100 años de Orson Welles

Orson Welles

Un siglo, nada menos que 100 años. Ese es el periodo de tiempo que ha transcurrido desde el nacimiento del gran Orson Welles (1915 – 1985); actor, director, guionista y productor de cine estadounidense.

Una presentación así nos enorgullecería a la inmensa mayoría de nosotros (a excepción quizá del apelativo estadounidense), pero parece a todas luces insuficiente para una figura de la importancia de Welles. A los 10 años adaptó, dirigió y protagonizó su primera obra de teatro, ‘Doctor Jekyll y Mr. Hyde‘; y a los 23 alcanzó el éxito con su obra radiofónica ‘La Guerra de los Mundos‘, una adaptación de la novela de ciencia ficción de H.G. Wells. El impacto de la obra de Welles fue enorme, debido a que muchos oyentes pensaron que era una retransmisión de una invasión extraterrestre real.

Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941)

Orson Welles en Ciudadano Kane

La gran repercusión que tuvo ‘La Guerra de los Mundos‘ le permitió estrenar ‘Ciudadano Kane‘ (Citizen Kane, 1941), la cual además de dirigir, protagonizó y co-escribió (no está del todo claro su nivel de participación en el guion). Orson Welles tenía 26 años, y ya había creado una de las mayores obras maestras de todos los tiempos, una película que ocupa el primer puesto en muchas listas de las mejores de la historia (American Film Institute).

Al contrario de lo que se pensaba, ‘Ciudadano Kane‘ no es su primer trabajo como director. Además del cortometraje ‘The Hearts of Age‘ (1934), se descubrió una copia de la que resulta ser su opera prima: ‘Too Much Johnson‘ (1938). Fue en 2013 en un almacén de Cinemazero, un centro cultural de Pordenone, al noreste de Italia. Se trata de una comedia muda sin mayor trascendencia que la de servir a Welles como campo de prácticas.

La trama de ‘Ciudadano Kane‘ gira en torno a Charles Foster Kane, personaje inspirado directamente en el magnate de las comunicaciones William Randolph Hearst, quien no se tomó demasiado bien el oscuro retrato que Welles hizo de él, y prohibió mencionar la película en todos sus periódicos. Hearst tenía un gran poder, lo cuál no ayudó a que la película triunfara en taquilla. A pesar de ser recibida con grandes elogios por la crítica, no consiguió recuperar la inversión y durante bastantes años ‘Ciudadano Kane‘ fue un film olvidado. Se reestrenaría en 1956 con un éxito mucho mayor.

Uno de los aspectos más admirados de la película es su apartado técnico. Aunque no inventara nada, aglutinó y utilizó las herramientas y recursos hasta entonces conocidos, y unió varios estilos para crear el suyo propio. La profundidad de campo, el uso de planos contrapicados y la fotografía en claroscuro (influencia del expresionismo alemán) son algunos de los aspectos que definen al film.

Tampoco fue nueva la decisión de narrar la historia a través de flashbacks, pero nadie lo había hecho tan bien como lo hizo Welles. Evitó la narración lineal, y el narrador único. Utilizó los testimonios de diferentes personajes, que actuando como narradores nos iban conformando una visión compleja del protagonista.

El otro apartado que merece ser destacado es la música. En el Hollywood de la época, existía la costumbre de incluir una banda sonora casi permanente. Sin embargo, el compositor Bernard Herrmann tomó la decisión de utilizar entradas musicales de escasa duración que introducían la acción o sugerían una determinada respuesta emocional.

Todo ello, conforma una de las obras cumbres del séptimo arte.

El extraño / El extranjero (The Stranger, 1946)

The Stranger

The Stranger‘ (1946) es el intento de reconciliación de Orson Welles con un Hollywood que lo despreciaba. El director, que tenía por entonces 31 años, ya había creado tiempo atrás una de las obras cumbre de la historia del cine. Me refiero, como no, a ‘Ciudadano Kane (Citi Kane, 1941)’. Un film descomunal que, sin embargo, no alcanzó en taquilla los resultados esperados. Además, su personaje principal, claramente inspirado en el magnate de las comunicaciones William Randolph Hearst, provocó un buen cabreo en el influyente empresario.

Entonces ya era fácil de prever una difícil relación con Hollywood. Su siguiente película, ‘El cuarto mandamiento (The Magnificent Ambersons, 1942)’, fue manipulada por la RKO en su edición final incorporando cortes y añadidos sin su consentimiento. Algo que podríamos calificar de sutil si lo comparamos con lo que sucedió con su posterior trabajo, ‘Estambul (Journey Into Fear, 1943)’.

Durante los años posteriores, Welles se vería obligado a dejar de lado su labor como director, centrándose únicamente en su trabajo de intérprete. Sus proyectos eran demasiado arriesgados y personales para una industria que sólo buscaba una rentabilidad económica.

Entonces, el director norteamericano quiso demostrar que también era capaz de realizar una película por encargo, ajustarse a un presupuesto y cumplir unos plazos fijados de antemano. Con esa intención aceptó rodar un guión de Anthony Veiller (y un John Huston no acreditado) basado en una historia de Victor Tribas. La trama gira en torno a Franz Kindler, uno de los cerebros de los campos de exterminio nazis, que huye a una pequeña localidad estadounidense donde se hace pasar por un respetado profesor de historia.

Así nace ‘The Stranger‘, una película entretenida y absorbente, con una dirección marca de la casa, y con el único lastre de algunas decisiones de guión un tanto inverosímiles. Es uno de los trabajos más accesibles de Welles, con una trama dominada por el suspense y un estilo narrativo muy directo.

Carece de la importancia de sus cintas clave (‘Ciudadano Kane‘, ‘Sed de mal‘, ‘Fraude‘, etc.), pero desde luego no es una mala película. Aunque Welles pensaba que no había nada suyo en ella, y sin lugar a dudas la consideraba su peor film, esta opinión seguramente venía marcada por el escaso control del director en su creación. Este había pensado en Agnes Moorehead, su actriz fetiche, para el papel de Wilson, pero finalmente le fue impuesto Edward G. Robinson. También tuvo que resignarse a ver como suprimían del montaje final veinte minutos rodados en Sudamérica, que para él eran los mejores del film.

Sin embargo, y a pesar de contar con una realización un poco más convencional, sería un absurdo no admitir que ‘The Stranger‘ lleva la firma de Welles en prácticamente todos sus planos, en sus modernos movimientos de cámara y en la magnífica utilización de las sombras.

Sed de mal (Touch of Evil, 1958)

Sed de mal

Hollywood consideraba a Orson Welles un director de carácter complicado, que tendía a no cumplir con los presupuestos y los tiempos previstos. Por su parte, Welles no llevaba muy bien que un grupo de empresarios manipulara el material que rodaba, cortando y añadiendo a su antojo, o le impusieran actores por motivos comerciales.

Como consecuencia de esta tensa relación, decidió salir fuera de Estados Unidos para afrontar los proyectos que él quería hacer, y hacerlos de la forma que deseaba. Así rodó Macbeth (1947), Otelo (1952) y Mister Arkadin (1955), tras lo cual decidió volver a su país y aceptar el encargo de dirigir ‘Sed de mal‘. Tendría total libertad creativa, le aseguraron. Así que lo primero que hizo fue reescribir el guión.

El rodaje concluyó y Universal, productora del film, no quedó satisfecha con los resultados, razón por la cuál decidió hacer un nuevo montaje, esta vez incluyendo escenas rodadas por otro director a espaldas de Welles. Éste, al observar lo que habían hecho con su trabajo, redactó un exaltado documento de 58 páginas donde pedía a la productora que editara una vez más la película, esta vez de acuerdo con su planificación.

Sed de mal‘ se estrenó en 1958 haciendo caso omiso de las súplicas de Welles, y resultó un absoluto fracaso. No fue hasta 1997 que siguiendo las indicaciones del documento entregado por el director a Universal, se reeditó el film de acuerdo con los deseos de Welles.

Actualmente se considera una obra maestra, y una de las mejores películas de la genial filmografía del director de ‘Citizen Kane‘. Se trata de una complejo film policiaco enmarcado dentro del cine negro, conocido sobre todo por su famosa escena de apertura: un plano secuencia de 3 minutos que es un prodigio de técnica y una muestra de la ambición con que encaró el director norteamericano este nuevo trabajo.

La dirección vuelve a ser de una modernidad y un barroquismo insultante para la época, y al igual que en ‘Ciudadano Kane‘, la trama retrata a un personaje oscuro y contradictorio (al que él mismo interpreta).

Imprescindible.

Fraude (F. for Fake, 1973)

Fraude

Fraude (F for Fake)’, estrenada en 1973, es quizá la última gran obra de Orson Welles. Durante toda su carrera encontró grandes dificultades para encontrar financiación a sus proyectos, pero en su etapa final como director este problema se agravó. Tanto es así que emigró a Europa para realizar sus películas más postreras.

Con ‘Fraude‘, Welles encontró otra manera de hacer cine, por la cual veía reducida su necesidad de recursos económicos manteniendo el mismo nivel de ambición. Aquí, el director norteamericano utilizó material cinematográfico ajeno, concretamente fragmentos no utilizados en un documental de François Reichenbach (y algunas imágenes de otras obras), y los mezclaba con trozos de metraje rodados por él mismo.

Todo ello, con el fin de reconstruir la historia de Elmyr d’Hory y Clifford Irving, los dos falsificadores más famosos del siglo XX. A través de una narración caótica y muy ágil, Welles nos va descubriendo la personalidad de estos dos sujetos. Como ya hizo en otras ocasiones (‘Citizen Kane‘, ‘Touch of Evil‘) hace un retrato complejo de un personaje, en este caso dos, contradictorio y misterioso.

A medida que avanza la cinta, veremos como también realiza un autorretrato de sí mismo, figura muy acorde con estos adjetivos.

Como ya acostumbraban los films de Welles, ‘Fraude‘ fue un fracaso en taquilla. Sin embargo, el tiempo ha puesto a su película, una vez más, en el lugar que merece: la cumbre.

Etiquetas Cine Clásico

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Arturo G. Maiso

Viajero y cinéfilo. Director de Marketing en una plataforma de financiación participativa, CEO de AGM Comunicación Multimedia y director de El Cine en la Sombra.

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