CutreCon 2019: el auténtico mono

Cutrecon 2019

El Festival Internacional de Cine Cutre de Madrid se ha asentado como un clásico del ocio madrileño. “Anticlásico”, en palabras de su organizador Carlos Palencia. Un título ganado a pulso con su octava edición. Los amantes de las temáticas más esperpénticas se han echado a la calle un año más. Han ido en busca de efectos de baratillo. De disparos imposibles. En resumen, del cachondeo más sano. En busca del auténtico mono.

CutreCon 2019 ha contado con varios platos fuertes. Ha estado dedicado, a su vez, al cine de monos. Su programación ha incluido estrenos de especial interés. Junto a ello, no ha podido faltar la proyección de algunos clásicos de arraigo. El festival ha sido sinónimo de varios nombres propios. Entre ellos, Robert Bronzi, Pedro Temboury o Steven E. de Souza.


De tipos duros: Bronson, Bronzi y Orloff

Charles Bronson

CutreCon 2019 ha mantenido alto el listón con gran vigor desde el primer día. No ha sido para menos. Comenzaba un maratón de cinco días del peor cine a encontrar en la capital. Una sala a reventar recibía a los organizadores en el Palacio de la Prensa el pasado miércoles. Esperaba la primera sorpresa del festival. Nada menos que el doble por antonomasia de Charles Bronson.

Robert Bronzi acogía el aplauso unánime del público. Introducía la emisión del clásico El justiciero de la noche. Era el aperitivo de CutreCon 2019. La sala se convertía en una agradable algarabía. Una práctica habitual a lo largo de los pases del festival. Poco menos merecía una de las películas más añoradas de Cannon Films. Charles Bronson interpretaba a Paul Kersey, vigilante de los suburbios, en esta tercera entrega de la saga.

Merecía la pena abrazar un argumento tan frecuente en aquel cine de acción de los ochenta. Llegaban recuerdos de El guerrero americano, Delta Force o Cobra. Entre sus cutres virtudes una historia simple y una banda sonora a cargo de Jimmy Page. Kersey debía limpiar el barrio de gamberros y vengar a su amigo Charlie. El resultado era el esperado. Sexo, violencia y rock n’ roll. Puro CutreCon 2019.

Comenzaba el viernes en el auditorio de la Casa del Reloj. Tres sesiones gratuitas aguardaban con especial interés. Entre ellas, un episodio de Historias de la cripta, genialidad de la cultura pulp retransmitida años ha en Telecinco. CutreCon 2019 presentaba el estreno de Death Kiss en España. Se trataba de uno de los últimos proyectos de Robert Bronzi. Volvía a presentarse como encarnación fotocopiada de Bronson. Dirigida por Rene Perez, el espectáculo estaba servido.

Bronzi encarnaba, como sentido homenaje en esta CutreCon 2019, al mítico Paul Kersey. Una vez más, el atormentado justiciero deambulaba por las calles pistola en mano. La película estaba provista de chascarrillos a viva voz por parte del respetable. Más aún de alabanzas al doble húngaro cuando aparecía en pantalla. Un largometraje de inconexo argumento y momentos hilarantes a un paso de la parodia. Un prometedor anticlásico para el cutrerío futuro.

Continuaba CutreCon 2019 con uno de los momentos más esperados. Kárate a muerte en Torremolinos, cosecha del 2003, se trataba de una obra de culto del cine patrio desde su estreno. El director malagueño Pedro Temboury recibía el Premio Jess Franco 2019. Allí acogía a los congregados en la Casa del Reloj entre vítores. El laureado tenía palabras de agradecimiento para familia y amigos. Y, en un lugar especial, al maestro Jess Franco.

Sólo puede hablarse de Kárate a muerte en Torremolinos desde la nostalgia de esa España no tan lejana. Un largometraje con un presupuesto de un millón de pesetas. Suficientes para una crítica mordaz a la jungla municipal y a los gurús paranormales de la época. La película nos presentaba a Jocántaro, uno de tantos clichés del cine de explotación. Entre ninjas y litros de sangre, CutreCon 2019 brindaba una gran oportunidad de disfrutar de este clásico en pantalla grande.


De monerías: cómo olvidar a King Kong

CutreCon 2019 se despedía el domingo con una traca final simiesca. El maratón Kongatón comenzaba al caer la tarde. Cuatro películas de lo más surrealistas daban paso a un enfrentamiento con lo inhóspito. Había para todos los gustos. Desde versiones recónditas al estilo de Bollywood hasta adaptaciones coreanas. En cualquier caso, el mal gusto y las risas se servían en cuchara sopera.

Queen Kong era la primera de ellas en CutreCon 2019. Se trataba de una versión femenina del clásico rodada a caballo entre Reino Unido y Alemania Occidental. Tras llegar a África para rodar, una simia gigante se enamora del protagonista masculino de la película. Gran parte de las carcajadas llegaban a cuenta de los pobres efectos especiales y escenas de acción. Todo con ración extra de patadas en las partes nobles. Y muchos unga-bunga-banga-wangas.

El gorila ataca, adaptación surcoreana de 1976, seguía la estela de la anterior. El mérito de este largometraje era el de conseguir cabrear a Dino de Laurentiis, productor de la versión de Guillermin. El público ovacionaba a un señor disfrazado de mono que hacía aspavientos y cortes de manga. Junto a él, militares nerviosos y muchas explosiones. Conseguía evitar el posible cansancio del monotema.

La venganza del mono sagrado, de 2004, aportaba el exótico toque indio al maratón de cine mono. Ya la portada, con retoques digitales paupérrimos, aportaba una pista de lo esperado. La aparición estelar del Dios mono se escondía bajo una trama de lo más rural. Con el objetivo de proteger el templo en peligro, la extravagancia volvía a cautivar a los espectadores allí congregados. Por llamarlo de algún modo.

El apocalipsis del Planeta de los Simios era la última película del Kongatón de CutreCon 2019. Esta chusca copia, ya no vale adaptación, japonesa tiene todo lo que faltaba por verse. Se desarrollaba en un mundo dominado por chimpancés tras un cataclismo en Japón. Las escenas aparecían con pasmosa y alocada incoherencia. Se agradecía el hecho de que una voz en off apuntalase la trama al poco de acabar la proyección. Cortesía del país del sol naciente.

Sin lugar a duda, CutreCon 2019 no ha sido el lugar idóneo para visionar el último hito de la década. Tampoco para limpiar las gafas de pasta de la condescendencia. Se ha tratado de algo mucho mejor. Una comunión del desparpajo donde ha abundado el buen rollo. La excusa perfecta para recordar el ingrediente secreto y efectivo del cine de serie B. No es otro que conseguir elevar más a la imaginación hasta cotas prohibidas en otros géneros. Lo cual es sensacional y necesario. Hasta el año que viene.

Share this post

No existen comentarios

Añade el tuyo