La leyenda de Barney Thomson (2015), de Robert Carlyle – Crítica

La leyenda de Barney Thomson

«La sorpresa, el sobresalto y la efusión de sangre pueden aparecer inopinadamente en cualquier escena de La leyenda de Barney Thomson, que -debemos confesar- nos ha hecho reír mucho e, incluso, pensar un poco.»

Únase a partes iguales los filmes más siniestros de Tim Burton con las mejores ironías de los hermanos Coen, añádase un golpe generoso de humor inglés, póngase en una copa modelada con dedicación y, prepárese para disfrutar. Tales son los ingredientes de esta ópera prima de Robert Carlyle a quien, hasta ahora, teníamos por un actor excelente que salía más que airoso de los más inverosímiles registros y que, a partir de ahora, deberemos considerar, como un director que sabe lo que gusta al público. Como mínimo.

Película recomendable, salvo para los que odien el humor inglés –que alguno hay- y no apta para cardíacos, porque la sorpresa y el sobresalto, la efusión de sangre y las artes por partes de Jack el Destripador, pueden aparecer inopinadamente en cualquier escena de esta cinta que, debemos confesar, nos ha hecho reír mucho e, incluso, pensar un poco.

Es inevitable que la película nos recuerde la siniestra Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street (2007, Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet) o The Man Who Wasn’t There (20011, El hombre que nunca estuvo allí). ¿Qué tienen en común estas dos películas de Tim Burton y de Joel Coen con el Barney Thomson de Carlyle? Resumo: Que en los tres casos el protagonista es un barbero; que en las tres películas hay más sangre que en un matadero; y, finalmente, que en las tres películas aparecen mujeres, de alguna manera, fatales. Ir más allá sería desvelar demasiado la trama.

La película descansa sobre las espaldas de su director y protagonista, Robert Carlyle, pero también de Emma Thompson que, en estos últimos años, parece trabajar a destajo (nueve películas en los últimos tres años, que no es poco). Aquí no es que esté irreconocible, es que su madurez ha sido acentuada con un maquillaje que la ha avejentado hasta el punto de dejar su rostro, como ha indicado un crítico británico, “como un sobre de té recién estrujado”. Soberbios ambos actores, sería una película inconcebible faltando uno de ellos.

¿Qué más debemos saber de esta película? Si usted es hombre (o mujer) de fe, créame, vaya a verla, sin querer saber más. Se divertirá. Y si invita a alguien, triunfará. No crea a quien le dice que la cinta hace reír pero no en exceso. Créame: pasará una buena tarde y se reirá con su pareja. Es importante reír en unos momentos en los que los motivos para reír pueden contarse con los dedos de la oreja. Y mucho más en el Reino Unido, desde donde nos llega esta película envasada como producto “Made in Britain” de la cabeza a los pies.

Pero si usted quiere algo más de información para poder estar seguro de lo que va a ver, le diré que el Reino Unido vivía una situación política anómala en el momento en el que se filmó está película e incluso ahora cuando se ha estrenado: el Brexit, el referéndum convocado por el gobierno para saber si los ciudadanos decretan el fin de la relación del Reino Unido con la Unión Europea. El Brexit lleva angustiando a los ingleses desde hace más de año y medio ¿Qué tiene que ver esto con la película de Carlyle? Mucho: a fin de cuenta el referéndum sobre el Brexit se ha convertido desde hace mucho en un debate sobre la identidad británica. ¿Cuáles son los valores, los signos de reconocimiento y el estilo que definen lo que es británico? Eso es una “identidad nacional”: la búsqueda de sí mismo. Lo que hace el protagonista de la película, el barbero Barney Thomson, es justamente eso: buscarse a sí mismo, buscar su identidad y su pasado, sus orígenes. Saber, en definitiva, quién es y de dónde ha salido. En este sentido, la película es la perífrasis simbólica de todo un país. Barney, es el británico medio, el de toda la vida, el que se pregunta quién es y porque es como es y no de otra manera. Justo lo que ha terminado siendo el debate sobre el Brexit.

Además, es inevitable ver en la película una reflexión sobre la muerte y lo inesperado. La muerte está en donde menos lo podemos imaginar. La vida breve, puede ser más breve cuando se dan una serie de circunstancias imprevistas. Vale la pena, pues, que nos demos prisa en recuperar o indagar sobre nuestra identidad, porque en el peor momento, un resbalón, un accidente o cualquier imponderable será suficiente para que nos canten el miserere.

Esto es lo que usted va a ver y lo que le va a hacer reír según su nivel de tolerancia, incluso hasta desternillarse. La película solamente la podía hacer alguien con una vis cómica encomiable. Carlyle está tocado con el don de saber hacer reír. Lo sabemos desde que le vimos actuar en The Full Monty (1997). Pero si en aquella ya lejana película, la comedia se desarrolla sobre el escenario de un drama social (el paro en las Islas Británicas de los años setenta tras el reajuste del sector minero), en la Leyenda de Barney Thomson el humor está en primer plano y el drama inherente es completamente secundario y, en cualquier caso, perfectamente integrado en la comicidad de las situaciones. Es, pues, una comedia negra.

La película ha recibido críticas de todo tipo; lo advertimos. Como hemos dicho, el humor inglés no gusta a todos y especialmente a quienes se obstinan en que el “buen cine” es el de Arte y Ensayo. Por nuestra parte, reconocemos méritos a todo aquel que intente hacer reír sin caer en la zafiedad y en la vulgaridad. ¿A quién no le gusta reír? Más aún ¿quién no necesita reír? Y si mediante la risa se nos transmiten algunos mensajes que nos pueden enseñar algo, mejor que mejor. ¿Qué los actores no se cuadran en poses dramáticas ni pronuncian sentencias lapidarias? La película tiene momentos en los que se adivinan brutalidad y salvajismo. Pero no es zafia, facilona, ni soez. Si lo fuera, simplemente, nos repugnaría.

Incluso los críticos más despiadados de esta película han reconocido que las actuaciones de sus dos protagonistas principales, son antológicas y difícilmente olvidables. La tarea del director, mucho más que aceptable. Especialmente si tenemos en cuenta que es el primer largometraje de Carlyle y que puede deparar todavía muchas sorpresas y pulir algunos flecos producto de su bisoñez a éste lado de la cámara. La fotografía y la música llaman la atención y demuestran que, incluso en el género de la comedia, estos factores son coadyuvantes para redondear efectos cómicos. En cuanto al guión cabe decir que, junto a la interpretación, constituye lo mejor de la cinta.

Es posible que la película tenga más entusiasmo que pericia por parte de Carlyle, pero el resultado global es francamente bueno y nunca está de más animar a los directores recién estrenados a persistir en el camino que han iniciado, especialmente si, desde el principio, han manufacturado un producto hilarante.

La leyenda de Barney Thomson

Sinopsis Barney Thompson es un torpe y tímido barbero que trabaja en una peluquería de Glasgow. Lleva una vida mediocre de soltero empedernido, se siente ninguneado en el trabajo y en casa, donde debe lidiar con una madre dominante. Su rutina sufre un cambio inesperado el día que su jefe le comunica que lo va a despedir por su incompetencia y por su mal talante con los clientes. Es entonces cuando un homicidio involuntario lo convierte en el principal sospechoso de una serie de macabros crímenes, obra de un psicópata. Debido al acoso al que lo somete la policía, se ve obligado a mentir e improvisar para intentar librarse de semejante acusación.
País Reino Unido
Director Robert Carlyle
Guión Richard Cowan, Colin McLaren
Fotografía Fabian Wagner
Reparto Robert Carlyle, Ray Winstone, Emma Thompson, James Cosmo, Ashley Jensen, Samuel Robertson, Martin Compston, Tom Courtenay, Brian Pettifer, Kevin Guthrie, Stephen McCole, Ruari Cannon
Productora Trinity Works Entertainment / Sigma Films
Género Comedia
Duración 90 min.
Título original The Legend of Barney Thomson
Estreno 17/06/2016

Calificación7
7

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

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