DÍA 11 EN VENECIA 2019: ‘THE BURNT ORANGE HERESY’ CLAUSURA LA 76ª MOSTRA DE VENECIA

La 76ª edición del Festival de Venecia ha elegido una película sobre el mundo del arte como clausura. The Burnt Orange Heresy del italiano Giuseppe Capotondi es un neo-noir sobre un crítico y su rol en la importancia de una obra. Un filme comercial incapaz de asumir su condición de entrenamiento adulto. Un cierre indigno para la Mostra. Me imagino que contar con Donald Sutherland y Mick Jagger habrá tenido algo que ver. No obstante, esta cinta no puede empañar todo lo bueno del Festival. Retomando la reflexión sobre el universo del arte, asistir a un festival de cine te da la perspectiva de su importancia para la sociedad. En once días, hemos visto películas de decenas de países de origen y en tantos idiomas. Una multiculturalidad y una visión global del mundo tan rica como apasionante. Falta conocer el nuevo León de Oro, mas Venecia ya ha cumplido con creces. Al igual que la culturización de Martin Eden, los festivales nos cuestionan y tienden puentes a nuevas ideas. La pantalla para abrir la mente y ser fuente de empatía. 


THE BURNT ORANGE HERESY (2019), DE GIUSEPPE CAPOTONDI – FUERA DE COMPETENCIA – PELÍCULA DE CLAUSURA 

Miramos un cuadro con detenimiento. Sus colores nos abruman y no entendemos su forma. Por más que lo contemplamos somos inmunes a su sentido. Entonces una voz nos empieza a contar la historia de esa obra. La razón de cada pincelada, su emoción soterrada. Una pintura que nos repele hasta que las palabras de un crítico nos alumbran el camino. En The Burnt Orange Heresy, James Figueras es el prestigioso crítico de arte que nos abre de par en par su mundo. El cineasta italiano Giuseppe Capotondi adapta la novela homónima de Charles Willerford trasladando el paisaje árido de Florida a la vitalidad del Lago Como. Siguiendo la estructura del libro y su aroma de neo-noir, hay cuatro personajes cuyos arquetipos representan las fuerzas alrededor de los cuadros. El primero es el propio James, un artista frustrado que canaliza su fracaso creyendo que puede añadir valor a las obras de otros. En el otro extremo, Jerome Debney es uno de los grandes pintores todavía con vida, mas sin que se haya visto una pintura suya desde hace décadas. Un artista puro para el que sirve de enlace un coleccionista, alguien que sólo ve el potencial negocio. En este caso, Mick Jagger es Mr. Cassidy, el filántropo que pone en contacto a Figueras con Debney con la malvada condición oculta de que le robe uno de sus cuadros. Por último, Berenice Hollis es una americana sin ningún interés en esa disciplina. Un personaje transversal ligado a la trama al ser la amante del protagonista, situación que el cineasta utiliza desafortunadamente para mostrar reiterativamente a Elizabeth Debicki desnuda o en bikini. Con estas cuatro piezas, la novela realizaba un inteligente estudio sobre qué conforma una obra de arte, si su forma material o sus notas inherentes. Un ensayo a través de la intriga que The Burnt Orange Heresy naufraga al trasladar a la pantalla grande. La anterior cinta de Capotondi, La doppia ora (2009), era un thriller efectista y absurdo, un precedente del que poco se ha despegado. El anterior ganó una de las copas Volpi a mejor actriz más baratas que se recuerdan y dudamos de los méritos de su nuevo filme para tener el honor de clausurar la Mostra. Este es un resumen infantilizado de las mordientes reflexiones de Willerford. Aquí todo se muestra en pantalla, al igual que cada concepto se verbaliza. Es una lástima que se haya perdido la oportunidad de armonizar el fondo sobre la veracidad y el valor de una obra con el medio cinematográfico. No hay una sola idea destacable en esta película. Por ejemplo, en los primeros diez minutos se ha insinuado el desenlace varias veces. Cada diálogo parece construirse para un golpe de efecto. Un libreto torpe con consecuencias terribles, como la caricaturesca actuación de Mick Jagger. La verborrea es infecta y también lo son los demás aspectos. Un montaje atropellado, una estética de anuncio publicitario y una banda sonora omnipresente para crear suspense descubren la vacuidad del cineasta italiano. The Burnt Orange Heresy, como La doppia ora, no acepta que los espectadores tengan la capacidad de pensar. Si el público son autómatas no hace falta preocuparse de la puesta en escena. Pese a que se enmarca en el género de thriller psicológico, un estilo perfecto para el disfrute, la cinta indigesta como un producto similar a la comida rápida. Es paradójico que tratando sobre la condición de los artistas y los críticos no se haya empapado ni de una pincelada. Como el cuadro del comienzo, si este tuviese que acabar en las manos de uno de los estereotipos antes comentados, The Burnt Orange Heresy sería carne del mecenas. El negocio y la vacuidad como trampantojo de cine. 

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Carlos Chaparro

Estudió Comunicación Audiovisual, permitiéndole trabajar en su pasión: el cine. Un amor incondicional que nació al descubrir a Patricia y Michel paseando por los Campos Elíseos.

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