Daniel, ¿dónde estás?… acude a nuestra llamada… ¡Te necesitamos!
No te vamos a pedir que hagas cuatro pelis mediocres al año (tampoco nos interesa) con ánimo de hacer caja, como están haciendo la gran mayoría de tus compañeros de generación (no daré nombres para no ofender a nadie). Pero no nos tengas así, deja de arreglar zapatos y vuelve. Se te necesita más que nunca en este mundo que por su congestión artística camina hacia la mediocridad generalizada y a veces amenaza con sumirnos en la indiferencia y el desinterés.
Quieras o no, tienes una gran responsabilidad, y debes asumirla. El talento a semejante escala debe conllevar una compromiso, puesto que es una eficaz herramienta para influir en las personas.
Para el que ande despistado, hablamos de Daniel Day-Lewis, uno de los rostros más viscerales, intensos y camaleónicos que han pasado por una pantalla, el actor que consigue que mi chica nunca se de cuenta de quién es cuando vemos una película suya, y por supuesto, uno de los actores más laureados de la historia del cine. Tres Oscars como actor principal, dos Globos de oro, cuatro Baftas y otros muchos premios importantes le avalan. Aunque no los necesita para dejarnos estupefactos cada vez que se pone manos a la obra.
Como puede ser que alguien sea tan bueno como para que su mayor tropiezo sea ‘Nine‘ de Rob Marshall o la sí ya bastante floja ‘Un señorito en Nueva York (Stars and Bars)’.
Siendo un poco mitómano a veces roza la inhumanidad. Aunque, sin duda, él tiene un truco, un pequeño secreto a voces, y es no exponerse cuando no debe, rechazar un papel cuando crea que no es para él, por mucho dinero dispuesto para tentarle. Y esto, en apariencia, a veces le ha fallado, ya que según se rumorea le ofrecieron el papel de Tom Hanks en ‘Philadelphia‘ (el primer Oscar de Hanks) y otros muy interesantes en ‘El Señor de los Anillos‘ o ‘Shakespeare in love‘, los cuales también rechazó.
Pero quien sabe, igual no eran para él o quizá no lo hubiera llevado a cabo de manera tan lograda como los actores que finalmente se quedaron con el papel. Nunca se sabrá, y eso es otra historia.
Lo que si sabemos es que nos ha dejado papeles que lo encumbran en el altar de los grandes. Me refiero a películas como ‘Mi pie izquierdo (My left foot)’, donde da vida al pintor y escritor irlandés con parálisis cerebral Christy Brown, componiendo un excelso trabajo físico y mental que por momentos te deja sin aliento, plenamente exhausto, y que le valió su primer Oscar. Aquí, se estrena a las órdenes de uno de los directores con los que más ha trabajado, Jim Sheridan.
Tras una larga espera de tres años antes de elegir su siguiente papel (a saber todo lo que le ofrecieron después de ganar el Oscar con una cinta independiente), protagoniza una de mis películas de aventuras preferidas: la espectacular y entretenidísima ‘El último mohicano (The Last of the Mohicans)’, donde demuestra junto al gran trabajo de Michael Mann en la dirección, que el cine mainstream para todos los públicos puede ser algo más de lo que la gran mayoría de las veces es, sin entrar a comentar por ejemplo el indigesto empacho de superhéroes al que nos tienen acostumbrados los estudios.
Fantástica es sin duda su contenida actuación en la que fue su primera colaboración con Martin Scorsese, la refinada ‘La edad de la inocencia (The Age of Innocence)’, donde sutilmente se analiza la tensión afilada y la hipocresía que reina en la sociedad de la alta burguesía del Nueva York de finales del siglo XIX, todo a través de un amor imposible. Scorsese nunca ha estado tan lírico y preciosista como en esta ocasión, donde todo el elenco actoral raya la perfección.
Años después repetiría con el director en la incomprensiblemente infravalorada ‘Gangs of New York‘, donde esta vez interpreta de manera magistral al sanguinolento William Cutting, alias «Bill el Carnicero», uno de los malos mas apoteósicos que un servidor jamás haya visto. Ante algo así, solo queda una cosa. Oír, ver y callar.
Por supuesto, sería inconcebible en este breve repaso a la trayectoria de Day-Lewis no mencionar una de las cintas que marcó el cine de los noventa, el estremecedor film ‘En el nombre del padre (In the Name of the Father)’. En esta ocasión interpreta al supuesto terrorista del IRA Jerry Conlon. Esta fantástica película tuvo un éxito instantáneo y merecido al relatar la tragedia que vivieron en sus carnes “Los cuatro de Guildford” y sus familias. Como se dice en el film, esto es lo que pasa cuando alguien se encuentra en el momento y el lugar equivocado. Imprescindible.
Finalizando su inmejorable relación con Sheridan nos encontramos ante ‘The Boxer‘, en la que se vuelve a tratar el tema del terrorismo en Irlanda y que muestra lo difícil que es empezar una nueva vida cuando un pasado de violencia sigue llamando a tu puerta.
En 1996 protagoniza ‘El crisol (The crucible)’, con guión del que a partir de ese momento sería su suegro, Arthur Miller. En la trama se analiza de manera feroz el tema de la histeria colectiva y las estúpidas supersticiones que hay alrededor de nuestra especie.
Ya en los últimos tiempos, nos encontramos con dos películas necesarias para entender la obra de este gigante, por las cuales obtuvo sendos Óscars. La primera de ellas, al servicio de una de las voces más interesantes del cine moderno: Paul Thomas Anderson, en la multipremiada ‘Pozos de ambición (There will be blood)’. En esta ocasión da vida a Daniel Plainview, a través del cual se narra la desintegración moral de uno de los primeros magnates del petróleo. Solo con recordar la escena final junto al joven Paul Dano (otro animal de la interpretación) se me ponen los pelos de punta.
Su última aparición en escena la hizo junto al talentoso e indiscutible Rey Midas del blockbuster Steven Spielberg, en el biopic del que posiblemente es el hombre más emblemático de la historia de los Estados Unidos, Abraham Lincoln. Aquí nuestro héroe despliega su interminable abanico de dotes interpretativas para prácticamente mimetizarse y convertirse en el decimosexto presidente del gran imperio contemporáneo.
No quisiera acabar este artículo sin citar los títulos de sus primeras películas, y una cinta desconocida que rodó en 2005 bajo la batuta de su propia mujer Rebecca Miller: ‘La balada de Jack y Rose‘.
En sus comienzos participaría en títulos como ‘Gandi‘ de Attenborough, en un papel totalmente secundario. Luego vendrían ‘Motín a bordo‘ y su primer personaje principal en la curiosísima ‘Mi hermosa lavandería‘ de Stephen Frears. Después protagonizaría la elegante ‘Una habitación con vistas‘ de James Ivory, y una película que a mi personalmente siempre me ha encantado: ‘La insoportable levedad del ser‘ de Philip Kaufman, adaptación del homónimo texto de Milan Kundera.
Lo dicho: Day-Lewis, te echamos muchísimo de menos.