Like Crazy comienza siguiendo las pautas habituales de una comedia romántica: chico conoce chica y ambos se enamoran. El conflicto surge con la distancia, cuando ella debe volver a su país. Ahí comienza el drama, que se extenderá hasta el final de la película.
Like Crazy consigue plasmar muy bien lo que supone una relación a distancia, la ansiedad que conlleva no poder ver a la persona que quieres, la frustración que produce el paso del tiempo sin ella a tu lado, el agotamiento, el desgaste, la lucha, la rendición, y de nuevo la lucha, y de nuevo la rendición…
Refleja muy bien la imposibilidad de llevar una vida en un sitio cuando tu cabeza o tu corazón están en otro, el daño causado cuando una persona trata de seguir adelante sin la otra, el daño causado cuando esa misma persona decide rectificar. Y finalmente, como afecta todo esto a las personas de tu alrededor.
Me encanta como el espectador al principio de la película ve a sus protagonistas como la pareja perfecta, y como poco a poco las dudas aparecen. Conforme el tiempo pasa y la distancia emocional entre ellos es mayor, comienzan a hacerse visibles las heridas, y estas comienzan a sangrar, y es entonces cuando el espectador, al igual que los sufridos protagonistas, no saben si seguir intentándolo es la mejor opción.
Las interpretaciones están realmente conseguidas, muy en la línea de la naturalidad que desprende el relato.
El desenlace, muy comentado, con opiniones de todo tipo, es para mí uno de los mejores momentos del film.
Sin embargo, Like Crazy no logra emocionar, no cala en los huesos. Y esto en una película de estas características es un lastre demasiado grande. Su frialdad congela sus sobradas virtudes, teniendo como resultado una película muy recomendable, pero no tremendamente disfrutable.