Una nueva amiga (2014), de François Ozon – Crítica

Una nueva amiga

Esta película podría haberse titulado también Cómo ser más mujer que una mujer. Producción francesa a medio camino entre el drama y la comedia, esta película, extremadamente fresca y agradable de ver nos sitúa ante la cuestión del travestismo. Vale la pena acotar el tema: se entiende por travestismo el comportamiento de una persona que adopta los hábitos de vestimenta de un sexo contrario al suyo. A partir de ahí existe toda una gama de interpretaciones sobre la cuestión: mientras que para unos sería una mera parafilia y, concretamente, una forma de fetichismo (atracción irreprimible por determinadas prendas de vestir), para otros, en cambio, constituiría un trastorno de la identidad sexual o un simple indicativo de pulsiones homosexuales. En esta película el travestismo es algo más que todo esto.

Resumimos el argumento. Dos amigas se juran amistad eterna. Ambas contraen matrimonio, pero una de ellas, la de carácter más fuerte, fallece prematuramente. Ir más allá de este punto sería desvelar la trama de la cinta. Sea como fuere, la superviviente se enfrenta, brusca e inesperadamente, con el problema del travestismo. Tales son las líneas generales del guión elaborado por el propio director de la cinta, François Ozon.

El fondo de la cuestión que plantea esta película es ¿qué ocurre cuando un hombre tiene necesidad de feminidad y no termina encontrándola en el otro sexo? Hay franjas de la población que no parecen reductibles a lo unisex y añoran a la mujer femenina o al hombre viril. Para ellos, la tendencia a la ambigüedad o a la metrosexualidad, es algo que no les satisface. Sienten la necesidad de experimentar aquella polaridad extrema entre los sexos que genera atracción mutua. Y ya que la feminidad casi ha desaparecido en la mujer producto de la modernidad, algunos varones sienten la necesidad de encarnar ellos mismos de manera extrema los rasgos de la feminidad. Cierta categoría de travestidos responden a este esquema. No puede reprocharse la sorpresa que acarrea lo insólito en quienes están cerca de hombres invadidos por esa necesidad de encarnar al “eterno femenino”.

Nada más lejos de la intención del director-guionista de esta película el frivolizar sobre este tema (la desvirilización de lo masculino y la búsqueda de la feminidad). La película podría haber salido un esperpento almodovariano, sin embargo, el resultado ha sido un producto mucho más depurado. Nada más lejos esta cinta del Miguelito Bosé “travestizado” por Almodóvar en ‘Tacones Lejanos‘, “juez Domínguez” por la mañana y “Femme Letal” en un tugurio nocturno. Tampoco ‘Una nueva amiga‘ tiene mucho que ver con ‘Mi querida señorita‘, aquella genial comedia dramática de Jaime de Armiñán en la que José Luis López Vázquez interpretaba a una mujer arquetipo de la fealdad que termina siendo un hombre.

Si hemos de establecer ciertos paralelismos entre ‘Una nueva amiga‘ y algunos productos cinematográficos relativamente recientes, estaremos obligados a aludir a ‘Transamérica‘ (2005) de Duncan Tucker, que gira en torno a un transexual recién operado o ‘La flor del cerezo‘ (2012) de Doris Dörrier, cuyo último tercio del metraje trata precisamente del travestismo como evocación y encarnación de la feminidad perdida (en este caso por fallecimiento de la mujer amada). En todos estos casos, como en ‘Una nueva amiga‘, el travestismo está desvinculado de la homosexualidad.

La temática, como se ve, es difícil y peligrosa. De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso y cualquier desliz en la dirección o en la interpretación, lo hubieran franqueado inevitablemente. Sin embargo, el director-guionista François Ozon y el protagonista masculino, Romain Duris, salen airosos de la experiencia y, si se nos apura, con notable alto. La película destaca desde las primeras escenas por una fotografía cuidada, un casting correcto y una música que acompaña el ritmo narrativo. Así mismo, la protagonista femenina, Anaïs Demoustier (una de las más solicitadas en el cine francés esta temporada), cumple a la perfección con su papel de mujer que, primero se ha dejado arrastrar por su amiga íntima y después va a remolque del marido de aquella.

Si los actores y el director tienen una buena “química” es porque los tres han mantenido en los últimos años un ritmo de trabajo trepidante. Ozon es quizás el único director que lleva casi diez años filmando una película por temporada y con una calidad media, en general, superior a lo aceptable. Similar ritmo llevan los protagonistas de esta cinta que figuran hoy entre los rostros más conocidos y cotizados de la cinematografía francesa.

Ozon ha contado hasta la saciedad que la inspiración para el argumento de esta película la tuvo hace veinte años cuando leyó un relato breve de Ruth Rendell y poco después, una amiga le contara el caso de un hombre que se disfrazaba con las ropas de su mujer fallecida (tema que aparece en la película mencionada ‘La flor del cerezo‘) en un intento desesperado de devolverla a la vida. Con el cuento siniestro de Rendell y el relato depresivo, Ozon montó una película positiva. Casi un cuento de amor. O, en cualquier caso, una exploración de la identidad sexual en estos momentos de desfiguración de los perfiles que hasta ahora han sido propios de cada sexo.

Ozon, como Almodóvar, suele presentar en sus películas la temática gay: tal es el tema de ‘Un vestido de verano‘ (1996), un corto de apenas quince minutos, o de ‘Sitcom‘ (1998), su primer gran éxito, en donde aparecen numerosas referencias a gays y lesbianas. Sin olvidar, por supuesto, el famoso dúo lésbico entre Catherine Deneuve y Fanny Ardant en ‘Ocho mujeres‘ (2002) que hizo de esta cinta una película de culto del ambiente gay francés. Así mismo, en ‘El tiempo que queda‘ (2005) la trama gira en torno a un fotógrafo gay al que se le diagnostica un cáncer incurable. Incluso en ‘Los amantes criminales‘ (1998), Ozon logra introducir la temática gay en el protagonista que se obstina en permanecer en el armario. Incluso la transexualidad fue explorada por Ozon en ‘Gotas de agua sobre piedras calientes‘ (2000). En ‘Cinco veces dos‘ (2004), una pareja gay aparece como arquetipo de la felicidad frente a la pareja heterosexual siempre en conflicto. Así pues, la temática gay es familiar en la obra de Ozon y rara es la cinta en la que no sitúa como mínimo a un gay entre sus protagonistas… o a todos.

Sin embargo, nos equivocaríamos si redujéramos ‘Una nueva amiga‘ a la enésima reedición de la cuestión homosexual. Es otra cosa: es la constatación del eclipse de la feminidad en el género en el que le correspondería estar presente por pura biología, y la añoranza de esa feminidad en un mundo en el que parece haber desertado.

Una nueva amiga

Sinopsis Es la historia de dos mujeres, amigas de la infancia. Las dos se casan y una tiene un bebé. Al poco tiempo, la madre enferma gravemente, le hace prometer a su amiga que cuidará del bebé y a su marido.
País Francia
Director François Ozon
Guión François Ozon
Música Philippe Rombi
Fotografía Pascal Marti
Reparto Romain Duris, Anaïs Demoustier, Raphaël Personnaz, Isild Le Besco, Aurore Clément, Jean-Claude Bolle-Reddat, Bruno Pérard, Claudine Chatel, Anita Gillier, Alex Fondja, Zita Hanrot, Pierre Fabiani
Productora Mandarin Films / FOZ
Género Drama
Duración 105 min.
Título original Une nouvelle amie aka
Estreno 15/05/2015

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Calificación8
8

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

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