Hysteria (2011), de Tanya Wexler – Crítica

Hysteria

Hysteria‘ (Tanya Wexler, 2011) es una película vagamente inspirada en la invención del primer vibrador, patentado por el doctor Mortimer Granville en 1883. Hasta mediados del siglo XX era frecuente el diagnóstico de “histeria femenina”, cuyo tratamiento más efectivo era el “masaje pélvico”, que consistía en estimular manualmente los genitales de la mujer en cuestión hasta hacerle llegar al “paroxismo histérico” (eufemismo médico de la época para referirse al orgasmo). En clave de humor picante, el film narra cómo este doctor, cansado de realizar masajes manuales a sus pacientes, creó un aparato para realizar el tratamiento con ayuda de la electricidad y sobre el inmenso éxito que tuvo su comercialización (de hecho, el vibrador fue el sexto aparto doméstico en ser electrificado, por delante del aspirador o la plancha).

Pero, para los guionistas, este hecho se mostró insuficiente por sí mismo para elaborar una película, por lo que parece que se vieron forzados a introducir otras tramas accesorias y poder llegar así a los noventa y cinco minutos de duración. El doctor Mortimer se ve en una encrucijada amorosa entre las dos hijas de su jefe: la recatada Emily (Felicity Jones) y la enérgica Charlotte (Maggie Gyllenhaal). Dos personajes antagónicos y maniqueos que representan el conformismo femenino de la época y el espíritu reivindicativo más feroz, asociado al movimiento sufragista. Tan opuestos son sus caracteres y tan evidente es el papel que juegan a la hora transmitir un mensaje moralizante al espectador, que no resultan en absoluto creíbles y desentonan completamente con el humor ligero con el que arranca la película.

Hysteria

Parece de obligado cumplimiento incluir algún mensaje feminista teniendo en cuenta el gran avance que supuso este invento para la sexualidad de las mujeres. Pero, la forma en que lo hacer la película hace que parezca algo impostado y forzoso. Para empezar, Charlotte, la encargada de hacernos llegar este mensaje, tiene una mentalidad y unas formas tan contemporáneas que resultan inverosímiles en una señorita victoriana hija de un burgués londinense. Además, este personaje se nos presenta solo ante el mundo, única persona que hace el bien frente todos los demás de su clase, que son egoístas y mezquinos. Y, tras su alegato final en el juicio en el que tiene que defender su inocencia frente a la injusticia de su época, todos parecen redimirse con sus palabras y entran en razón, como por arte de magia. Un final predecible y sin mucho sentido, en el que los guionistas no se rompieron la cabeza.

A pesar de todo, la película es entretenida y se deja ver. Tiene buena factura, la ambientación decimonónica está cuidada, los actores no lo hacen mal (tal vez Maggie Gyllenhaal resulte demasiado intensa a veces) y las escenas cómicas son divertidas, sobre todo aquellas en las que las señoras de mediana edad acuden a ser tratadas de histeria. Sin embargo, podría haberse obtenido un resultado mejor con los mismos ingredientes, haber sacado mayor partido al tema, que es innovador, ya que no se había llevado antes, y haber evitado llevarlo a un terreno tan convencional.

Hysteria

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Jon Iparraguirre

Graduado en Bellas Artes, con un posgrado en Cine y Televisión, músico aficionado y repostero en mis ratos libres. Amante del cine en el que lo visual juega un papel protagonista.

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