Entrevista a Élodie Fontan y Phillippe de Chauveron

Hotel Casa Fuster

Hotel Casa Fuster

Tenía una cita en el incomparable marco del salón vienés del hotel Casa Fuster, situado en el barrio de Gràcia de Barcelona. No era un encuentro cualquiera. Apenas unos minutos antes, me habían llamado a mi móvil para que me apresurara: dado el fuerte temporal de viento que azotaba Barcelona, uno de los trenes de cercanías se había averiado (aún nadie sabía nada de ningún descarrilamiento) y, un colega de otro medio, no llegaría a tiempo a la entrevista con Élodie Fontan, una de las actrices del film francés ‘Dios mío ¿pero qué te hemos hecho?’ (Phillippe de Chauveron, 2014).

Me senté en un butacón, ante una mesilla de café, y esperé a que llegara, repasando mis notas. Sobre ella, sabía lo que todo buen aficionado al cine debe conocer: tenía 27 años y tenía el pelo de un rubio dorado. De pequeña había trabajado en televisión, sobre todo en los anuncios de Euro Disney y pasteles Alsa, luego da el paso a diversas series televisivas como ‘RIS policía científica’ o ‘Joséphine, ángel de la guarda’. Entra en la escuela de Teatro y Cine mientras continua trabajando para series. Luego, da un giro e interpreta, junto a Gérard Depardieu y Michèle Laroque, la comedia ‘El oficio más bello del mundo’ (Gérard Lauzier, 1996), aunque la verdadera reputación se la da la serie ‘Clem’ (2010).

A los pocos minutos, me tocaron suavemente el hombro. Me giré y allí estaba. Cuando me levanté para saludarla, me estrechó cordialmente la mano y me dio las gracias por venir. Llevaba un elegante vestido negro e iba maquillada de forma natural y discreta. Nos sentamos, y con una sonrisa me indicó que empezara. Tras decirle que era un placer conocerla en persona, lancé al aire la primera pregunta.

— ¿Cree usted que la comedia francesa vuelve a estar en auge?

— Sinceramente, no sé si está de moda en otros países, lo que es cierto es que en Francia, la comedia, vuelve a estar en su punto álgido. Evidentemente intentamos hacer buenos proyectos, y estamos muy contentos que nuestras películas funcionen, no solo a nivel europeo, si no que traspasen otras fronteras. Por ahora funciona; crucemos los dedos.

— ¿Cómo ha sido trabajar en un film coral? Me refiero a trabajar con tantos actores en una secuencia. Se lo pregunto porque a muchos intérpretes no les gusta.

— Al contrario. Desde el primer momento hubo entre nosotros muy buen entendimiento. Éramos diez, no es cosa fácil llevarse bien.

— ¿Y sus compañeros de reparto?

— Maravillosos. No se lo puede imaginar. Éramos como una gran familia y nos ayudábamos mutuamente. Había un ambiente excelente y eso ayudó mucho. No me imagino hacer una película donde todos están enfadados con todos y nadie hace caso al compañero. No tengo palabras para agradecer todo lo que han hecho por mí.

— ¿Y trabajar bajo las ordenes de Phillippe de Chauveron?

— Genial. Es cierto. Ha sido genial. La verdad es que nos ha gustado a todos mucho. Teníamos un equipo técnico increíble, muy amables, eficaces, profesionales en todo momento. Estoy muy contenta de que Phillippe me haya dirigido. Aunque me vaya un poco de su pregunta concreta, yo he aprendido mucho. Además de dirigir, enseña. No es nada corriente. Le agradezco muchísimo que depositará su confianza en mí, es un gran papel. Phillippe es un hombre divertido, sonríe en todo momento, desde primera hora de la mañana hasta la noche, da gusto trabajar con él ya que le hace sentir a uno bien y eso hace que el actor se esfuerce en darlo todo, en mejorar cada toma para que la película salga perfecta. Nos ha proporcionado a todos un buen guion y había que aprovecharlo al máximo. Ha sido un placer ser dirigida por Phillippe.

— ¿Ha sido un rodaje difícil? Perdone, la palabra exacta sería complicado.

— No, no puedo decir que haya sido un rodaje difícil, ni complicado. Pero la verdad es que es mi primer papel importante en la gran pantalla. De niña hice algunas cosas pero no las cuento. Particularmente lo que he tenido es presión, me explico mejor, presión impuesta por mí, para estar a la altura. Trabajar al lado de dos talentos como son Christian Clavier y Chantal Lauby, quiera o no, le crea a uno una presión interior. No por ellos, al contrario, son divertidísimos.  La presión se la crea uno mismo. Algo de intimidación, tal vez.

Élodie Fontan

Élodie Fontan

— ¿Qué pensó al saber que dos de sus compañeros de reparto eran Christian Clavier y Chantal Lauby, considerados por muchos como los mejores actores de Francia?

— Tuve una gran alegría al saber que iba a trabajar con Chantal y Christian. Deseaba estar a la altura, como ya le he dicho, y tuve un poco de estrés. La verdad que un poco no, mucho. Pero también he aprendido mucho. Son maravillosos. Todo ha sido mágico desde el principio, desde que por primera vez vi el guion hasta la filmación y realización, pasando por la promoción, la salida de la película al mercado…todo ha sido mágico. Tengo unos recuerdos maravillosos.

— ¿Qué proyectos inmediatos tiene?

— He hecho un telefilme que saldrá el año que viene en Francia. Es un drama, cambia un poco el registro, no está mal, y después voy a filmar un largometraje, en enero, concretamente en Brasil. La continuación de ‘Babysitting’. No sé si lo conocéis aquí en España. Eso será en enero, como le he dicho, y después tengo un cortometraje en marzo. Estoy muy contenta.

— Vaya, que trabajo no le falta.

— No, con estos dos trabajos ya estoy ocupada hasta finales de mayo. No está mal.

— Usted empezó a trabajar de niña en la televisión.

— Sí. Allí le tomé el gusto por la interpretación. Yo era lo que llaman en Francia “un niño de la tele”. Tengo muy buenos recuerdos de aquella época pero, aprender, lo que se dice aprender, muy poco. Por lo menos yo (se ríe).

— Y entró en la Escuela de Teatro y Cine.

— Exacto. Veo que sabe mucho sobre mí.

— No lo crea. Prefiero que me lo cuente usted misma. ¿Prefiere la televisión o el cine?

— Aunque parezca mentira, son dos medios totalmente distintos. En la televisión todo es más rápido aunque el cine cansa mucho más. También da más satisfacciones y te exige mucho más. Yo por ejemplo sigo haciendo cursos de interpretación, compaginando el trabajo con el estudio interpretativo.

— No me negará que, en la actualidad, hay series que son verdaderas obras de arte.

— Por supuesto pero todas son norteamericanas. Estoy abierta a todo.

— ¿Es posible que vuelva a la pantalla pequeña?

— Como le he dicho antes, en enero se estrena en Francia un telefilme. Intento estar en todas partes, aunque, si me dan a elegir, me quedo con el cine.

— Supongo que el film ‘Dios mío ¿pero qué te hemos hecho?’ ha sido un trampolín para su carrera.

— ¿Bromea? Ha sido mucho más. Es como si me hubiese tocado la lotería. Es como si estuviese en una nube. Por esto quiero estudiar y superarme a mí misma. Creo que esto es muy importante.

— Y a su buen quehacer.

— Sí, claro. Me refiero a la oportunidad. Y al éxito que ha tenido la película. Como le he dicho antes, mi carrera cinematográfica empieza aquí. Estoy en el principio. Es cierto que anteriormente había participado en series y una película, pero no quiero tenerlas en cuenta.

— ¿Le gusta más el drama o la comedia?

— Me gusta ser actriz.

Sabía que mi tiempo había terminado. Le agradecí el que ella me había dedicado y le pedí un favor.

— ¿Puedo hacerle una foto?

— Por supuesto, pero que salgamos ambos.

El flash ilumino unos segundos el salón vienés del hotel Casa Fuster, y Élodie Fontan, desapareció entre las mesas.

Élodie Fontan y nuestro colaborador Josep Lluis Mestres

Élodie Fontan y nuestro colaborador Josep Lluis Mestres

Me senté de nuevo, controlé la grabación y preparé mentalmente la entrevista a Phillippe de Chauveron, director de ‘Dios mío ¿pero qué te hemos hecho?’. Tenía poco tiempo. No tardó en llegar. Una vez sentado me miró fijamente a los ojos y sonrió. Era el momento.

— Usted escribió la idea junto a Guy Laurent ¿es difícil escribir junto a otro guionista? Supongo que hay ideas que chocan y cada cual desea poner la suya. Se debe perder mucho tiempo discutiendo por donde debe ir la película.

—En absoluto. Guy Laurent es un gran tipo y, además, es mi mejor amigo. Yo voy a comer a su casa, el viene a la mía, salimos juntos de copas. Primero escribimos todas las partes en que estamos totalmente de acuerdo. Las otras se van resolviendo poco a poco. Ya le he dicho que somos amigos. No nos vemos solo para trabajar. No sé cómo es trabajar con alguien que apenas conoces. Nosotros no tenemos problema. Muchas veces resolvemos los problemas ante una copa de buen vino.

— Tengo la impresión de qué le gusta más ser guionista que director. Es solo una percepción mía pero le brillan los ojos cuando me habla del guion. Además, usted empezó como guionista.

— Sí, yo empecé como guionista ya hace algunos años, y es verdad, me encanta escribir. No me malinterprete, me ilusiona dirigir, de lo contrario no lo haría. La verdadera esencia del cine, para mí, no está en la dirección si no en el texto. Uno empieza a crear el film desde la nada. Es el germen. La imaginación parte desde cero, no hay nada. Y poco a poco las cosas van saliendo, enlazándose unas con otras hasta formar escenas, luego secuencias. Todo está en la mente. Escribir es el cine más puro.

—Supongo que estará impaciente por hablar de su película pero ya que está aquí…

— No, no —me interrumpe— está equivocado. Lo digo en serio. A mí me gusta hablar de cine, de textos, de ideas. Se lo digo en serio. Si por mi fuera y tuviera tiempo, me pasaría hablando toda la noche con usted. Siempre con la condición de qué yo también pudiera preguntar.

—Siempre podemos quedar mañana y continuamos la conversación. Le invito a un Vermuth.

—Imposible. Tengo toda la mañana y la tarde ocupadas.

—Entonces continuemos. Siguiendo su filmografía me he dado cuenta de qué ha escrito todas sus películas ¿se ha planteado la idea de dirigir una película con el texto escrito por otra persona?

— Por supuesto que sí. No tengo ningún problema. Lo digo en serio. La verdad es que nadie me ofrece ningún texto cinematográfico. Deben pensar que los tengo pero no es cierto. Por esto escribo los míos. Estoy totalmente abierto a leer a otras personas. Tengo suerte de que me guste escribir, de lo contrario no dirigiría nada. Lo que faltan son buenos guionistas.

Phillippe de Chauveron

Phillippe de Chauveron

— Hablemos un poco de su película ¿cómo le surgió la idea?

— El primer flash que tuve, por decirlo de alguna forma, fue cuando leí en el periódico que en Francia se producen muchos más matrimonios mixtos que en el resto de Europa. Ni comparación con Alemania, Inglaterra o España. Si no me equivoco en Francia el 20 por ciento de los matrimonios son entre personas de distinta religión, raza, origen. Creo que éste fue el origen. El punto cero. Por otra parte, yo también conozco un poco el tema. Mi madre es una ferviente católica y vengo de familia burguesa. Mi hermano ha estado casado con una mujer magrebí, yo viví con una mujer africana y no pasa nada. Era un ambiente tranquilo y cordial, como la mayoría de las familias. Pero imagine a los Verneuil, el matrimonio de la película formado por Claude y Marie. Además, no con dos hijos si no con cuatro hijas. Ya sabe usted que los padres son más protectores con las hijas que con los varones. Y obligados a aceptar que sus hijas contraigan matrimonios mixtos.

— En el matrimonio Verneuil no se respira paz, que digamos. Siempre hay una tensión soterrada.

— Exacto. Pensé que, si además eran gaullistas, la cosa era perfecta. Vaya, que había muchas posibilidades para que la cosa funcionara.

— La película es un poco “todos contra todos”. Me refiero a que no solo el matrimonio Verneuil, blanco, católico, rico, tiene prejuicios si no que los judíos, chinos y árabes también los tienen con ellos mismos.

— Exactamente. El film trata de eso. Aunque muchos de las ocurrencias entre los yernos, fueron escritas más tarde, y algunas ni siquiera están en el guion. Ni Ary, ni Medi, ni Frédéric, ni Noom se conocían, y cuando los empecé a tantearlos como actores, me contaban chistes u ocurrencias en las que implicaban al otro. Creo que ahí rematamos el guion. Todo el mundo tiene defectos y virtudes. Reírnos de todos, empezando por nosotros mismos, es la mejor vacuna.

— Pero no es una película contra el racismo como muchas veces se ha intentado vender.

— ¡No! No, no, no —alza los brazos en cruz por encima de su cabeza como si hubiese dicho algo totalmente profano—. El racismo implica odio. Un odio gratuito. La película trata de prejuicios, algo muy diferente. Si lo piensa bien, todos tenemos prejuicios contra todos. El matrimonio negro ¿recuerda? Tiene prejuicios contra los Verneuil, no precisamente porque son blancos, si no franceses. Es algo que llevamos en los genes. Todos tenemos miedo a lo desconocido. Es algo innato en el ser humano.

— Me apetece hacerle la misma pregunta que anteriormente le he hecho a Élodie Fontan ¿cree que el cine francés y, concretamente la comedia, está en auge? Lo digo por la aparición de títulos como ‘Intocable’, ‘Bienvenidos al norte’, ‘Guillaume y los niños ¡a cenar!’, etc..

— Le voy a ser muy sincero pero lo digo como una percepción mía. A España, como en otros países, solamente llegan las películas de cierta calidad. Visto de esta forma, le podría decir que sí y lanzar una perorata sobre el nuevo cine francés. ¿La verdad? En Francia se hacen buenas películas, como las que me ha acabado de nombrar pero, también hay un cine desastroso. Como en todos los países. Hay comedias que son verdaderas genialidades y otras que son un fiasco. Dany Boom (‘Bienvenidos al Norte’) también trata sobre los prejuicios de los franceses. En España ocurre lo mismo. Entre las comunidades siempre surgen los recelos y los mal entendidos. Es algo natural. Ocurre en todos los países.

— ¿Cómo fue su relación con los actores durante el rodaje?

— Magnífica. No podría expresarlo de otra forma. Me ayudaron mucho. Daban ideas, opinaban, etc… muchas veces cambiamos el guion partiendo de las ideas que nos daban. Fue fabuloso.

Christian Clavier y Chantal Lauby ¿fueron su primera opción para encarnar al matrimonio Verneuil?

— No le quepa ninguna duda. Los imaginé como serian juntos y me enamoré de ellos. Yo amo a mis personajes. Por ejemplo a Medi Sadoun lo vi en un film titulado ‘Les Kaïras’, de inmediato, supe que lo necesitaba para la película; a Ary Abittan me pareció perfecto para el papel de yerno judío. ¿A qué se parece a George Clooney? Es un hombre alto y atractivo; Fred Chau tiene una energía comunicativa y un humor inigualables; Noom Diawara me había gustado en una o dos películas. Es un hombre muy inteligente. Son los yernos ideales, perfectos, aunque los Verneuil aún no lo saben. La verdad es que me apetecía dar salida a nuevos talentos. En el cine necesitamos sangre nueva. Usted me ha dicho antes que había hablado con Élodie Fontan. Bien, es una actriz de gran talento y la vi visionando un episodio de ‘Clem’, que es una serie de la TF1. Me dije a mi mismo: está mujer sería la nuera ideal. Ya conocía a Salimata Kamate del film ‘Intocable’, ¿recuerda? Es la que hace de mamá de Omar Sy. Aquí también hace de mamá, de Noom Diawara, y mujer de Pascal Nzonzi. Ambos encarnan al matrimonio africano que son igualitos que los Verneuil. Son encantadores.

Phillippe de Chauveron

Phillippe de Chauveron

— Supongo que trabajar con tantos personajes es un problema.

— No, no lo crea. Hay una cosa muy importante. Cada uno precisa de su momento. Hay que encontrar ese punto. Todos nos llevábamos bien, gracias a Dios. Aportaron muchísimo al guion

— Cuando va al cine ¿qué películas le gusta ver?

— Veo absolutamente de todo. Desde las películas de los hermanos Farrelly a las de Dino Rosy. Me gusta todo el cine en todas sus variantes.

— ¿También el drama?

— Por supuesto. ¿Ha visto ‘Mommy’?

Niego con la cabeza.

— Es una obra de arte. Cuando tenga tiempo escápese a verla. Es un film canadiense increíble.

— ¿Tiene en mente otro guion?

— La verdad es que sí, aunque nada concreto. Creo que tratará de un inspector de policía, pero ya sabe. La cosa puede variar. Es solo una idea. Lo que le puedo asegurar es que, Dios mío ¿pero que te hemos hecho? tendrá una segunda parte. Con comedia se puede evocar las cosas más graves. Por eso no quise hacer una película con mensaje. Vivimos una de las peores crisis de la historia. La gente necesita relajarse un poco. La verdad es que yo también.

— Supongo que el gran éxito que está teniendo su película en los cines de medio mundo será una garantía para que los productores inviertan en sus nuevos proyectos.

— Yo no lanzaría las campanas al vuelo. Es cierto que el film tiene una excelente acogida en todos los países. Pero bueno…uno no puede fiarse que con eso se garantice nuevas producciones. Ya veremos. Actualmente es un poco diferente que antes ya que la televisión también está metida en el negocio.

— Una de las cosas que más me gustan de su film es la fina ironía ¿Nunca temió que alguna comunidad se sintiera ofendida?

— Una vez terminado el guion, se lo entregamos a las diferentes comunidades para que lo leyeran y nos diesen su opinión. Nosotros no queríamos ofender a nadie o que nadie se sintiera maltratado. La sorpresa fue, cuando distintos miembros de las comunidades aportaron ideas sobre ellos mismos, ya sabe, clichés preconcebidos, chistes en los que se implicaban. Se lo he dicho antes, lo mejor es reírse de uno mismo. Por cierto ¿ustedes también toman vermuth?

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Josep Lluis Mestres

Josep Lluis Mestres, nacido en Barcelona (1960), ha sido director de la revista literaria Vians Literature, y sus narraciones, poemas y artículos han aparecido en distintas revistas especializadas. Es autor de variados libros de poesía y narraciones, y le han sido concedidos diversos premios literarios.

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