El príncipe eterno: Hamlet (1948)

Hamlet (1948)

Desde 1948 entendemos mejor al Hamlet de Shakespeare. Este es el milagro que nos dejó Laurence Oliver.

Empecemos este artículo contando que se han hecho infinidad de versiones sobre Hamlet, algunas tienen su impronta personal. ¿Cual es la más fidedigna? Cada lector tendrá su preferida pero hay una que no podemos pasar por alto y que aún hoy es vista como un ejemplo de modernidad; Hamlet (1948), firmada por Laurence Oliver. Pero, ¿por qué este Hamlet y no otro más contemporáneo a nosotros? Es necesario recuperar en las versiones cinematográficas parte de la simbología del texto original y en concreto, esta película profundiza en el personaje y nos ayuda a conocerle mejor.

Hoy, en pleno siglo veintiuno, la genialidad de William Shakespeare está aún vigente. Y la duda es, ¿se sigue tratando al dramaturgo de Stratford cómo se merece? Es cierto que sus obras teatrales se representan en todo el mundo y que en el cine sus historias son mil veces versionadas poniendo el mismo relato en diferentes épocas históricas. Y, ¿la gente siente el mismo respeto por la figura del escritor? En Inglaterra, los actores tienen que interpretar obras de este genio para ser verdaderamente actores, y han pasado esa tradición teatral de generación en generación.


¿En el resto del mundo de qué manera se observa a Shakespeare?

Según mi opinión, hay sectores intelectuales que insisten en que las obras clásicas pervivan en el tiempo, para que las obras del dramaturgo no se queden en el olvido. Es verdad que la vida avanza y que cada cierto tiempo debemos actualizar nuestros conocimientos literarios pero tampoco debemos perder de vista el legado de otros que nos precedieron para seguir creciendo.


Qué hace al Hamlet de Laurence Oliver una obra cinematográfica imprescindible para el público

Tal vez sea porque es una estética novedosa del texto clásico. Parece que va más allá de la duda pero sin abandonar una problemática que es también contemporánea. Ese enigma es el que plantea el mismo autor sobre la búsqueda de su identidad en un reino corrupto.

Hamlet no envejece porque la obra imperecedera puede dialogar con todos los siglos. Por ejemplo, analicemos al personaje principal, éste juega con la locura simplemente para salvar su cabeza, siendo el personaje más sensible y cuerdo. Aquí todo el mundo tiene una locura diferente y esto lo ha sabido reflejar el cine desde que eligió ser una herramienta más para hacer cultura.

Hamlet indaga en todos los aspectos que puede ofrecer la locura. Primero se le aparece su padre que ha sido asesinado por el actual rey, después decide vengar la muerte del viejo rey, que es su padre, desenmascarando al asesino. Para ello se hace el loco de puertas para afuera y se nos plantea: ¿el personaje de Hamlet se debe mirar cómo a un loco?

El director de la película jugó con la niebla para entender mejor la historia y que tuviese las infinitas posibilidades filosóficas que posee la obra. El público cuando ve esta película no percibe su grandeza porque nos ofrece un enfoque distinto por su complejidad audiovisual, aunque no por ello se olvide la esencia de la dramaturgia.


¿Por qué la versión de Laurence Oliver es distinta a las demás?

El Hamlet de 1948 es un punto y aparte a todas las propuestas anteriores tanto teatrales como cinematográficas. Esta versión de Laurence Oliver explora, buscando con sus planes intimistas, otra emoción para el espectador. Tanto que hoy en día sigue estando en la retina del buen cinéfilo por la exquisitez de sus planes como por las soberbias interpretaciones. Así, nos encontramos a un Hamlet que se mete dentro de sí mismo cuidando sus diálogos, silencios y actos.

Laurence Oliver como director y actor principal mima los detalles para conseguir un príncipe de Dinamarca distinto. De hecho, ¿por qué a este Hamlet nos lo creemos más? Será por el respeto al texto en esta versión  contemporánea, que nos dejó el dramaturgo en 1603.

Entonces encontramos a un par de genios que no coincidieron en los mismos siglos pero que siempre han estado unidos por el príncipe eterno. Claro que los dos tenían conductas diferentes y pensamientos de su época. Si nosotros estamos más cerca del actor y director tampoco se nos hace extraño hablar de William Shakespeare en un tono más cercano; películas como Hamlet (1948) nos hace conocer mejor la energía y la carga dramática del autor inglés.

Laurence Oliver utilizó esta obra dramática para analizar la actualidad de su tiempo. Hay que tener en cuenta que el año que se estrenó la película el planeta acababa de salir de una guerra mundial y todo el mundo estaba buscando su sitio en la nueva escala social. Él se atrevió a hacer una película sobre la duda de la existencia, la ley y la venganza.

El discurso de esta película quiere ser actual porque ataca la vida oscura de la segunda guerra mundial y quiere dar la bienvenida al futuro. Supongo que todos sabemos cómo acaba esta tragedia y por eso no me voy a detener en el final. Pero lo que si diré que Laurence Oliver veía en su final un halo de futura esperanza para el mundo.


¿Esta tragedia universal sirve de excusa para contar los problemas actuales?

El príncipe de Dinamarca tiene mucha humanidad pero dentro vive atormentado por la injusticia y decide hacerse el loco siendo el más cuerdo de su reino. Este engaño de su verdadera personalidad, fue la misma base que Laurence Oliver utilizó para hacer su inmortal versión de Hamlet.

Hamlet (Laurence Oliver) enamorado de Ofelia (Jean Simmons), se le aparece en forma de fantasma su padre. Éste le dice que su propio hermano le ha matado. Entonces, decide desenmascarar a su tío el Rey Claudio (Basil Sydney) que al cometer el asesinato se caso con la madre de Hamlet (Eileen Herlie). Para alcanzar su venganza decide hacerse el loco engañando a todo el mundo. Mientras deambula por la corte, planea su venganza con la ayuda de unos cómicos que al representar el asesinato real en una obra de teatro ante el Rey Claudio, consigue hacer justicia.

El carácter de Hamlet llena toda la escena, William Shakespeare consiguió dar forma a todo una época teatral y por esa razón el cine recupera su espíritu adaptándolo a la pantalla grande de vez en cuando.

Hamlet no es de ningún estilo literario, no es una moda pasajera, no pertenece a ninguna época en concreto. Este personaje vive en el ADN del mundo y es algo que entendió a la perfección Laurence Oliver. Lo sacó de su universo para que fuese un hombre tan cercano a nosotros como lo puede ser cualquier persona de nuestra familia. Este es el gran éxito de Hamlet (1948) posiblemente el más parecido al texto original y también el más actual de todas las versiones.


¿Hamlet es el símbolo principal de todas las tragedias del mundo?

Esta tragedia de Shakespeare es la reina de todas las tragedias porque trata de una duda universal que hace que el príncipe de Dinamarca sea un príncipe eterno.

Hamlet no son sólo sus personajes también es la perfección del mundo visto por el mundo y a veces el propio mundo es el que acompaña a Hamlet en sus locuras. Así, nos damos cuenta que la vida es el protagonista mezclado con unas dosis de venganza, poder y duda sobre la existencia. Ser o no ser lectores míos. Shakespeare nos enseñó que lo importante no es ser un dramaturgo reconocido por todos sino comprender una vida llena de dudas que nos  haga buscar un sentido a este mundo.

El cine puede ayudar a hacernos entender mejor a este personaje acercándonos más a su existencia y conociendo de cerca sus cuitas, sus sueños y sus dudas y el mundo entero puede decir que conoce a Hamlet porque es una pieza importante para forjarse como una persona adulta.

El personaje consiguió que nos mirásemos  en nuestro espejo. Así, Laurence Oliver hizo el ejercicio de observarse a él mismo sin mentiras para darse cuenta que tenia un Hamlet en sus entrañas. Y cuando terminó el ejercicio, nos regaló una visión del príncipe de Dinamarca original y fresca. Tanto que desde su estreno no ha vuelto el personaje a encontrarse tan cómodo cinematográficamente.


En conclusión

Hoy sigue estando el príncipe de Dinamarca en la memoria colectiva del mundo. Es parte de nuestro legado, su enseñanza es universal y la versión cinematográfica de Laurence Oliver es parte de esa enseñanza. El actor y director consiguió unir dos siglos con la excusa del cine.

Puede ser cierto que el séptimo arte nos puede salvar de una incultura total. Siempre hay milagros cinematográficos y, desde 1948 entendemos mejor al Hamlet de Shakespeare, y este es el milagro que nos dio Laurence Oliver porque para mucha gente el primer contacto con este personaje ha sido por la película.

Etiquetas Cine Clásico

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