Men, Women and Children (2014): Usted está aquí

Previamente: MW&C (parte 1) – ¡Atención, por favor!

Men, Women & ChildrenJason Reitman vino al mundo mes y medio después de que, el 5 de septiembre de 1977, la NASA lanzase al espacio la sonda Voyager con destino desconocido. Yo, medio año más tarde… ¿Y tú?

Precisamente, ‘Men, Women & Children‘ arranca con una secuencia de la nave espacial Voyager surcando los confines de nuestro sistema solar. Aunque la mayor parte de la raza humana no lo sepa, la Voyager es el artefacto a través del cual nuestra especie en su conjunto lleva 36 años tratando de llamar la atención a algún interlocutor extraterrestre, con el objetivo de iniciar la que promete ser la conversación más trascendental de nuestra historia, desde las que en su día mantuvieron Moisés y Mahoma con Iahvé y Alá respectivamente. Y aunque aún es pronto para saber si será un Encuentro Cercano de los del Tercer Tipo, en lo que sí parecía haber consenso entre Sagan y Spielberg es que, al objeto de garantizar la mayor probabilidad de que el mensaje, de ser recibido, sea interpretado de forma correcta, este debería expresarse en un lenguaje universal (nunca mejor dicho). Y, ¿acaso existe un lenguaje más universal que la música…?

Carl Sagan, que además de un gran astrónomo y mejor divulgador, era un melómano empedernido, seleccionó personalmente los “hits” que la Voyager transportaría en su interior hasta los confines del universo: una nutrida representación de todos los estilos musicales de nuestro mundo, diseñados para reproducirse en el espacio durante mil millones de años, con el objetivo de proporcionar a una potencial vida extraterrestre, (que potencialmente tuviera un sistema auditivo y potencialmente tuviera una capacidad de raciocinio capaz de deducir qué demonios estaría escuchando), una idea de quienes somos nosotros, los humanos. Fue también idea del astrónomo norteamericano registrar, en esos discos de cobre bañados en oro para evitar la corrosión, saludos en 59 idiomas, el sonido de una ola rompiendo en mitad del océano, el viento ululando a través de un tronco hueco de roble, el canto de las ballenas, el latido de un corazón humano, o el sonido de un beso…

Men, Women & Children

36 años más tarde, la sonda Voyager abandonó el sistema solar, concretamente el 27 de septiembre de 2013. Pero antes de internarse más allá de la órbita de Plutón, por petición expresa de Carl Sagan, echó un último vistazo hacia atrás, y a 5.900km de la Tierra, hizo una foto en la que salíamos todos. Un selfie colectivo del tamaño de un pixel. Una mota de polvo suspendida en un rayo de luz. A Pale Blue Dot (un pálido punto azul), como el mismo astrónomo predijo, a pesar de que no vivió lo suficiente como para poder ver este minúsculo retrato colectivo.

27 de septiembre de 2013, ¿qué hacías tú ese día, en el preciso momento en que la sonda espacial Voyager rebasaba el límite del sistema solar…? Piénsalo. ¿Quizás estabas trabajando en red o mantenías una videoconferencia por Skype?, ¿puede que te dedicaras a buscar un documento electrónico en el servidor de tu negocio o pareja en Meetic?, ¿a chatear por la intranet de tu corporación o por Whatsapp con algún amigo…? Lo mismo estabas compartiendo algo en Dropbox o en tu muro de Facebook, redactando un e-mail o una búsqueda en Google, echando una partida on line a un RPG multijugador, viendo el capítulo de una serie o una peli en streaming…, o todo ello a la vez. O sencillamente, como era el caso de Don Truby (uno de los protagonistas de ‘Men, Women & Children‘, interpretado por Adam Sandler), masturbándote mientras visionabas porno en internet. Lo importante no es tanto dónde te hallabas físicamente, sino dónde se encontraba tu mente en ese preciso momento… Y con quién.

Por mucho o por poco que nos fastidie reconocerlo, salvo que no trabajes delante de un PC o hayas renunciado a adoptar un smartphone en tu vida, los estudios revelan que nos pasamos más de la mitad de nuestras horas de vigilia conectados, de una u otra manera, a internet.

Men, Women & Children

Ah…, ¡ya sé! En el preciso momento que la sonda espacial Voyager abandonaba nuestro sistema solar, tú leías en Twitter: “¡En este preciso momento la sonda espacial Voyager abandona nuestro sistema solar!”. Y lo retuiteabas, ¿a que sí…? A mí me gusta pensar que por los azares de las redes, Jason Reitman llegó a recibir tu retuit y, celebrándolo como si de un anticipado regalo por su trigesimosexto cumpleaños se tratase, esto le inspiró de tal manera que su forma de agradecértelo fue ideando el rodaje de esta maravillosa película, y provocándome a mí la necesidad imperiosa de ponerme a reflexionar sobre ‘Men, Women & Children‘, la cuarta entrega acerca su personalísima visión de los conflictos generacionales, tras habernos obsequiado anteriormente con ‘Thanks for Smoking‘ (2005), ‘Juno‘ (2007) y ‘Up in the Air‘ (2009).

Cinco horas sin Facebook

Dos días después de estrenar los 36, Jason Reitman recibe un segundo regalo de cumpleaños muy especial: el lunes 21 de octubre de 2013, los más de mil millones de usuarios de Facebook (y el propio Reitman también) no tuvieron más remedio que velar el cadáver de su teléfono móvil. La popular red social parecía haber fallecido y, como le ocurriera a Carmen Sotillo en la incómoda (y por ello imprescindible) novela de Delibes, no les quedó más remedio que entonar un soliloquio reflexivo. Cinco horas enteras para hacer la raya y echar la cuenta: una oportunidad de oro para hacer balance de cómo los nuevos medios han cambiado para siempre nuestra forma, no sólo de comunicarnos con los demás, sino de concebir el mundo y nuestro futuro en él.

Personalmente, en el lapso de estas cinco horas, tuve una epifanía en la forma de una apasionante distopía en la que Internet se “caía” y las personas debíamos de reaprender a vivir sin ella. El argumento de este embrión de historia no radicaba tanto en vivir sin redes sociales on line (algunos de los que leáis esto aún recordaréis que nos las apañábamos…), sino en cómo seguir viviendo sin ellas. Es posible que sencillamente os encojáis de hombros y penséis: “pues a mí en realidad no me afectaría tanto…”. Si este es tu caso, te ruego que, durante la pausa para el café o el té, le dediques un par de minutos a reflexionar acerca de las implicaciones que este hecho tendría a todos los niveles.

Puede que a priori nos volquemos en el análisis de nuestras relaciones personales. Incluso que lleguemos a repensar cómo sería nuestro actual puesto de trabajo o negocio (y si existiría) de no contar con la web como base. Pero, ¿cómo afectaría este accidente a la percepción que tenemos del mundo? ¿A través de qué medios nos informaríamos? ¿Cómo sabríamos qué se lleva y qué no -y no solamente en nuestra ciudad o país, sino también en la otra punta del globo-? ¿Y a nivel político: Ganaría Podemos las elecciones sin la web… Lo habría hecho Syriza en Grecia…? Con todo un sistema económico y financiero basado en el Big Data, ¿la desaparición de los vínculos entre servidores que contienen información hasta de tu tránsito intestinal acaso no supondría el apocalipsis de los mercados y, por ende, de la civilización occidental? ¿Y, qué me dices de la geoestrategia si de pronto todas las potencias del mundo perdiesen las señales de sus respectivos satélites espía… Volveríamos tan ricamente a los tiempos del Hundir la Flota y del Defcon 2…?

Leer la 3ª parte: MW&C – Todos enredados

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Rubén Chacón

Periodista, publicista, colaborador habitual en distintos medios, autor de El Sorprendedor (Temas de Hoy, 2011), diseñador de juegos, cantante de End of Party, cinéfilo empedernido y padre de dos hijos.

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