Las golondrinas de Kabul (2019) – Crítica

Encuentra la virtud en la silueta, y nos muestra con auténtica delicadeza cómo es la nula intimidad de los hogares de los pobres, cómo fue el Kabul de los teatros y la música en las calles.

Zabou Breitman acierta en todo: diseño de producción, diseño gráfico, narración, sencillez, y estiliza el drama, pasa de largo por el melodrama y desemboca en tragedia, esa tragedia femenina que recorre éste planeta desde que lo habitamos. ¡Cómo será de acertada la acuarela de cuatro colores dominantes, para terminar con la sensación de haber visitado el KABUL de los talibanes! Además, lo sencillo de esos fondos, colores y trazos, se apoya en la diversidad de un universo pequeño pero plural, múltiple, frente a la homologación de la multinacional Disney, que en su afán por homologar, niega la realidad y aboga por una ideología dominante reaccionaria de principio a fin, no como cuando en sus inicios cuidaba a cada uno de “sus enanos”.

Azul burla, verde militar, marrón arcilla y el rojo en algunos momentos que lo requieren, junto con un gris desvaído que entristece La Luz de un Kabul sanguinario e integrista, retratado como una dictadura tan efectiva como selectiva y salvaje, vista muchas veces a través de la rejilla del obligado burka, que como bultos esconde a la mayoría de la población diezmada tras años de guerra con los soviéticos.

¡Cómo será de acertada la acuarela de cuatro colores dominantes, para terminar con la sensación de haber visitado el KABUL de los talibanes!

Animar acuarela, permite elegir y dosificar los medios en una economía de medios, gestos y movimientos. Dosificar es darle a la narración la belleza y el impacto con la sencillez; esto le otorga un valor lírico y narrativo, tanto al leve oscilar del visillo de una ventana carcelaria, como a la primera aparición de un par de golondrinas que dibujan en un instante el requiebro en vuelo que las caracteriza. La noche y a luz diurna describen y narran, al hacerlo, la realidad de un país que apedrea a esos bultos azules en que han convertido a sus mujeres y que en una preciosa metáfora se metamorfosearán en las golondrinas de Kabul.

La diversidad tecnológica de la animación cinematográfica, brinda hoy miles de posibilidades soñadas por muchos desde sus inicios y permite ya abordar un cine político, combativo y lírico sin tener que envidiarle nada a la imagen real, ni recurrir a grandes producciones no accesibles a todos los narradores. Sin embargo, Zabou Breitman sorprende con el simple salto de un gato, encuentra la virtud en la silueta y abre un sentido y sensibilidad a la ejecución de las sombras, sus líneas, las áreas de la luz ondulante, y nos muestra con auténtica delicadeza cómo es la nula intimidad de los hogares de los pobres, cómo fue el Kabul de los teatros y la música en las calles y como a veces, cuando ya se te hace tarde, cambiar tu huida por luchar por el futuro de los jóvenes cobra un sentido y una profunda generosidad. Por si fuera poco lo anterior, el espectro social entre adolescentes y ancianos puede disfrutar de una muy buena película que es apta para todos.


Sinopsis Verano de 1998. Kabul es una ciudad en ruinas ocupada por los Talibanes. Mohsen y Zunaira son dos adolescentes que se han enamorado pese a vivir en un entorno repleto de violencia y miseria. Aunque van sobreviviendo día a día, un acto irresponsable de Mohsen cambiará sus vidas para siempre.
País Francia
Dirección Zabou Breitman, Eléa Gobbé-Mévellec
Guion Zabou Breitman, Patricia Mortagne, Sébastien Tavel
Música Alexis Rault
Género Animación
Duración 80 min.
Título original Les hirondelles de Kaboul
Estreno 21/02/2020

Calificación8
8
Etiquetas Cine Francés

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