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La última reina (Firebrand, 2023): Intrigas, Empoderamiento y Un Rey con Culazo Tudor

El rey rollizo y la reina etérea: ¿genialidad o cartón piedra?

Una película histórica, un poco bodrio, que apesta a serie de Neftlix y «empodera» la figura  de Catalina Parr, la sexta y última esposa de Enrique VIII. Como apuntan algunas críticas, creo que Jude Law hace un buen trabajo pero, a pesar de lo que afirman algunos, no llega a ser para nada impresionante. Ha apostado por un papel arriesgado, sí; se ha puesto como un tonel, también, pero no acabo de verlo como rey. Y eso que este hombre siempre me ha caído fenomenal y me ha gustado en sus papeles habituales (de comedia cursi anglosajona). Sin embargo, aunque haya conseguido un culazo grasiento al estilo Tudor, no acabo de creérmelo. Y a ella, a Alicia Vikander, que sí que es muy elegante, inteligente y etérea, tampoco. Acaso será porque soy un poco machirulo y me encantan las películas históricas al estilo de Braveheart o Gladiator, donde hay batallas sangrientas con mucha espada, épica a borbotones y testosterona a raudales: «fuerza y honor», ya saben… Si eso es lo que buscan, amiguetes tabernarios, mejor no vayan, porque no hay nada por el estilo.

Estos ingleses se repiten más que el gazpacho: siempre hay una perlita de leyenda negra contra el Imperio Español.

A ver… la película es una retahíla de intrigas cortesanas derivadas de la amistad de la reina con una antigua conocida muy progre, muy hereje… y muy deslenguada también, dicho sea de paso. La susodicha quiere olvidarse del latín y lucha para que la misa se celebre en inglés, para que el pueblo pueda entenderla y cantarla, como decía Machado (ojo: ahora tampoco nos enteramos, ¡mujer!… pero, bueno, eso no viene al caso). La amiguita es muy echada para adelante, pero su bravura hace que la reina se meta en un lío tremendo por su culpa, y el rey, que es más bruto que un arado, se las hace pasar un poco canutas.

Leyenda negra y cartón piedra

Si quieren más detalles, vayan a verla, aunque le sobran algunos minutillos. Por otro lado —y es que estos ingleses se repiten más que el gazpacho —, hay (¡cómo no!) una perlita envenenada de leyenda negra contra el Imperio Español. Resulta que el desalmado, cruel y misógino rey Enrique le regala a su mujer un loro llamado Carlos, en «honor» al monarca español y, para más inri, comenta que es igual de inútil que él. Seguramente, el obeso y ulceroso rey de Inglaterra y señor de Irlanda envidiaba los éxitos del Emperador: la consolidación del Imperio Habsburgo, la expansión territorial en América, su defensa de la Cristiandad o sus victorias militares y diplomáticas en Europa. Un inciso: ya va siendo hora de que en España reivindiquemos nuestro pasado y hagamos una peliculilla sobre, por ejemplo, el Cerco de Numancia, la Batalla de las Navas de Tolosa o la Batalla de Cartagena de Indias, porque la Guerra Civil ya está muy vista, ¿no les parece? Así más de un inglés y más de un español negrolegendario se enterarían de que hay un plus ultra más allá del 36.

Acaso será porque soy un poco machirulo y me encantan las películas históricas al estilo de Braveheart o Gladiator, donde hay batallas sangrientas con mucha espada, épica a borbotones y testosterona a raudales: «fuerza y honor», ya saben… Si eso es lo que buscan, amiguetes tabernarios, mejor no vayan, porque no hay nada por el estilo.

Volviendo a la película, para mi gusto hay demasiadas escenas en interiores (una verdadera lástima, en mi opinión, ya que nos priva de los alrededores del Palacio de Whitehall). Además, la fotografía y la textura de la imagen podrían mejorarse; no sabría explicar exactamente por qué, pero me transmite una constante sensación de cartón piedra y de serie B pretenciosa. En cuanto al reparto, más allá de Jude y de Alicia, poco hay que destacar.

Desde mi humilde y carcunda opinión, y seguramente mi mujer, cinéfila y amante también del cine histórico, coincida conmigo: se echa en falta un medievalismo más clásico, de acero e hígados, y menos enredo cortesano… ¿o quizá me equivoque y esté yo pasado de moda? De todas formas, antes de ver otra peli guerracivilista o ñoña, opten por el rollizo Law, «que bien vale una misa», ¡maldita sea! Por cierto, me ha encantado cómo se lavan los dientes.

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Guillermo Pérez-Aranda Mejías
Soy un escritor romántico con matices quevedescos. Disfruto con lo absurdo del surrealismo y me apasiona encarcelarme en mi castiza torre de marfil, donde desarrollo mi creatividad rodeado de música, de libros, de cine y de lo más selecto de la humanidad huyendo así, en la medida de lo posible, de lo más mundano. Roquero trasnochado y poeta de lo grotesco, he decidido, como si fuera un samurái que se destripa por su honor, entregar mi vida por entero al arte.

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