Calvary (2014), de John Michael McDonagh – Crítica

Calvary

El cine está ideado, fundamentalmente, para cubrir el tiempo de ocio. Pero la diferencia entre el cine con minúsculas y el Gran Cine consiste en que éste, además, nos sitúa ante los grandes problemas de nuestro tiempo o bien nos hace reflexionar. Parafraseando a Nietzsche, podemos decir que no existen películas “buenas” o películas “malas”, sino “cine” y Gran Cine. El Gran Cine no abunda. Y, sin embargo, de tanto en tanto, aparecen cintas con destellos de genialidad que no derivan ni de los medios empleados, ni de los efectos especiales, ni del caché de los actores, ni siquiera de la promoción. Simplemente es un cine que hay que ver. ‘Calvary‘ pertenece a este tipo de cine.

Si hay un responsable de estos 100 minutos de Gran Cine ese es, indudablemente John Michael McDonagh, a la vez director y guionista. No es un director que se prodigue. Apenas dos de sus largometrajes se han proyectado en castellano. En 2011, en efecto, ya nos llamó la atención con ‘El irlandés (The Guard, 2011)’ que planteaba la contraposición entre un policía arraigado en su tierra natal y un agente del FBI que se movía como un miembro del Opus Dei en una convención de ateos sin fronteras. Ya entonces reparamos en un actor que teníamos visto en no menos de 70 películas, pero cuyo rostro asociábamos a uno de los episodios de la saga Harry Potter: ‘La Orden del Fénix’ (2007). Brendan Gleeson, era uno de esos actores de los que solamente los muy aficionados al cine solían recordar su nombre. A partir de ‘Calvary‘ nos va a resultar inolvidable.

McDonagh es inglés descendiente de irlandeses. La película se desarrolla en un pequeño pueblo irlandés y plantea problemas que solamente pueden ser entendidos y asumidos en zonas de influencia católica. El leit-motiv de la cinta es la reacción de un adulto que ha sido sometido en su infancia a abusos sexuales y quiere tomarse la revancha en la persona del sacerdote interpretado por Brendan Gleeson. Lo que hasta aquí podría ser considerada como una tragedia o una intriga policíaca, al estilo de ‘Seven‘, se convierte, gracias al proverbial humor inglés, en una película poliédrica en la que las sonrisas provocadas por unos diálogos ingeniosos e inteligentes, alternan con la temática teológica, la tensión y la exhibición de paisajes de seductora belleza.

La primera escena, rodada en un confesionario y en plano continuo, nos sitúa directamente y sin más preámbulo en el tema de la película. El sacerdote encarnado por Gleeson se ve sometido a múltiples presiones: por una parte experimenta el peso de todo hombre que ha decidido vestir sotana y deja atrás a su familia (o a lo que queda de ella), pero, por otra parte, no puede evitar el descrédito que recae sobre el sacerdocio a causa de las repetidas denuncias y los escándalos de abuso de menores protagonizados en todo el mundo por sacerdotes católicos. Hace unas semanas ya comentamos ‘Los niños del cura (Svecenikova djeca, 2014)’, una película croata que planteaba, en clave más trágica que cómica, este tipo de relaciones. En aquella ocasión, al obispo de turno lo que le preocupaba no era que su sacerdote hubiera tenido relaciones sexuales incumpliendo el voto de castidad, sino que las hubiera tenido con menores.

El papel encarnado por Gleeson nos remite a esos bondadosos curas que algunos conocimos en nuestra infancia. Claro está que en aquel tiempo o el abuso de menores no existía, o no estaba tan extendido como ahora, o simplemente se enmascaraba. Pero es rigurosamente cierto que aquellos curas de otro tiempo, mucho más que religión, nos enseñaban moralidad, disipaban algunas de nuestras dudas y nos daban buenos consejos. Recordar esto hoy, en un momento en el que los abusos a menores por parte del clero están a la orden del día, puede extrañar, pero hubo un tiempo en el que el papel del psicólogo, del orientador de jóvenes o del educador del comportamiento y del carácter, estaba asumido por ese tipo de sacerdotes encarnados en esta película por Brendan Gleeson.

Reconozcámoslo: la tarea de un sacerdote que pretende honrar la sotana y vivir según el mandato de la Iglesia no es fácil y no solamente por el tan traído y llevado voto de castidad. Seguramente, sentarse en un confesionario y escuchar todas las miserias humanas, el relato de los más abracadabrantes vicios y pecados, el desnudarse de los fieles para obtener un salvoconducto a la vida eterna, puede llegar a perturbar a mentes que intentan llevar una vida justa, honorable y digna, conforme a los valores cristianos. Se suele decir que en una sociedad laica, el psiquiatra ha sustituido al sacerdote, pero a fuerza de escuchar miserias, no es raro que la locura termine siendo el compañero habitual de aquellos sacerdotes que pretenden mantenerse íntegros en su fe.

No es la primera vez que una temática de este tipo es abordada por la cinematografía, pero sí la primera vez que aparece cuando los abusos deshonestos y las relaciones con menores protagonizadas por algunos clérigos han tocado y hundido irremediablemente la veneración que en otro tiempo generaron las sotanas. En películas de género negro, el mantenimiento del secreto de confesión ha sido un tema frecuente. Hitchcock ya recurrió a él en ‘Yo confieso (I Confess, 1953)’. Nada que ver con ‘Calvary‘. Otro enfoque, otra temática, otro tiempo, otro tratamiento. La mencionamos a título de inventario. ‘Calvary‘, en cambio, está próxima a ‘Secreto de Confesión (2013)’ de Henry Rivero, película colombiana en la que aparece una temática similar, completamente desaprovechada, tanto por el guión, como por las interpretaciones de los protagonistas, mucho más próxima al culebrón que a la cinta de McDonagh. Si la citamos es por aquello de los contrastes entre el cero y el infinito, entre lo improvisado y lo perfectamente elaborado.

Una buena película, el Gran Cine, lo es finalmente cuando todo en ella está cuidado hasta el último detalle. Recomendamos a los espectadores –pues esta es una película que se puede recomendar- que estén atentos a los papeles secundarios (Chris O’Dowd, Orla O’Rourque, David Wilmot, Isaach De Bankolé, Dylan Moran, Marie-Josée Croze, Aiden Gillen), cuya actuación es impecable, y a la música, electrizante y arraigada en aquella tierra de Irlanda.

Créanme, vayan a verla e intenten retener lo esencial de los diálogos, el dinamismo del guión, las actuaciones de los personajes, la belleza de los encuadres y la música que los acompaña. Lo pasarán bien. Recordarán lo que es el Gran Cine. Celebrarán el que aún queden ideas entre los guionistas y voluntad de hacer algo más que cintas alimentarias entre los directores.

Calvary

Sinopsis El Padre James Lavelle está dispuesto a conseguir un mundo mejor. Le apena comprobar la cantidad de litigios que enfrentan a sus feligreses, le entristece que sean tan rencorosos. Un día, cuando está confesando, recibe una amenaza de muerte.
País Irlanda
Director John Michael McDonagh
Guión John Michael McDonagh
Música Patrick Cassidy
Fotografía Larry Smith
Reparto Brendan Gleeson, Kelly Reilly, Chris O’Dowd, Aidan Gillen, Domhnall Gleeson, David Wilmot, Dylan Moran, Marie-Josée Croze, Killian Scott, Isaach De Bankolé, M. Emmet Walsh, Pat Shortt, Gary Lydon, Orla O’Rourke, Owen Sharpe, David McSavage, Michael Og Lane, Mark O’Halloran, Declan Conlon, Anabel Sweeney
Productora Irish Film Board / Octagon Films / Reprisal Films
Género Comedia
Duración 100 min.
Título original Calvary
Estreno 06/03/2015

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Calificación8.5
8.5

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

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