«No se vivir sin ti», «El que la sigue la consigue», y otros clichés repetidos hasta la saciedad en las películas románticas.
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El hombre en las películas románticas
De 2012 en adelante se ha estilado un tipo de romanticismo en la literatura chick-lit o young adult, aunque también en la juvenil, que influyó en películas como 50 sombras de Grey (2015) o After (2019). El protagonista masculino era un personaje con problemas, oscuro, malote, aunque la protagonista “le hace mejor persona”. Esto es horrible, la hace a ella responsable de su felicidad, su comodidad y su autoestima. Esto deriva a la larga en frases como: “si tú me dejas, haré una tontería”, “no sé vivir sin ti”, “no me acuerdo de la vida antes de ti”. Bandera roja, amiga, un sad boy.
¿Qué sucede en algunas de estas películas y libros? Que el chico pasa de protector a violento, pero con los demás, no con su pareja (The Kissing Booth, 2018). Muchos tienen traumas, daddy issues, y ellas deben ser las cuidadoras y proveedoras de un hogar estable.
Desde la comedia romántica de los 90, se practica el acoso y derribo hacia la protagonista: “quien la sigue la consigue”.
Lo peor de Baby (A 3 metros sobre el cielo, 2010) -como la Baby de Dirty Dancing– es que ella cree que H, con su currículum, nunca la va a tocar, aunque sea agresivo con conocidos y amigos. El primero en sufrir la violencia es el chico con el que habla Baby, pero la última es ella: le calza una hostia que la deja tiritando.
Lo que sí se practicaba en el cine desde la comedia romántica de los 90 es el acoso y derribo hacia la protagonista, “quien la sigue la consigue”. Un acecho insistente hasta que ella cede porque el chico “se ha esforzado” (Gossip Girl, 2007).
La protagonista necesita seguir su vida y tener otras relaciones sin miedo a que el ex la acose, como pasa en Tengo ganas de ti (2012). Baby se quita un peso de encima al cortar y no tener que estar pendiente de la salud mental de su pareja. Por eso, él se ve más destrozado en ambas películas cuando lo dejan. No porque le duela el amor, es que se ha quedado sin la persona que le equilibra. No la quiere, la necesita, o al menos eso dice él. Pero, en realidad, necesita una psicóloga, no una pareja. Y el culmen es la charla con el padre: Baby cambia de niña a mujer cuando pasa de la protección del padre a la del novio.
El protagonista masculino es en muchos casos un personaje con problemas, oscuro, aunque la protagonista “le hace mejor persona”.
El chico-conoce-a-chica empieza con una relación de amor-odio porque son de mundos distintos, él es deportista y ella es tímida o friki o muy lista o no es popular, pero recordemos: solo un rasgo cada vez, porque los personajes son planos. ¿Saben los guionistas que las mujeres pueden ser más de una cosa? Incluso los Pokemon evolucionan, pero estas mujeres no. Niña buena y chico malo deberán unirse porque suele haber un trato entre ellos (Duff, 2015), o ella le da clases (One Tree Hill, 2003), o les mandan cantar juntos (High School Musical, 2006). Jamás se hubieran hablado si las circunstancias no les hubieran obligado, aparentemente. La otra y única opción posible es que son vecinos, o amigos de toda la vida, y no quieren arruinar su amistad (You Belong With Me – Taylor Swift, 2008).
La mujer en las películas románticas
La chica atractiva para los hombres come como un animal y se mete una bomba calórica de doce perritos calientes. Y, a pesar de comer todo el día, está delgada. “Ella no es como las demás”, dicen en las películas. Es la elegida de Dios, porque lo dice el guion. Cuidar la salud es malísimo, solo Jennifer, la animadora, se pediría una ensalada. La chica que le gusta el fútbol, habla con la boca llena y bebe cerveza es atractiva porque está buena (Con derecho a roce, 2011). Si fuera fea o gorda, no lo sería.
Si hay cuatro amigas, una tiene un rasgo distintivo o una profesión que le marca. Están la deportista, la inteligente, la gótica, la guapa y sus variantes. Como en Pretty Little Liars (2010), aunque es algo que pusieron de moda las Spice Girls en el 94. Además, la guapa suele ser solo eso, no le interesa más que su belleza y el sexo. No sabemos si vota a Bernie Sanders, escucha a Linkin Park o si le gusta hacer pintura a carboncillo. Es guapa y va de compras. Con este esbozo identificamos al personaje y pasamos de él porque probablemente sea tonta. Pero tonta profunda, como si no supiese socializar como un ser humano. Y el trabajo siempre es una excusa para no buscar el amor, pero no dudará en dejar su carrera para centrarse en su vida como ama de casa (Mujeres desesperadas, 2004; No hay dos sin tres, 2014)
La chica que le gusta el fútbol, habla con la boca llena y bebe cerveza es atractiva porque está buena (Con derecho a roce, 2011). Si fuera fea o gorda, no lo sería.
Hay un rasgo que marca a la protagonista, siempre. En Patito Feo (2007), los brackets y gafas; en Bridget Jones (2001), tener diez kilos de más -según Bridget-; en Crepúsculo (2008), Bella era demasiado blanca para su gusto en comparación con su “morena y alocada madre”; en Tall Girl (2019), ella es muy alta -1’80 cm- y sus compañeros le hacen la misma broma desde hace 12 años; en Sierra Burgess es una perdedora (2018), el título lo dice todo. Hay un rasgo por el que están acomplejadas, hasta que el chico les dice que no le importa y que a pesar de ello la quieren. Hasta que no son aceptadas por su crush no se aceptan a sí mismas.
Muchas veces cambian su personalidad a algo más atrevido, y patoso, para gustar a su objetivo romántico. Y tartamudea al hablar, ¿has tartamudeado alguna vez en tu vida? Las protagonistas continuamente, cuando escriben en la pizarra (Radio Rebel, 2012) o hablan con el repartidor del Círculo de Lectores. Ellas suelen ser inseguras o patosas, muchas veces porque son o la guapa o la inteligente y no se puede tener un cuerpo bonito y estar segura de sí misma a la vez. Siempre rompen cosas, o tiran sus papeles al suelo, o se caen para que el chico -y el espectador- no se vean amenazados y, además, el interés romántico pueda rescatarla. Igual que sucedía en La Bella Durmiente hace 71 años.
Ser virgen (#SexPact, 2017) o perder la virginidad pronto (Rumores y mentiras, 2010), es horrible. No queda claro cuál es lo opción correcta.
Todas se mueven en una clase media-alta. Tienen casas de lujo, nunca hay gotelé, aunque sean pisos de estudiantes en Moratalaz y aseguren que le quedan 37 euros en su cuenta (Valeria, 2020). Y todas las adolescentes tienen cama de matrimonio, algo que jamás vi en mis amigas de 16. Además, ser virgen (#SexPact, 2017) o perder la virginidad pronto (Rumores y mentiras, 2010) es horrible. No queda claro cuál es lo opción correcta, sus compañeros la criticarán tanto si tiene relaciones como si no, cuando en la vida real a la gente le importa un rábano. En esta última película, la protagonista se cose una letra escarlata para señalarse como “fácil”, brutal. Y es que en el audiovisual representan complejos que la gente normal no tiene y los que sí tienen, como el pánico de los veinteañeros a terminar la carrera y enfrentarse al mercado laboral, no los muestran.
Representatividad
Siempre hay un amigo gay como complemento que está al servicio de la trama de la protagonista, para divertirla o ayudarla. Pero a él no le sucede nada, aparte de salir del armario al final o que le hagan bullying por ello. Estas situaciones son reales, pero el personaje es algo más que gay, y suele ser más interesante que la protagonista, como en Sex Education (2019). Y si la película no es de instituto, tiene una profesión creativa como estilista, peluquero, diseñador, interiorista, maquillador, organizador de fiestas o bodas. Como cualquier gay de Sexo en Nueva York (1998), por ejemplo.
Siempre hay un amigo gay como complemento que está al servicio de la trama de la protagonista, para divertirla o ayudarla.
Si hay un grupo de tres amigas, la que va en el medio es la líder, gracias Regina Jones (Mean Girls, 2004) por este legado. Además, una de las otras dos, o las dos amigas, son racializadas. Y si es asiática, será muy inteligente, posiblemente hasta hacker (Bratz, 2007). Si hay una chica negra en la película, seguramente “suceda algo en casa” y sabemos lo que significa este eufemismo. Con toda seguridad tendrá menos dinero que la protagonista o su trabajo es precario, o tuvo un hijo cuando era muy joven. Además, es chillona y divertida pero no es seria, por eso es solo la amiga del trabajo o para salir de fiesta de la protagonista (Una cenicienta moderna, 2004).
Me caes bien, seamos amigas
Menos mal que no soy la única que piensa así.
Busque algo por internet sobre este tipo de películas porque hoy he visto una que tiene todos los chicles horribles que describes, aparte de que la chica es súper tóxica, y de tres personas que estábamos viendo la película les ha gustado menos a mí xD
Y lo que más coraje me daba era que habla otra chica que le gustaba el protagonista y a la protagonista esta chica le enseña un video donde él hacia una puesta sobre ella y ellos en plan: «que mala es la chica» y yo en plan: «claro la culpa es de la chica por decirle la verdad fuese para bien o para mal, no del chico al tratarla como una apuesta» y me responden: «pero es que él al final se ha enamorado de ella»
¿Y?, ¿Eso le quita ser el responsable de semejante putada?
Aparte de lo poco realista que es todo…he visto y leído cosas más realistas y más tramas que no siempre se centraban solo en ello. Detesto que algo solo se enfoque solo en eso cuando podrían profundizar más y no solo en lo «hippy flower» que tienen de por vida.
En conclusión: prefiero una película o un libro romántico realista con sus discusiones, a uno pasteloso y todo feliz con actitudes toxicas y drama metido con calzador.