El cine desafiante, polémico y absurdo de Hitoshi Matsumoto

Hitoshi Matsumoto

Hitoshi Matsumoto es un tipo polémico. Oculta temas serios detrás de un telón de humor absurdo.





Polémica y absurdo

Vamos a enfrentarnos a un autor… curioso. Hitoshi Matsumoto es más un comediante al que le gusta hacer películas, que un cineasta propiamente dicho. Siempre con unas señas de identidad muy claras, su cine se escapa de lo normal, ¿Qué podemos esperar de un autor que se define a sí mismo como «el director de cine que menos cine ha visto«?

Hitoshi Matsumoto es un tipo polémico con un sentido del humor muy particular. Le gusta acercarse a ciertos temas serios, los cuales quedan ocultos detrás de ese telón absurdo que cubre sus películas. Su peculiar visión de la narrativa y su forma de jugar con el sinsentido son sus características principales.



Big Man Japan

Big Man Japan (2007)

La primera película de este peculiar autor es Big Man Japan, una cinta de superhéroes que parodia a las series de anime clásicas de Japón (estilo Ultraman). Al comienzo del film, nos muestra en formato de falso documental las penurias por las que pasa el último superhéroe de un linaje muy antiguo. Estos héroes ya han perdido fama, ni siquiera cobran bien y tienen que lidiar con problemas propios de su edad (dinero, amor, hijos, monstruos gigantes que abrazan edificios…). El acercamiento al rechazo del superhéroe por parte de la sociedad es brillante. Hay multitud de detalles que acrecientan el drama con un realismo extraño.

Su primera película es Big Man Japan, una cinta de superhéroes que parodia las series de anime clásicas de Japón.

Pero no podemos olvidar que Hitoshi Matsumoto es, ante todo, un bromista. ¿Qué supone esto? Las escenas de peleas heroicas son sumamente absurdas, y este absurdo va creciendo y creciendo hasta que solo puedes pensar: «Oh, dios mío. ¿Qué estoy viendo?«. Si consigues llegar al final de la película: ¡enhorabuena! Has salido airoso de tu primer enfrentamiento con Hitoshi Matsumoto.

El primer pensamiento de cualquier persona racional ante el visionado de Big Man Japan es de rechazo. Pero la película tiene cosas increíbles. El drama de fondo es verosímil, el protagonista (interpretado por el propio Matsumoto) te produce una lástima sincera… Entonces piensas: «quizás el absurdo distrae la atención de los brillantes detalles que contiene«. Y entonces decides ver otra obra del director japonés.



Symbol (2009)

Symbol es su segunda película. Desde el mismo inicio nos damos cuenta de la gran característica del cine de Matsumoto: su dualidad. Symbol consta de dos historias paralelas. Una de ellas es la historia de un luchador mexicano que vive en la pobreza y que se se enfrenta a una importantísima pelea. Trata de no pensar en ella, pero siempre acaba apareciendo su preocupación.

Dos historias totalmente inconexas forman el juego al que Hitoshi Matsumoto nos somete.

La otra historia nos muestra a un hombre que despierta en una habitación totalmente blanca en la que aparecen botones con forma fálica. Al pulsarlos, activan todo tipo de situaciones: aparece comida, caen objetos del techo, un nativo de una tribu africana corre de un lado al otro de la habitación…

Estas dos historias totalmente inconexas forman el juego al que Hitoshi Matsumoto nos somete. Un drama social bien construido y una habitación llena de pequeños penes. La frustración de un hombre por su inevitable futuro y la diversión de un tipo en pijama que se ríe de las cosas más absurdas. Al acabar Symbol, o la amas o la odias.



Scabbard Samurai (2011)

En su tercera película, Hitoshi Matsumoto se calma y crea su cinta más… normal. Scabbard Samurai nos cuenta la historia de un viejo samurái que viaja junto a su hija. Es un desertor al que consiguen dar caza. Su condena consiste en hacer reír a un joven príncipe que ha perdido la sonrisa. Si no lo consigue en treinta días, tendrá que hacerse el hara-kiri.

Scabbard Samurai es su película más clásica y fácil de seguir.

Esta es la cinta ideal para iniciarse en el cine de Matsumoto. Es su película más clásica, más fácil de seguir. Es bonita, divertida y, en mi humilde opinión, su mejor obra.

Pensad en el argumento. Para alguien que basa sus creaciones en la dualidad del drama y la comedia, es perfecto. Los locos intentos del protagonista por hacer reír al príncipe no eclipsan las preciosas escenas con su hija. En esta película, Matsumoto consigue jugar a lo que le gusta sin sacarte de la historia.



R100 (2013)

Tras esta sosegada historia, Hitoshi Matsumoto debía necesitar volver a generar polémica… y lo consiguió. Su última película (de momento) es R100, la historia de un hombre cuya esposa está en coma. Su trabajo es horrible y no le da para pagar las facturas. Y, además, tiene que cuidar a su hijo pequeño. Para poder sobrellevar todo esto, contrata un servicio de sadomasoquismo. De manera espontánea, aparecen mujeres en trajes de cuero dispuestas a darle una buena paliza. Así es. El drama más depresivo junto a la locura más desbocada. Matsumoto en estado puro.

R100 es la película más difícil del autor.

Es la película más difícil del autor. Pero si consigues llegar al final, al último plano… Pueden pasar dos cosas: puedes ver lo increíblemente lejos que lleva Matsumoto sus mensajes y maravillarte con lo que consigue hacer… o puedes cabrearte, entiendas o no entiendas lo que significa, y arrepentirte de haber destinado una hora y cuarenta minutos a semejante broma cruel.

Hasta aquí llega, de momento, la carrera cinematográfica de este alocado autor. Yo espero con ansias su próximo trabajo.

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