El Hobbit: un viaje inesperado. Por favor, dejen su cerebro en la entrada

Martin Freeman en El Hobbit

Rodar El Hobbit tras el rotundo éxito de El señor de los anillos, y contar para ello con los mismos responsables que hicieran posible aquella, supone asegurarse un enorme taquillazo.

Pero a su vez conlleva el riesgo de defraudar a los millones de seguidores que esperan algo similar (pues así se les ha vendido), cuando en verdad la historia difiere en tono y magnitud. El Hobbit, me refiero al libro, está más cercano al clásico cuento de magia y fantasía. Es, por tanto, más sencillo y más infantil.

Da la impresión de que Peter Jackson ha intentado hacer malabarismos con todas estas variables, y que al final varias de ellas han terminado por caer.

Desde temprano podemos percibir un tono menos solemne, pero el esfuerzo por asignar a esta pequeña aventura la dimensión de El señor de los anillos es evidente, y para mí, un enorme error.

En vez de apostar por una película sencilla, con encanto y predilección por el detalle, el excelente director neozelandés ha inflado la película y la ha convertido en un monstruo que responde a la fórmula del blockbuster más palomitero, lo cual es sinónimo de entretenimiento y vacuidad.

Vamos, que quien busque olvidarse de este mundo por un rato para sumergirse en la Tierra Media verá cumplidas sus aspiraciones, pues a nivel visual y de ambientación El Hobbit es notable. Y lo es a pesar del abuso que se realiza de las tecnologías digitales, menos integradas esta vez en el conjunto.

El Hobbit: un viaje inesperado

Pero quien busque algo más allá, esta no es su película. Pues no puedo evitar la sensación de que para disfrutar completamente de El Hobbit hay que dejar el cerebro a la taquillera de la entrada. Pues se producen continuas situaciones límite de las cuales son salvados una y otra vez los protagonistas en el último instante por un deus ex machina que por repetitivo se vuelve insultante para el espectador.

Mucho se ha hablado de su inicio lento y alargado, pero es cuando comienza la acción y la película debe ascender en emoción y calidad, cuando verdaderamente se viene abajo.

Esto no quiere decir que El Hobbit: un viaje inesperado no tenga sus momentos. Su prólogo, dirigido por una voz en off que nos sitúa la historia es magnifico, la secuencia en la que nos reencontramos con Golum muy divertida, y el final nos deja con las ganas de conocer al dragón.

No debemos olvidarnos de unas buenas interpretaciones de Martin FreemanIan McKellen, este último visiblemente más envejecido (extraño al tratarse de una precuela, pero también inevitable).

Calificación5.5
5.5

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Arturo G. Maiso

Viajero y cinéfilo. Director de Marketing en una plataforma de financiación participativa, CEO de AGM Comunicación Multimedia y director de El Cine en la Sombra.

1 comment

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  1. Camila 5 octubre, 2015 at 23:39 Responder

    Es un libro para niños el cual obviamente posee muchas resoluciones fantásticas y predecibles; y fue maravillosamente adaptado en una película encantadora y perfectamente realizada. Me parecen éstas opiniones casi de un espectador ignorante y falto de criterio, nada que ver con un sitio tan serio e interesante.

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