Fotogenia de la Guerra Fría (XI): Guerrilleros y guerrillas en la América de los mil golpes (II)

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Che Guevara

Un guerrillero asmático

Había nacido argentino y en buena cuna, miembro de la aristocracia rosarina desde que vistió patucos y pañales. Se llamaba Ernesto Guevara de la Serna. Solamente cuando se relacionó con guatemaltecos durante el gobierno de Jacobo Arbenz, empezaron a llamarle “el Che”, por el uso continuo que realizaba de la muletilla. Viajero impenitente en busca de una revolución a su medida, había recorrido toda América para, finalmente, relacionarse en México con el Movimiento del 26 de Julio dirigido por Fidel Castro. Era 1954. Los destinos de ambos quedarían indisolublemente unidos en los siguientes doce años. Se sabe lo que ocurrió: el Gramma, la sierra del Escambray, la guerrilla (financiada en los primeros tiempos por la CIA que vio en Castro a un “joven nacionalista cristiano” manipulable y obediente), la llegada a La Habana, el triunfo de la revolución…

A partir de ahí, el Che desempeño varios cargos relevantes. Era de los pocos comunistas que habían participado en la revolución. Pronto surgieron fricciones con los norteamericanos y Castro debió aproximarse a la URSS. El Che, en tanto que comunista, era el interlocutor válido. Viajó también a España entrevistándose clandestinamente con Perón. Por entonces, sus posiciones eran todavía pro-soviéticas. Viajó por todo el mundo pero era lo que en román paladino se llama “un culo de mal asiento”. Así que consideró que lo mejor que podía hacer era extender la revolución por todo el mundo. El Congo le decepcionó en 1964. Siguió viajando. Vietnam le cautivó; y China otro tanto. Cuando volvió a Cuba, el conflicto chino-soviético había dividido al comunismo mundial en dos fracciones. El Che parecía estar más próximo a los chinos. Fidel a los rusos. A partir de ahí todo se vuelve confuso.

La historia oficial dice que un buen día abandonó sus cargos y se fue a Bolivia para encabezar la guerrilla que debía derribar al general Barrientos y hacer la reforma agraria… Pero otras versiones menos amables, cuentan que Fidel estaba harto de las salidas extemporáneas del Che y lo envió a Bolivia a morir. Fidel sabía perfectamente que allí no existía una situación pre-revolucionaria como le había contado al argentino. Sabía también que el gobierno de Paz Estensoro había distribuido la tierra (mal, pero lo había hecho) entre los campesinos y, para colmo, era imposible que los asesores soviéticos no le informaran que aquel país, dada la dispersión de la población es el más inadecuado de toda Iberoamérica para desarrollar un foco guerrillero. Además, el altiplano no es el clima más adecuado para un asmático. El Che lo era como guinda de un proyecto enloquecido. El Che picó. Y murió. Molesto para Fidel vivo, como mito resultó mucho más rentable.

La primera película que se filmó sobre el Che, apenas un año después de su muerte, fue producida en Italia y el mismísimo Paco Rabal asumía el papel de guerrillero. Se trataba de El Che Guevara (1968). Al año siguiente, Omar Sharif y Jack Palance encarnan a unos improbables Che y Fidel en Che! (1969) de Richard Fleischer. Tampoco aquí la visión de los hechos es objetiva. No hay que olvidar que se filmó durante el período de Nixon y destila un aroma anticomunista propio de la “caza de brujas”. Los hechos eran demasiado recientes como para que la figura del Che fuera valorada en su justa medida. Luego, cuando el Che se convirtió definitivamente en mito, se han filmado algunas aproximaciones a su figura que nos permitirán percibir la experiencia de Sierra Maestra, la revolución cubana y las aventuras del Che, de manera bastante monocolor. Evitaremos cintas hagiográficas cubanas y nos centraremos en las más relevantes e ilustrativas.

A pesar de que Benicio del Toro quizás no sea el mejor sosias del Che, la película de Steven Sodebergh Che: The argentine (2008, Che: El argentino) aporta información útil sobre la revolución cubana. Con un metraje inicial excepcional (4 horas y media) nos muestra la llegada del Che, los episodios de la guerrilla de Sierra Maestra y su período en el poder. En tanto que producción hollywoodiense, era inevitable que Sodebergh se recree en las escenas de los combates como Spielberg hizo con el soldado Ryan.

Che: El argentino

Hasta ahora, The Motorcycle Diaries (2004, Diarios de motocicleta) es la mejor película de ficción rodada sobre la juventud del Che. La película cuenta la historia del cubano-argentino que en 1952 recorrió la cordillera andina junto a un amigo, a lomos de una destartalada y petardeante motocicleta Norton. Buscan aventura e intentaban descubrir el alma de Iberoamérica. Nos muestra los años previos a la experiencia cubana y su incipiente toma de conciencia social. Si se quiere completar esta película con un documental que muestre los primeros años del Che, será necesario recurrir a la producción hispano-cubana Mi hijo el Che – Un retrato de familia de don Ernesto Guevara (1985) de Fernando Birri. La muerte del Che ha quedado atrás pero todavía sobrevivía gente que lo conoció y familiares, entre ellos Ernesto Guevara Lynch, su padre. El documental tiene mucho de auténtico al tener al progenitor como hilo conductor. Una segunda versión del mismo documental se proyectó en 1997, realizada también por Birri, al conmemorarse el treinta aniversario de su muerte en Bolivia.

Hasta la victoria siempre (1967) del documentalista Santiago Alvárez, se compuso en apenas dos días, inmediatamente después de conocerse la muerte del Che en Bolivia. Fue producida por el ICAIC, entidad oficial, así pues se trata de género hagiográfico, pero tiene la virtud de mostrarnos como se vivió la noticia de la muerte del Che en su país adoptivo. Otro documental notable producido por el ICAIC tiene que ver con el que seguramente es uno de los iconos más difundidos del último tercio del siglo XX, la famosa foto del Che realizada por Alberto Korda que aparece continuamente en icono pop. Pedro Chaskel en Una foto recorre el mundo (1981) cuenta cómo se realizó aquella foto que, en el fondo, formó parte también de la Guerra Fría, pues, no en vano, fue utilizada inicialmente por quienes se identificaron con el mismo impulso revolucionario que animó al Che.

Dos cintas argentinas poco difundidas fuera de aquel país revisan la historia del Che justo cuando se cumplieron 30 años de su muerte. Aparecieron con diferencia de pocas semanas y muestran distintos aspectos de la vida del Che. Son complementarias. El Che (1997) de Aníbal di Salvo se centra en la malhadada aventura boliviana. En cuanto a Hasta la victoria siempre (1997), nos presenta al Che niño en Córdoba y termina con la entrada de los “barbudos” en La Habana. Se trata de dos películas de ambiciones modestas, pero que aportan datos biográficos interesantes.

La campaña del Che en Bolivia es narrada específicamente en un documental y tiene un enfoque muy original en una película de ficción. Di buen día papá (2005) nos narra las vicisitudes de una familia residente en la pequeña población boliviana de Valle Grande donde el Che fue capturado y muerto en los treinta años siguientes entre éste episodio y la exhumación de sus restos. La película fue candidata al Oscar a la mejor película extranjera. Como se sabe, el Che escribió un diario de su estancia en Bolivia que cayó en poder de las fuerzas armadas bolivianas al ser capturado. Se trata de un documento preciosísimo para reconstruir aquella peripecia y es la base para la composición del documental suizo Ernesto Che Guevara: Le journal de Bolivia (1994, Ernesto Che Guevara: el diario de Bolivia). Es, sin duda, el mejor documental sobre el tema y el único que vamos a mencionar de los muchos que se han filmado. La cámara recorre los lugares que recorrieron los guerrilleros (más que en su campaña, en su constante huida), mientras la voz en off lee los fragmentos del diario. Un ejercicio de objetividad y rigor que vale la pena ver.

Diarios de motocicleta


 

Guerilla urbana: Tupamaros

El Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros salió a la superficie en 1964, tras unos años de gestación en la clandestinidad. En los nueve años siguientes fue intensificando su acción siguiendo una estrategia de guerrilla urbana. Los secuestros espectaculares, las sofisticadas “cárceles del pueblo” y los atentados inesperados hicieron creer que una revolución similar a la castrista estaba a punto de estallar en la República Oriental del Uruguay y fueron, en cualquier caso, modelo para otros movimientos similares, incluido ETA. Cuando la cosa rebasó un límite, simplemente, los militares uruguayos dieron el carpetazo al problema, haciéndose con el poder y liquidando en pocos meses a las células urbanas. La CIA colaboró en la represión, pero fue sin duda la existencia del Plan 24 Horas (ocupación de Uruguay por el ejército brasileño 24 horas después de que llegara la guerrilla al poder) lo que movilizó a los militares.

De entre todas las películas sobre este episodio (que no era más que otro intento nacional de imitar el modelo cubano adaptándolo a las circunstancias del país) hay una que destaca sobre las demás, inicialmente, porque refleja un hecho que realmente ocurrió: el secuestro y asesinato de un agente de la CIA, Dan Mitrione en agosto de 1970. En segundo lugar, la película tiene todavía más interés al estar dirigida por Costa Gavras que ya se había convertido en un hábil cineasta. Nos referimos a Etat de siége (1973, Estado de sitio). Yves Montand, siempre dispuesto a prestar su esfuerzo a cualquier causa de izquierdas encarnó al agente norteamericano. La película nos dice mucho sobre la organización de los Tupamaros, las artes represivas de la CIA y las consecuencias del secuestro, exigencias (se pretendía la liberación de 150 tupamaros presos) y el desenlace final. Mientras, en Richmond (la antigua capital de la Confederación), Frank Sinatra y Jerry Lewin organizaban –no en la película, sino en la realidad- un concierto benéfico en honor de la familia Mitrione.

Estado de sitio

Dos películas menores que mediante la técnica del flash-back, nos hablan de los años duros de Uruguay, con sus tupamaros, sus mílicos, el malestar social… y el fútbol (que a fin de cuentas, es la pasión uruguaya por excelencia). Paisito (2008), dirigida por Ana Diaz, tiene matrícula hispano-uruguaya y actores de ambas nacionalidades, nos narra los amores imposibles entre el hijo de un zapatero emigrado y la hija del jefe de policía de Montevideo. El presente lleva a dar pinceladas –y a veces, brochazos- sobre el pasado. Otro tanto ocurre en Mas angeles, película que se estreno en España con el título de Polvo nuestro que estás en los cielos (2008), uruguaya. Aquí se nos narra lo ocurrido entre 1966 y 1973. Ambas películas ayudan a entender la situación de aquel pequeño país que vivió la segunda parte de la Guerra Fría entre atentados, represión y malestar social.

A partir de aquí, la historia de este grupo guerrillero puede reconstruirse a través de una serie de documentales de los que nos hemos limitado a resaltar aquellos que nos han parecido más ilustrativos. En Tupamaros (1997), un documental alemán, se expresan los viejos tupamaros; es, no solamente, un recordatorio de cómo fue aquel tiempo, sino –y esta es la parte importante- cómo vivieron los implicados la evolución de los acontecimientos y lo que quedaba de sus ideales cuando se les requirió su testimonio para esta película. Cronológicamente, el primer documental aparecido sobre este tema fue Liber Arce, liberarse (1969), montado en Uruguay justo en los momentos en los que el MLN-T empezaba a hacer de sus atentados algo cotidiano. El nombre del documental es el grito con el que se manifestaron los estudiantes de izquierdas uruguayos tras la muerte de uno de ellos, Liber Arce, cuyo nombre y apellido (con esa “c” que en toda Iberoamérica se transforma en “s”, componían el leit-motiv de los tupamaros: “liberarse”). El documental está firmado por Mario Handler que se especializó en la materia, dirigiendo otras variaciones sobre el mismo tema. Había filmado, por ejemplo, Me gustan los estudiantes (1968), su primera incursión en esta temática, en donde refleja las protestas estudiantiles contra la reunión internacional de Jefes de Estado en Punta del Este. Decile a Mario que no vuelva (2007) fue su última incursión en la materia. El Mario que se menciona en el título es él mismo y la tesis que presenta es que la sociedad uruguaya todavía no había digerido la dictadura que se prolongó entre 1973 y 1985.


 

Chile: la ITT no perdona

En noviembre de 1970, Salvador Allende llegaba al poder en Chile dirigiendo una coalición de izquierdas. Dado que no tuvo mayoría debió contar con el apoyo de la Democracia Cristiana. Finalmente, un gobierno de izquierdas que no eludía elogiar al castrismo, ni lanzar soflamas antiimperialistas había llegado al poder por la vía democrática (aunque fuera en precaria coalición). A partir de ahí, la situación se fue tensando más y más hasta que el 11 de septiembre de 1973 se produjo el fatal desenlace en forma de golpe de Estado.

También aquí, Costa Gavras dio su versión en la película Missing (1982, Desaparecido) protagonizada por Jack Lemmon y Sissy Spacek, basada en el libro de Thomas Hauser, The execution of Charle Horman: An american sacrifice. La música de Vangelis acompaña la narración (que a veces es excesivamente melodramática). El mensaje en defensa de los derechos humanos queda meridianamente claro, a pesar de que lo que puede reprocharse a la película es no ser muy explícita en todo lo que había ocurrido en Chile en los tres años anteriores. Si queremos afinar un poco más, necesariamente tendremos que recurrir a los documentales.

Missing

El documental clásico en la materia es La batalla de Chile (1975-79), en tres partes con una duración de 300 minutos en total. La orientación es de izquierdas y el material, filmado durante el período de gobierno de Allende, fue sacado del país en noviembre de 1973 cuando su director, Patricio Guzmán, que había sido detenido en el momento del golpe de Estado, salió en libertad y abandonó el país llevándose los rollos que su equipo había filmado. El documental se montó en el ICAIC cubano y en cuanto a la financiación, lo más probable, es que también procediera de Fidel. Todo lo cual implica que la visión de los hechos está ligeramente escorada a la izquierda. Las tres partes (La insurrección de la burguesía, El golpe de Estado y El poder popular) pueden considerarse como la versión canónica sobre el período allendista enunciada por la izquierda, aún así, debe de verse para tener una referencia de los hechos. Quizás el problema de la trilogía sea que no contextualiza lo ocurrido en Chile dentro de la situación internacional, ni siquiera dentro de la situación creada en Iberoamérica después del triunfo del castrismo y de la reacción norteamericana para evitar que gobiernos de izquierdas fueran estableciéndose en Iberoamérica.

Si hasta aquí todo lo que hemos mostrado en este capítulo afecta a los países iberoamericanos, hay que tener en cuenta que en el Primer Mundo (que se reducía en la época a la ecuación Occidente = EEUU + Europa occidental), estas experiencias (y la guerra del Vietnam) tuvieron una repercusión extraordinaria y no eran ajenas al nacimiento de la “nueva izquierda” que también tuvo películas que la relataron.


 

Películas citadas para conocer más sobre el tema:

Películas Fotogenia de la guerra fría

Ir a Fotogenia de la Guerra Fría (XII): Beats, Hippies y Mayo del 68 (I)

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

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