicho sea de paso) en la retina del imaginario colectivo. Es publicitada de manera provocativa, generando expectativas igual no coincidentes con lo que después sucede entre las líneas visuales del negativo, que trata de desafiar nuestra paciencia en ese intento por descubrir qué demonios está ocurriendo y cuál es el motivo, momentos que pueden llegar a exasperar. En una sociedad dominada por la comida rápida, la impaciencia e instagram, una película de estas características, cuanto menos, genera una intensa intranquilidad, exactamente ciento dos minutos de intranquilidad.
Siéntese en la butaca y espere a que la pantalla abra de negro.
Ahora, agárrese, y sobre todo, respire hondo.
En algún lugar del planeta se hallan reunidos un grupo de jóvenes jugando a una suerte de fútbol para invidentes; así presenta Landres a una pequeña organización de guerrilleros que sobreviven aislados más allá de las fronteras, de las ciudades y los conflictos que azotan el país. La supervivencia es posible gracias al culto que rinden a su estructura, a las normas internas por las que se rigen y la obediencia al mandato del El Mensajero, un personaje peculiar que bien podría haber sido extirpado de un film de Terry Guilliam. Se imagina el espectador que tanto los alimentos como la munición es proporcionada por dicho personaje, sin embargo, la película juega a sugerir más que a mostrar, de ahí la desesperación para con uno mismo de exigir respuestas inmediatas. Es innegable que no es baladí, la cinta no quiere verse desnuda, sino que el espectador la desmonte, la deconstruya con mimo durante y después de su visionado. En el momento que uno se revuelve entre sus propios deseos de comprender en todo instante, de dar explicación racional, en ese momento somos presa de los hilos de títere de Landres y su equipo.
En una sociedad dominada por la comida rápida, la impaciencia e instagram, una película de estas características, cuanto menos, genera una intensa intranquilidad.
La organización, —que constituye Rambo, Lobo, Leidi, Sueca, Pitufol, Perro, Bum Bum y Patagrande—, secuestra a la doctora Sara Watson (Julianne Nicholson) reteniendola en el interior de las cuevas de la alta montaña. Más tarde, la muerte de una vaca será el primer punto de giro en el que despertarán los odios, la venganza, la envidia y el éxtasis por dominar al otro.
Este episodio hará que el grupo comience a desajustar su devoción al colectivo al tiempo que la Doctora va tejiendo su estrategia de escape en un delirio infrahumano.
Quiero señalar que Monos viste un subgénero de película que se viene armando desde hace décadas. Sin hurgar mucho en la videoteca, se me viene a la mente La Ciudad de los Niños Perdidos (Jean Pierre-Junet. 1995), Battle Royale (Kinji Fukasaku. 2000), o Captain Fantastic (Matt Ross. 2016), sin embargo, de la cinta que más se empapa Landres es de El Señor de las Moscas (Harry Hook. 1990), de hecho el propio director le guiña el ojo derecho en la secuencia en que Pitufol se encuentra maniatado y colocan delante una cabeza de cerdo clavada en una estaca, donde le dan aspecto al Señor de las Moscas, personificando el poder del Mal, es decir, aquellos miedos construidos socialmente. En Monos el delirio va en aumento cuanto más se acercan a la vida animal, a una involución inmoral (materializado en el sonido de mono que producen besando sus manos) alejada de las aspectos “civilizados”, sumandole la inmadurez de jóvenes sin control racional u hormonal, lo que explota en un Super nova visual que finaliza con muy poco tacto, adentrándose en la mirada violentada de lo que podría parecerse a un militar de Apocalypse Now.
Lo Mejor: La capacidad de mantener la tensión esperando a que pase algo más allá de nuestra imaginación. La utilización del sonido a través de sus manos como sistema de comunicación.
Lo Peor: Hay secuencias de una belleza impronunciable que no aportan nada a las acciones de la película y dejan de tener sentido narrativo.
Sinopsis En la cima de una imponente montaña, donde lo que a primera vista parece un campamento de verano, ocho niños guerrilleros apodados “Los Monos» conviven bajo la atenta mirada de un sargento paramilitar.
País Colombia
Dirección Alejandro Landes
Guion Alexis Dos Santos, Alejandro Landes
Música Mica Levi
Fotografía Jasper Wolf
Reparto Julianne Nicholson, Moises Arias, Jorge Román, Sofia Buenaventura, Laura Castrillón, Sneider Castro
Género Drama
Duración 102 min.
Título original Monos
Estreno 21/02/2020