«Con claras influencias de El lobo de Wall Street y La gran apuesta, Juego de armas opta por ser una película divertida y de ritmo ágil.»
Parece que en los últimos tiempos, los productores cinematográficos buscan en las revistas o en los periódicos el contenido adecuado para poder crear algunas de sus obras. Valgan como ejemplo Argo (2012) o la ganadora del Oscar, Spotlight (2015). Ambas, son dos ejemplos recientes de artículos o noticias periodísticas que fueron llevadas a la gran pantalla aunque mucho antes tuvimos la magnífica Tarde de perros (Sidney Lumet, 1975), Casi famosos (Cameron Crowe, 2000) o la mismísima, aunque no buena película, Fiebre del sábado noche (John Badham, 1977). Todas coinciden además, en que son films de éxito, por lo que no es de extrañar que muchos directores, productores o guionistas recurran al periodismo en busca de material para hacer sus largos.
Juego de armas (2016) entra dentro de este nuevo modelo, ya que está basado en un artículo del año 2011 redactado por el periodista y escritor Guy Lawson. En él nos situaba en la época en la que el mandato de George W. Bush agonizaba, en la que el gobierno firmaba grandes contratos sin licencia para suministrar armamento en las guerras de Irak y Afganistán. Fue una época muy polémica, principalmente por las críticas vertidas debido a este hecho, y por los favoritismos y especulaciones con la guerra. Debido a todo este lío, el gobierno de Bush decidió allanar el camino con Operaciones Comerciales Federales, o lo que es lo mismo, no abrir a nadie las ofertas de contratos militares. Pero esta operación tenía algunas lagunas que las pequeñas empresas podían aprovechar.
Y no había empresa más pequeña que la de dos veinteañeros de Miami, que se dejan llevar por la codicia y, a base de vender armamento al ejército se hacen millonarios de la noche a la mañana. ¿Cómo lo consiguieron? Tan sólo necesitaban un ordenador y una conexión a Internet para, de esta manera, poder participar en las licitaciones de las fuerzas armadas de los Estados Unidos. Consiguieron hacerse un nombre, cuando pasaron un cargamento de pistolas hasta Bagdad. El resto, es historia y mucho dinero.
Esta es la base del artículo periodístico en la cual se sustenta esta mordaz película, inteligentemente dirigida por Todd Phillips, en su primera película “seria” tras títulos como Road Trip (2000), Aquellas juergas universitarias (2003) o la trilogía de Resacón (2009, 2011, 2013). En Juego de armas, Phillips no ha perdido ni un ápice de ese humor socarrón y gamberro que le hizo famoso, a pesar de realizar una película que navega entre la comedia y el drama, incluso con algunos tintes de thriller. Sería muy difícil englobarla en un único género. A pesar de ello, el film funciona mejor cuando la comedia logra hacerse la protagonista aunque afloja en los momentos más serios, aunque éstos no ocupen ni la cuarta parte del metraje.
El ritmo del montaje es ágil y divertido, dividida en pequeños capítulos con su título correspondiente de no más de un cuarto de hora de duración, que ayuda al espectador a digerirla mejor. Durante el visionado se nota la influencia de películas como El lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2013) o La gran apuesta (Adam McKay, 2015), por citar dos títulos recientes, donde los personajes se hacen millonarios partiendo de la nada y en las que todas ellas, tienen el crítico mensaje político de turno. Juego de armas no le va a la zaga a ninguna de estas dos, y obtiene un efectivo resultado equilibrando los géneros anteriormente mencionados, centrándose además en la crítica al gobierno de Bush. Los dos protagonistas principales, además, no son enjuiciados por el director sino que éste deja que sean los espectadores los que se creen su propia opinión final sobre ellos y sus actos.
Estos dos principales personajes son interpretados por Jonah Hill y Miles Teller. El primero, visto en la propia El lobo de Wall Street, da vida a Efraim, al cual le da el toque mordaz, caradura y descarado que el personaje necesitaba. El segundo, visto en Whiplash (Damien Chazelle, 2014), interpreta a David Packouz y, aunque no llega al nivel interpretativo de su partenaire, cumple bien con el papel asignado. Ellos dos son los que ocupan gran parte de la duración de la película en pantalla, la mayoría de veces juntos, haciendo notar ese feeling tan requerido para dos actores que llevan el peso durante toda una película.
Lo único que no se salva del film son las partes más serias. Flojea principalmente cuando se deja de lado la trama principal y se adentra en la problemática familiar del personaje de Teller. En este caso, ni la propia Ana de Armas (Toc Toc, 2015) que interpreta a su esposa Iz, salvan la situación. La actriz española aparece poco, pero su historia podía haber sido totalmente prescindible. Menos minutos que ella tiene Bradley Cooper, aunque sus apariciones son destacadas y en momentos cumbre de la historia. También se echa de menos algún factor sorpresa.
En definitiva, Juego de armas es una película entretenida y efectiva, que dará a Todd Phillips la posibilidad de rodar películas más serias en el futuro. Ha dado un salto de calidad.
Sinopsis Historia de dos jóvenes a los que el Pentágono pagó 300 millones de dolares para armar a los aliados americanos en Afganistán.
País Estados Unidos
Director Todd Phillips
Guión Todd Phillips, Jason Smilovic
Música Cliff Martinez
Fotografía Lawrence Sher
Reparto Miles Teller, Jonah Hill, Ana de Armas, Bradley Cooper, Jeff Pierre, Shaun Toub, Barry Livingston, Brenda Koo, JB Blanc, Trevor Keveloh, Roman Mitichyan, Mehdi Merali, Ashley Spillers, Aaron Lustig, Said Faraj, Ashli Haynes
Género Comedia
Duración 114 min.
Título original War Dogs
Estreno 09/09/2016
Trailer
