«Virgin Mountain es una opción muy recomendable y, aunque a mi entender no llega al nivel (muy alto) de sus compatriotas Sparrows o Rams, sí es más accesible para el gran público.»
Islandia es un país poco pródigo en cuanto a películas se refiere. Apenas recordamos un par de largometrajes producidos allí que hayan llegado hasta nuestras fronteras. Quizás el ejemplo más claro pueda ser la extraña ‘De caballos y hombres’ (Hross í oss, 2013) de Benedikt Erlingsson. Pero algo ha debido de cambiar en el país nórdico cuando durante este 2015 se han rodado tres buenas películas: ‘Sparrows’, ganadora de la Concha de Oro en San Sebastián; ‘Rams (El valle de los carneros)’, vencedora en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes, y de la Espiga de Oro en Valladolid; y ‘Virgin Mountain’, con varios premios, incluída Mejor Película, en el Festival de Tribeca.
Esta última ha sido la elegida para ser proyectada en el Actual 2016. Una historia sobre un cuarentón obeso e inadaptado que aún vive con su madre, y que un buen día recibe un cupón para acudir a clases de baile. Allí conoce a una chica que despierta en él deseos de hacer algo más allá de jugar con sus maquetas de la II Guerra Mundial. Un relato tierno y bien construido, reflejo extremo de un buen puñado de miles de personas (tirando por lo bajo) que, con o sin problema de sobrepeso, apenas se atreven a vivir. O mejor dicho, conforman un estilo de vida que apenas deja resquicios para la interacción con el resto del mundo. Viven su día a día sumidos en una rutina que los aleja de todo riesgo y novedad. Tienen tanto miedo, tan poca autoestima, que prefieren aislarse a afrontar cualquier tipo de desafío: entablar conversación con un extraño, iniciar una relación sentimental, o simplemente cambiar de plato en su resturante favorito.
Parte de la culpa recae en estos individuos, pero es indudable que la sociedad no está exenta de responsabilidad. Ni mucho menos.
Es desasosegante ver como este amable y sensible grandullón es apartado y vapuleado repetidamente por individuos miserables y prejuiciosos. ‘Virgin Mountain’ presenta a un personaje con unas virtudes de nobleza e inocencia tan extraordinarias que eclipsan cualquiera de sus defectos, y un buen número de secundarios viles y ruines. En este aspecto determinado, sí he echado en falta un poco más de equidistancia a la hora de atribuir cualidades, aunque cierto es que la película no se excede en su vertiente sentimentaloide. El humor, muy bien introducido, rebaja el drama y aporta frescura al relato.
Nos resta por comentar la interpretación de su protagonista, Gunnar Jónsson, quien por cierto también aparece en la mencionada ‘Rams’. Pues bien, Jónsson realiza un trabajo fantástico. Transmite una vulnerabilidad que asusta, y hace de su personaje alguien profundamente entrañable.
En definitiva, ‘Virgin Mountain’ es una opción muy recomendable y, aunque a mi entender no llega al nivel (muy alto) de sus compatriotas ‘Sparrows’ o ‘Rams’, sí es más accesible para el gran público.