
Empieza muy bien, se desarrolla con rigor documental, pero recibe una forzada vuelta de tuerca final que, quizás en un intento de darle una vis trágica, resulta exagerada y fuera de lugar. La verosimilitud lograda al principio, se va al carajo en un santiamén. Una verdadera lástima. Aun así, me ha gustado mucho por los motivos que voy a enumerarles a continuación.
1. Nueva York:
La ciudad se presenta tal cual es, como la vi en julio cuando estuve por esos lares: sucia, triste, gris, con olor a marihuana, plagada de indigencia y con muchos locos sueltos. La película huele, y esto es un claro acierto. Logra transmitir los hedores característicos de barrios como Manhattan, Williamsburg o Chinatown, cada uno con sus particularidades. Se perciben los olores del metro, la podredumbre, la droga, el maltrato, la marginalidad, la muerte, la sangre, la mierda y el sexo. Muy pocas películas apestan como esta. El Nueva York de Ciudad de Asfalto representa la decadencia y la caída de un imperio. Si esta es una de las ciudades más importantes del mundo occidental, estamos jodidos. Cuando ves que un joven paramédico tiene que compartir piso con dos chinos locos en Chinatown, en una casa que parece de okupas, te preguntas si eso es el sueño americano y llegas a la conclusión de que esa quimera ha terminado, convirtiéndose en una terrible pesadilla.
Si esta es una de las ciudades más importantes del mundo occidental, estamos jodidos.
2. Sean Penn:
Parece una vieja o un Rolling Stone, y eso está muy bien. Mantiene un aspecto natural y envejece acorde a su edad: luce arrugas, canas y las expresiones y marcas de una vida, como debe ser. Un paramédico divorciado que ha tenido una existencia dura no tiene tiempo para el bótox ni para el blanqueamiento dental. Por otro lado, su actuación es sobresaliente; solo con su presencia logra convencer al espectador. Es un actor que no me entusiasmaba en su juventud pero, en mi opinión, ha madurado de forma excepcional.
Sean Penn parece una vieja o un Rolling Stone, y eso está muy bien.
3. Los otros actores:

- El coprotagonista veinteañero del film, Tye Sheridan, no lo hace del todo mal. Para estar sin cocer, y siendo yo bastante detractor de su generación, creo que convence al sostener con garbo la hondura y el talento de Penn.
- Michael Pitt: es un cabronazo de primera al que le gusta el Metal. Saca de quicio y te dan ganas de matarlo a hostias, así que, ¡ole por su interpretación!
- Myke Tyson: su cameo resulta y sorprende. ¿Una futura estrella del celuloide en ciernes?
- Raquel Nave: luce con orgullo unas tetas desvalidas y un frondoso pubis, acordes con el ambiente del film. Mi aplauso también para ella por ignorar siliconas y aceptar la gravedad.
Muy pocas películas apestan como esta.
4. Argumento:
Ollie es un paramédico novato que, mientras trabaja en emergencias, estudia para su examen de acceso a la Facultad de Medicina. Tiene como compañero a Rutkovsky, y juntos recorren las calles de Nueva York enfrentándose a situaciones muy crudas: peleas, accidentes, infartos, partos, incendios… Las vivencias extremas pondrán al límite tanto al veterano como al novato en una película que flojea algo por la mitad, pero que muestra un oficio digno de respeto y que todos debemos tener en cuenta. Jean-Stéphane Sauvaire (director) acierta con el tema, con Penn y con la ambientación del film.



