Zootropolis (2016), de Byron Howard, Rich Moore y Jared Bush – Crítica

Zootropolis

«En Zootropolis, los animales son más animales que nunca pero, por otro lado, representan mejor la sociedad moderna de lo que ningún filme de estas características se ha atrevido a soñar.»

El nuevo estreno de Disney promete ser un éxito de proporciones mastodónticas. Las previsiones sitúan la taquilla del primer fin de semana en cifras cercanas a los 200 millones de dólares. Esto es positivo. No porque el ejército de artistas y técnicos que ha trabajado en el filme pueda volver a encontrar curro, ni porque haya un señor en Los Ángeles que vaya a construirse una piscina más grande. No. Es positivo porque significa que millones de personas han disfrutado con una película inteligentísima que trata del racismo, la xenofobia y de como muchas veces el oprimido se convierte en opresor. Y que hace todo esto de forma divertida e ingeniosa.

La ciudad de Zootropolis está poblada por toda suerte de mamíferos, irremediablemente divididos  desde la infancia entre “depredadores” y “presas”. Una etiqueta que no debería tener sentido en un mundo en el cual los animales no se cazan los unos a los otros, sino que compran la comida en el supermercado como cualquier hijo de vecino. En el exterior, la ciudad parece una utopía. Los animales viven en paz y armonía, y cualquier individuo tiene derecho a ser lo que quiera. La realidad es bastante más complicada que esto, y lo cierto es que existen serios prejuicios hacia los depredadores por el mero hecho de haber nacido así, de la misma forma que existen serios prejuicios hacia nuestra protagonista por ser una liebre en una profesión (poli) a la que tradicionalmente sólo han accedido bestias más grandes y peligrosas.

Hemos visto millones de películas de animales antropomorfizados y, sin embargo, ‘Zootropolis‘ juega con su premisa con un ingenio inaudito, mostrándonos una suerte de universo alternativo donde no hay humanos, pero en el cual los animales se han civilizado. Se plantean así los retos y dificultades a los que debería enfrentarse una sociedad en la que enormes elefantes deben convivir con diminutos lemmings. La ciudad en la que transcurre la acción está dividida en distintos ecosistemas, incluida la tundra, la jungla o la sabana. Desde el distrito más pequeño hasta el más enorme rascacielos está adaptado para que distintas especies de mamíferos puedan moverse y trabajar.

Zootropolis

No es otra peliculilla con animales parlantes sino, realmente, un ejercicio consciente en la creación de una gran cosmogonía… ¡en tono de comedia! Y es que el sentido del humor es uno de los pilares fundamentales del filme. Una persecución en el distrito de los topillos hace que policía y caco parezcan salidos de un filme de Godzilla, los dromedarios hacen jogging en el desierto, asistimos a una reunión de animales nudistas (¡qué descaro!) y descubrimos que la dirección general de tráfico está formada exclusivamente por perezosos.

Por un lado, los animales son más animales que nunca pero, por otro, representan mejor la sociedad moderna de lo que ningún filme de estas características se ha atrevido a soñar. La sociedad del ipad, de google maps, del smartphone, de Uber, de los coches eléctricos y las aplicaciones inútiles. Una sociedad en la que “nadie usa ya cd”. Una sociedad evolucionada que debería haber superado cualquier tipo de rencor y que, sin embargo, sigue dividida por los mismos tabúes arbitrarios que regían el mundo de principios del siglo pasado.

No es la ‘Rebelión en la granja‘ de Orwell, ni tampoco pretende serlo. Se habla del racismo, pero el relato no presenta una analogía directa de las relaciones entre negros y blancos en la América actual, del mismo modo que no habla, necesariamente, de los miedos que despiertan las gentes de origen musulmán. Pero, aun con todo, esos temas están ahí, se exploran y se explotan.

Cambiando de tercio, hablemos del aspecto técnico.

Si existen películas que cuestan millones de dólares y tardan años en terminarse, debe ser para proporcionar experiencias e imágenes únicas al espectador. El mayor pecado que puede cometer una superproducción es ofrecer “más de lo mismo”. En este sentido, ‘Zootropolis‘ tampoco decepciona.

La entrada en la ciudad es evocadora, mágica, absolutamente espectacular. Un tren de máxima velocidad atraviesa el desierto, la nieve y la selva, mientras que, en el horizonte, podemos apreciar la silueta de cientos de edificios plateados. Un montaje rápido y la mar de imaginativo que nos traslada a ese Nueva York de ficción que todos hemos conocido a través del cine.

Nuestra protagonista, la entusiasta agente Judy Hopps, tiene un arco de transformación doble. Por un lado, presenta una actitud extremadamente positiva que se va desmoronando a medida que visita los rincones más oscuros de la ciudad. Esto provoca que las mismas personas que antaño se reían de ella la animen a seguir adelante y recuperar su jovialidad. Por otro lado, y esto es mucho más interesante, la muchacha pasa de víctima a verdugo cuando, para su propia sorpresa, cae en los mismos prejuicios contra los que ella había tenido que luchar en el pasado.

Hopps es un personaje completo y complejo a la altura de las mejores heroínas del género policíaco. Lo cual, por cierto, me recuerda a otra película de Disney estrenada hace bien poco, una con muchas guerras y algunas galaxias, en la cual la protagonista se supone que era un “personaje femenino fuerte” y, sin embargo, acaba convirtiéndose en un cúmulo extraño de deseos e intenciones contradictorias.

Zootropolis

Lo curioso es que, originalmente, Nick Wilde, el zorro, iba a ser el protagonista de la cinta. Tras un par de años de desarrollo, los guionistas se dieron cuenta de que habían escogido al “héroe” equivocado y corrigieron el rumbo de la historia.

El argumento de la película es más complicado de lo que puede parecer a primera vista, sobre todo en lo que respecta al cine de animación “para todos los públicos”. No quiero desvelar demasiado. Sólo comentaré que se trata de una investigación criminal con numerosos guiños a ‘Serpico‘, ‘El Padrino‘, ‘Breaking Bad‘ y hasta ‘Chinatown‘.

Es, de hecho, al avanzar esta trama policíaca, durante la parte central del filme, que empecé a sentir cierto tedio. No es que la cosa esté mal estructurada (y tampoco deja de lado el humor) pero me dio la sensación de que había mucha información y poca emoción. Afortunadamente, esa impresión desaparece por completo cuando empieza a desarrollarse la relación entre Judy y Nick, el auténtico corazón del relato.

Yo diría que falta un buen villano. La tendencia del cine de Disney/Pixar de que el enemigo a abatir sea el secundario de apariencia más inofensiva me parece algo perversa e ineficaz en el momento en que dicho personaje debe convertirse en una amenaza real. Es una tendencia que, si no recuerdo mal, comenzó con ‘Toy Story 2‘. Venga, gente, que ya han pasado 17 años. Volved a hacer malos de verdad.

También sale Shakira como una gacela de anchas caderas promocionando su nuevo single “Try everything”. Como todas las canciones “pop” que se usan como reclamo en el cine de animación… pues resulta bastante horrible. Pero bueno, a nadie le van a saltar los ojos de las cuencas por oírla durante un breve montaje musical (montaje que, como ya he comentado, contiene algunas de las imágenes más bellas e ingeniosas que he visto en años).

Volviendo al centro del asunto: las películas familiares siempre han intentado transmitir valores de tolerancia y respeto. Eso no es nuevo. Es un mensaje positivo desde cualquier punto de vista y, no vamos a negarlo, fácil de impartir.

Pero lo que ‘Zootropolis‘ ha conseguido es separarse de todas esas producciones atacando al prejuicio y a la discriminación de forma directa y concreta. En lugar de tratar la materia desde la distancia con un discurso repleto de generalidades y medias verdades, Byron Howard y Rich Moore han apostado por hablar de forma concisa, clara y sincera, examinando los “porqués” de la segregación. Diciendo, tanto a niños como adultos que sí, que todos somos mamíferos y merecemos igualdad de derechos y oportunidades.

Un mundo que construye muros contra los refugiados y que permite que un millonario racista sea presidente, es un mundo que necesita más películas como esta.

Zootropolis

Calificación7
7

Share this post

Enrique Dueñas

Enrique Dueñas , escritor y guionista, aficionado al género fantástico y la tarta de queso.

No existen comentarios

Añade el tuyo