Comanchería (2016), de David Mackenzie – Crítica

«Comanchería es una historia dura, árida como el desierto que la envuelve, y sin concesiones hacia el espectador o sus propios protagonistas»

Las grandes crisis económicas siempre fueron un caldo de cultivo para forajidos. Hay muchos motivos por los que la película que nos ocupa no solo merece ser celebrada, sino que resulta necesaria como visión de la otra cara de Estados Unidos. Puede que muchos de los que se tiraban de los pelos tras la elección de Donald Trump como presidente y mostraban su incomprensión, asocien al país de las barras y estrellas más con Nueva York, Los Ángeles y en definitiva todo el glamour y modernidad que transmiten habitualmente las historias ubicadas en los USA.  Sin embargo en las entrañas de tan complejo país tiene lugar también la denominada “América Profunda”, esto es, el medio Oeste americano o estados sureños, muchos de ellos aún anclados en sus antiguas costumbres y formas de afrontar la vida. Comanchería es por tanto mucho más que una cinta sobre robos de bancos y persecución policial, es una reivindicación de la Norteamérica oculta y de las secuelas de la crisis económica sobre la conocida como “White Trash”. Incluso por momentos, estamos ante la representación perfecta de lo que debería ser un Western moderno.

La historia nos presenta una serie de robos a bancos de una misma entidad bancaria, los cuales son perpetrados por los hermanos Tanner y Toby Howard (interpretados por Ben Foster y Chris Pine). Movidos por la motivación de salvar la granja familiar a toda costa, serán perseguidos de manera tenaz e incansable por los Rangers de Texas, siendo la investigación encabezada por un veterano al borde de la jubilación encarnado por un espectacular Jeff Bridges. Desde el comienzo hasta la trepidante recta final, la historia se divide en dos claros bloques. Por un lado tendremos a los hermanos atracadores, los cuales lejos de generar animadversión ante sus actos delictivos, despiertan en el espectador un cierto apoyo debido a su carácter de antihéroes enfrentados al sistema corrupto bancario y macroeconómico. La otra línea argumental no solo responde a la propia investigación en sí, liderada por el Ranger Marcus Hamilton, sino que tan políticamente incorrecto personaje ejerce de retrato de toda una población como la típicamente sureña. Racista, mal hablado y siempre bromista pesado, aunque en el fondo amigo de su compañero mexicano, el rechazo que puede provocarnos el personaje de Bridges no hace sino reforzar nuestro apoyo silente a las acciones del dúo de hermanos atracadores.

En esta película confluyen dos tradiciones cinematográficas en cierto modo dejadas en el olvido. Por un lado la obvia de las cintas de robos a bancos, normalmente asociada a rebeldes y pendencieros ajenos a la propia sociedad, algo que se cumple en cierta medida en uno de los hermanos. Más en común con este subgénero tiene el suspense de la propia persecución policial y las trabas surgidas a lo largo de los robos perpetrados por los protagonistas. Por otro lado, tanto el escenario como el tempo de gran parte de la historia se asocian irremediablemente al Western, género que viene sufriendo cierto resurgimiento y reinvención en los últimos años. A la hora de valorar Comanchería, muchos críticos han incidido en sus puntos en común con cierto cine de los Hermanos Coen. Esto se debe fundamentalmente a un parecido razonable tanto en tono como argumento con la estupenda No es país para viejos. El tono elegido para narrar la historia en imágenes por David Mackenzie sin duda parece apoyarse mucho en lo elegido en el pasado por la brillante pareja de hermanos cineastas, aunque el peso de ese presunto parecido se encuentra en el excelente guion original firmado por Taylor Sheridan. El también actor culmina en su segundo libreto las ya buenas muestras dejadas con la sólida Sicario. Los ecos de la narrativa propia de Cormac McCarthy relucen tanto en los diálogos como en los personajes y el ritmo pausado pero intenso de la historia. Toda esta combinación de elementos da como resultado una cinta tan poco común con respecto al cine actual como desgarradora en su desarrollo argumental. Me atrevería a decir que la cinta de Mackenzie logra ir más allá en calidad y acabado cinematográfico que la de los Coen, convirtiéndose sin lugar a dudas en una de las mejores películas del año.

Muchos se ha hablado también para bien de la interpretación como secundario de Jeff Bridges y no es para menos. Borda cada minuto en pantalla con un personaje totalmente antagónico de su imagen habitual y la asociada a muchos de sus personajes más representativos. Sin embargo, no es la suya la única gran interpretación de mérito. Colosal como la del amigo Bridges es la actuación del siempre inspirado Ben Foster en la piel del hermano ex convicto y algo kamikaze. Llena de matices y toda una montaña rusa emocional resulta en todo momento su presencia en pantalla, generando además una dinámica y complicidad perfecta con su hermano en la ficción Chris Pine, el cual a su vez consigue una de las más inspiradas (si no la mejor) actuaciones de su carrera hasta el momento. Pero las virtudes de esta gran película no terminan con su sólido guion, su más que correcta labor de dirección y unas excelentes interpretaciones de sus protagonistas. Otro elemento a destacar es la brillante banda sonora compuesta por el tándem formado por Nick Cave y Warren Ellis, los cuales firman un acompañamiento musical a la altura de sus contribuciones anteriores para cineastas como Andrew Dominik o John Hillcoat. En algunas escenas, al ser acompañadas de tan excelente partitura, no pude evitar recordar por momentos la brillante visión de Jesse James aportada por Dominik años atrás, aunque el tono final de la obra que nos ocupa acabe bastante alejada del lirismo de aquella.

Comparaciones aparte, Comanchería es una película redonda cuyo mensaje le permite tener una voz propia en la cinematografía actual. Una historia dura, árida como el desierto que la envuelve, y sin concesiones hacia el espectador o sus propios protagonistas. Una excelente muestra de que no solo un género creído muerto como el Western está muy vivo, sino que las historias de los fuera de la ley nunca acaban de pasar de moda. Lo que no está tan claro, ahora más que nunca, es quienes son los verdaderos villanos.


Sinopsis Un padre divorciado y su hermano ex-convicto recurren a un desesperado plan para poder salvar la granja familiar, en el oeste de Texas.
País Estados Unidos
Director David Mackenzie
Guión Taylor Sheridan
Música Nick Cave, Warren Ellis
Fotografía Giles Nuttgens
Reparto Jeff Bridges, Chris Pine, Ben Foster, Gil Birmingham, Katy Mixon, Dale Dickey, Kevin Rankin, Melanie Papalia, Lora Martinez-Cunningham, Amber Midthunder, Dylan Kenin, Alma Sisneros, Martin Palmer, Danny Winn, Crystal Gonzales, Terry Dale Parks, Debrianna Mansini, John-Paul Howard
Género Thriller
Duración 102 min.
Título original Hell or High Water
Estreno 30/12/16

Trailer

Calificación8
8

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Samuel Martín

Documentalista profesional, cinéfilo pasional, opinador vocacional. Graduado en Información y Documentación y realizador audiovisual, siempre me he sentido conectado a cualquier imagen que pueda proyectar una emoción en la pantalla grande.

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