Fotogenia de la Guerra Fría (XIII): La Guerra de Corea

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Guerra de Corea

Guerra de Corea, guerra olvidada

Paradójicamente fue la primera “guerra caliente” de la Guerra Fría. Estalló cinco años después de que silenciaran los cañones de aquella otra guerra que culminó en Hiroshima y Nagasaki, la que debía “acabar con todas las guerras”. Las nuevas generaciones apenas han oído hablar de aquella guerra y solamente recuerdan que Corea del Norte es hoy uno de los últimos Estados comunistas. De tanto en tanto, aparecen noticias, más o menos increíbles, sobre Corea del Norte y el régimen de Kim Jong-un y alguna que otra real sobre su recién estrenado arsenal nuclear y los vectores balísticos estratégicos para transportarlos. Aparte de esto, pocos recuerdan la guerra que ensombreció Corea entre 1950 y 1953. Verán cómo fue aquello, porque aquel conflicto ha dado algunas películas notables.

En 1910 Japón ocupó la península de Corea. Coreanos y japoneses nunca se han llevado bien. Los occidentales los tenemos como parecidos; pero no lo son, ni siquiera físicamente (y no se les ocurra decirles ni a unos ni a otros que se parecen). Cuando en 1945, Japón resultó vencido, los EEUU dividieron la península por el famoso Paralelo 38: la zona Norte fue ocupada por el ejército soviético y comunistizada. El Sur quedó en manos norteamericanas: libremercado y democracia. La idea era celebrar elecciones libres en 1948, pero resultó imposible y agravó la división del país (que dura hasta hoy). El 5 de junio de 1950, las tropas del Norte cruzaron el Paralelo 38 con la intención de unificar el país a la brava. Un año antes, la revolución comunista había triunfado en China, reforzando la posición de Stalin que se había visto debilitada después de que Tito optara por su particular “vía hacia el socialismo” y a causa del fracaso del bloqueo de Berlín. Si las cosas le iban mal en Europa, creyó que podía resarcirse en Asia: Mao le demostró lo acertado de esa apuesta. En el fondo, los 1.000 millones de chinos de la época eran bastante más que los poco más de 3 millones de habitantes de Berlín y de los 20 millones de yugoslavos. Con una China en manos del Partido Comunista, era posible avanzar un paso más en el control de Corea utilizando la carta de la “unificación” del país.

La campaña se inició bien para las tropas de Kim Il-sung (abuelo del actual “gran timonel” Kim Jong-un) que arrinconaron a las pequeñas unidades sudcoreanas en Pusan, en la costa sudoeste del país. Convocado el Consejo de Seguridad por los EEUU, aprobaron –con ausencia soviética– el envío de fuerzas multilaterales para salvaguardar la independencia del Sur. Las tropas norteamericanas decidieron atacar en Inchón, una población marítima situada en el oeste del país a pocos kilómetros del Paralelo 38, logrando una gran victoria que obligó a los norcoreanos a retirarse bajo el riesgo de quedar aisladas en el sur. En octubre, el general MacArthur había recuperado la casi totalidad del territorio ocupado por los comunistas e incluso atravesado el Paralelo 38 llegando hasta Pyongyang. Cuando parecía que todo había concluido y que el país se había unificado bajo la égida del Sur, el 16 de octubre de 1950, el ejército chino cruzó la frontera y volvió a desequilibrar la balanza. A principios de enero de 1951, Seúl fue nuevamente ocupado por los comunistas.

Fue entonces cuando a MacArthur se le ocurrió la peregrina idea de utilizar bombas nucleares contra el Norte. El presidente Truman, cuyo pulso no había temblado al ordenar el bombardeo nuclear sobre Hiroshima y Nagasaki cuando Japón ya estaba vencido, se alarmo ahora; y había una buena razón para ello: la URSS había hecho estallar el 22 de agosto de 1949 su primera bomba nuclear; EEUU ya no era la única potencia nuclear. Lanzar bombas nucleares sobre el Norte, implicaba ahora el riesgo de recibir un ataque análogo. Truman destituyó a MacArthur y a partir de ese momento, el “empate técnico” hizo derivar el conflicto hacia la mesa de negociaciones. En julio de 1953, cuando el cadáver de Stalin estaba todavía caliente en Moscú, las partes suscribieron los acuerdos de Panmunjong que selló para siempre la división del país a través del Paralelo 38º… justo como al principio del conflicto. Una guerra que sirvió para poco, salvo para acumular muertos: en torno a 2.500.000 de muertos, entre ellos 54.000 norteamericanos, 500.000 chinos, 163 colombianos y algunas decenas de portorriqueños. El resto eran civiles del Norte y del Sur. Daños colaterales, como se llama ahora a estas masacres.

¿Quién tenía razón? Hay interpretaciones –como siempre– para todos los gustos. La más razonable, sugiere que Stalin quiso un desquite en Corea por sus derrotas en Europa del Este inmediatamente anteriores. La rapidez y contundencia de la primera ofensiva norcoreana indican a las claras quién tuvo la iniciativa. Obviamente, el hecho de que los EEUU actuaran con la cobertura del Consejo de Seguridad es irrelevante. La resolución 498 de la ONU consideraba (y condenaba) a la República Popular China como potencia agresora y le conminaba a abandonar el país. Eso solamente sirvió para que unos pocos batallones de otros países fueran los comparsas de los marines. Para los EEUU, intervenir en Corea evidenciaba su voluntad de estar presentes en Asia de manera determinante y cerrar el paso al comunismo (Truman era considerado débil ante un sector de la opinión pública norteamericana). De todas formas, cuando estalla un conflicto todos tienen sus buenas razones para participar en él y resulta vano tratar de entender las de uno y no las del otro. A fin de cuentas, la historia de la Guerra Fría es una completa sinrazón.

Así fue el conflicto. Sin tropas irregulares como Vietnam, sin grandes choques de blindados como en la Guerra de los Seis Días, sin grandes bombardeos como los que asolarían Laos, Camboya y Vietnam del Norte unos años después, pero con enfrentamientos aéreos entre reactores de fabricación soviética Mig-15 que se impusieron fácilmente sobre los Shooting Star norteamericanos e igualados con los F-86 Sabre… eso fue la Guerra de Corea, casi una guerra clásica, con una primera fase de movimientos de tropas y una segunda fase de posiciones cuando llegó el estancamiento de los frentes y el tira y afloja diplomático. El cine lo vio así…


 

MASH, o la cómo contornear la guerra del Vietnam

Mash

Seguramente no es la película que más nos puede enseñar sobre lo que fue la Guerra de Corea, pero si es la que ha tenido más eco entre el público. MASH (1970) primero fue largometraje y luego serie de TV (1972). La serie consagró a Alan Alda con actor de primera fila, si bien los ojos del público masculino estaban más atentos con la exuberante Loretta Swit, en la serie, “Labios Calientes”. Casi los vimos envejecer porque la serie se prolongó más que el conflicto: once temporadas, con 251 episodios entre 1972 y 1983. Todo ocurre en un hospital de campaña y no abundan las referencias históricas. Para lo único que sirve la serie es para conocer unos pocos datos sobre el conflicto y su época.

Casi lo mismo cabe decir sobre el largometraje que dio origen a la serie: los problemas de los soldados, los sufrimientos de los heridos y las juergas del “equipo médico habitual”, se reflejan hasta la saciedad, no así el contexto del conflicto. En la película MASH, Robert Altman juega con la calidad interpretativa de Donald Sutherland y de Elliott Gould para demostrar que son un par de golfos bromistas que se toman muy en serio su trabajo. La película es muy superior a la serie y, desde luego, está más cerca de lo que fue el conflicto. Cuando Altman filma la película e incluso cuando comienza la serie de TV, la Guerra del Vietnam ocupa la actualidad informativa. Ni la serie ni el largometraje, ambientados en la Corea de veinte años antes, logran inhibirse de la sombra de Vietnam: de hecho es una especie de reivindicación del desinterés y del heroísmo aparente de unos soldados que están combatiendo allí donde les envía su país. Y se entiende el motivo: así como la intervención en Vietnam era difícilmente justificable, en cambio, las cosas estaban algo más claras en Corea.


 

Dos películas turbadoras sobre la Guerra de Corea

El mensajero del miedo Traidor a su patria

The Manchurian Candidate (1962, El mensajero del miedo) y The Rack (1956, Traidor a su patria) tampoco son excepcionalmente descriptivas sobre la Guerra de Corea en sí misma, pero dicen mucho sobre el clima generado en los EEUU a raíz del conflicto y los miedos que atenazaban a los EEUU. El anticomunismo ya se había instalado en el seno de la administración americana y ambas películas nos muestran a una sociedad casi ingenua que se enfrenta a las maldades científicas de los comunistas, capaces de todo, especialmente de lavar el cerebro a los prisioneros y convertirlos en autómatas quintacolumnistas.

La película de John Frankenheimer es la que más lejos llega en este terreno. Su protagonista, Frank Sinatra, se va aquejado por sombrías pesadillas que datan de su cautiverio en Corea. Comparte sus temores con otro prisionero, Laurence Harvey y, de ahí surge una trama de infiltración comunista en la cúspide política de los EEUU. El mismo tema será recuperado medio siglo después, con el mismo título, interpretado por Denzell Washington y Liev Schreiber, y dirigido por Johnattan Demme, con la pequeña variación de que los coreanos son cambiados por agentes sudafricanos y el eje de la conspiración no procede de un país comunista, sino de otro sector de la administración norteamericana.

En cuanto a The Rack, Paul Newman, por entonces casi un zagal, es el prisionero que pasa dos años en un campo de concentración coreano y al ser liberado recaen sobre él sospechas de haber colaborado con el enemigo. Newman comparte cartel con un inesperado Lee Marvin y un veterano crepuscular, Walter Pidgeon. La película está hecha “en caliente”, cuando realmente en los EEUU se estaban produciendo casos similares al ser canjeados presos de ambos bandos en virtud de las cláusulas de los acuerdos paz.

Las dos películas nos muestran una sociedad que se siente vulnerable ante una amenaza que no termina de entender. Tras haber ganado la Segunda Guerra Mundial, la URSS, el antiguo aliado se convierte, a la vuelta de pocos años, en el nuevo enemigo. Si en Corea utiliza armamento clásico, en los propios EEUU utiliza técnicas desconocidas hasta ese momento: infiltración, lavado de cerebro, enmascaramiento y conspiración. El enemigo, no está en Corea: puede estar en todas partes. De ahí a la “caza de brujas” no habrá más que un paso.


 

Algunas pinceladas de historia…

Hasta aquí películas sobre el impacto emocional generado por este conflicto entre el público norteamericano. Vayamos ahora a enumerar algunas películas que con cierta fidelidad nos dicen cómo sucedieron algunos episodios concretos del conflicto. No hay muchas. La primera de todas es un biopic que no se limita a la Guerra de Corea: es la biografía del general Douglas MacArthur, el comandante en jefe de las tropas norteamericanas destacadas en Corea. Su título no permite forjarse falsas esperanzas sobre lo que se va a ver MacArthur (1977). Dirigida por Joseph Sargent, Gregory Peck asume el papel del biografiado. Obviamente sólo la última parte de la película está consagrada a la Guerra de Corea y alcanza hasta su destitución por el presidente Truman tras sugerir el bombardeo del Norte con ingenios nucleares. En la primera parte, con tintes épicos, se narra la derrota de la guarnición norteamericana en Filipinas y el cerco de Corregidor en donde MacArthur salió a escape con la frase que le hizo famoso “Volveré”. En ambas partes, la película refleja fielmente la “versión oficial” sobre MacArthur y da una perspectiva global del conflicto (a condición de estar atento).

Otras películas sobre esta crisis se centran en batallas o episodios muy concretos. En One Minute to Zero (1952, Corea, hora cero) de Tay Garnett, Robert Mitchum encarna a un coronel del ejército norteamericano encargado de la evacuación del personal de la ONU al desencadenarse la primera ofensiva de los coreanos del Norte en 1950. Es una historia de amor sobre el trasfondo del conflicto.

Sayonara

Sayonara

Los tórridos amoríos están completamente ausentes en Pork Chop Hill (1959, La cima de los héroes). Nos describe la batalla que da título originario a la película y que realmente se desarrolló en 1953 entre la 7ª Division de Infantería del Ejército de los Estados Unidos y unidades de elite del ejército chino-coreano. La batalla fue importante porque ya se habían iniciado las conversaciones de paz de Panmunjom y la pérdida de esta posición implicaba debilitar la fuerza negociadora de los EEUU. No se trataba de una posición estratégica desde el punto de vista militar, sino que tan solo tenía valor en la mesa de negociaciones. Así lo ve Gregory Peck, que en esta ocasión es el teniente al que le cae el “marrón” de tomar la posición.

Los amantes de la interculturalidad sabrán apreciar la película Sayonara (1957) de Joshua Longan, interpretada por Marlon Brando, para la ocasión un oficial de la fuerza aérea norteamericana destinado en Japón durante la Guerra de Corea. Surge el amor entre el militar y una japonesa, que deberá de enfrentarse a todo tipo de incomprensiones y al consiguiente choque entre culturas. La película tiene de histórico el que las parejas de este tipo fueron frecuentes en aquella época entre oficiales de la USAF enviados al Japón a reponerse. La curiosidad es que Brando, orientalizado mediante un ingenuo maquillaje, acababa de filmar en Japón otra película intercultural, The Teahouse of the August Moon (1956, La casa de té en la luna de agosto), en la que encarnaba a un japonés. El tema de fondo era también la presencia de militares norteamericanos en el archipiélago japonés.


 

La visión coreana

Lazos de guerra

Lamentablemente, Corea del Norte está fuera de los circuitos comerciales de la cinematografía, e incluso de Internet, lo que nos impide saber si desde allí se han filmado cintas sobre el conflicto que se desarrolló en aquel país entre 1950 y 1953. Sin embargo, Corea del Sur dispone hoy de una próspera industria del cine que ha generado algunas cintas sobre aquella guerra, especialmente en los últimos diez años. Cuesta encontrarlas y, cuando se proyectan en salas comerciales, permanecen poco tiempo en exhibición.

Es lo que le pasó a Tae Guk Gi (2004, Lazos de guerra o La hermandad de la guerra) de Kang Je-Gyu, seguramente el director coreano con más proyección internacional. La película es un testimonio sobre cómo afectó la guerra a la sociedad a través del prisma de dos hermanos, uno protector, zapatero de profesión y el otro, el protegido, que aspira a ir a la Universidad. Pero la guerra trastocará los planes de todos ellos y dislocará sus vidas. La película no asume ni la versión oficial del Norte, ni la del Sur, es, simplemente, una crítica a lo que fue aquella guerra. Se ha dicho de ella que era el equivalente coreano a Saving Private Ryan (1998, Salvad al soldado Ryan).

Muy diferente es Wekkeom tu Dongmakgol (2005, Welcome to Daogmakgol), una visión de la guerra en clave de comedia. El mensaje es pacifista: soldados del Norte y del Sur se ven obligados a colaborar para remediar la situación que ellos mismos han creado en una pequeña aldea. Un piloto norteamericano derribado aparece en escena en esta remota aldea: con él están presentes exponentes de todas las partes que participaron en el conflicto. En 2005, la película fue nominada para los Oscar y se la tiene como la cuarta película más taquillera de Corea del Sur.

Welcome to Daogmakgol

Welcome to Daogmakgol

La tercera muestra coreana es Pohwasogeuro (2010, 71: into the Fire), película que nos cuenta una historia real protagonizada por un grupo de soldado y de estudiantes de Corea del Sur que resistieron los ataques de las tropas chinas y del Norte durante 11 horas el 11 de agosto de 1950 en lo que se conoció como la batalla de P’ohang-dong. No se trataba de una base militar, sino de una pequeña escuela de niñas situada sobre el río Nakdong. Se estrenó en el sesenta aniversario del inicio de la Guerra de Corea y puede ser considerada como una exaltación de la causa del Sur.


 

Corea a mogollón…

A parte de estas películas que pueden ser consideradas como las más emblemáticas sobre la Guerra de Corea y que aportan algo, por parcial que sea, para entender el desarrollo histórico del conflicto, se ha filmado un cierto número de películas que tienen como trasfondo el episodio. Hemos elegido algunas que consideramos como las más notables o que recabaron la atención del público en su tiempo.

Si destacamos Hell in Korea (1956, Infierno en Corea) es porque es una de las pocas que nos hablan sobre la presencia del contingente inglés. Entre los atractivos de esta película figura la primera presencia de Michael Caine en el cine. Se trataba de una película de propaganda y, como tal, es de las que se suele decir imprudentemente que “refleja hechos reales”. Sea como fuere, el mensaje que transmite es que los soldados ingleses, no solamente fueron allí para defender la democracia, el derecho internacional y la libertad del pueblo de Corea, sino que, además lo hicieron heroicamente, como los protagonistas de esta película que pelean hasta la última bala.

Por los mismos derroteros discurre Fixed Bayonets! (1951, A bayoneta calada) en la que Samuel Fuller dirige a Richard Basehart, un cabo de los marines destacado en Corea que asume el mando de su unidad después de que todos los oficiales superiores hayan sido eliminados. Obviamente, por la fecha de filmación, lo narrado corresponde a la primera fase del conflicto, pero la película no narra un episodio real, sino que se limita a exaltar los lazos de solidaridad, heroísmo, sacrificio y liderazgo que el Pentágono pretendía transmitir a la población.

Hay que decir que ésta, como todas las películas que se filmaron sobre la guerra en EEUU en los años cincuenta y sesenta, no son en absoluto críticas como ocurrirá luego con las filmadas sobre Vietnam a partir de los años setenta. War Hunt (1962, Soldado o cazador). Robert Redford, dirigido por Denis Sanders, es, en realidad un thriller policiaco en medio de una guerra: un asesino en serie ejerce de matarife tomando como víctimas a los soldados del Norte. La nombramos porque su producción es de gran calidad y cuenta con un buen elenco de actores.

War Hunt

Finalmente, Men in War (1957, La colina de los diablos de acero), dirigida por Anthony Mann nos presenta un episodio típico de un conflicto del siglo XX: oficiales duros como el marmolillo del ocho, inflexibles como un político hacia el cohecho y sargentos a la vuelta de todo, intentan demostrar el temple de los soldados que participaron en el conflicto. Propaganda, vaya.


 

Y un documental lo explica lo que falta

Es posible que, a diferencia de otros conflictos, la Guerra de Corea no haya dado películas que ayuden a comprender cómo fue la dinámica de aquel conflicto. Fue una guerra poco glamourosa desde el punto de vista de Hollywood. Las películas que hemos elegido son aquellas que dicen algo sobre los episodios bélicos, pero en su conjunto cuesta (aún viéndolas todas) hacerse una idea completa de cómo fue el conflicto. Como máximo aluden a aspectos parciales. Así pues, hará falta visualizar un documental que nos diga lo que estas películas no reflejan. Y, por supuesto, hay un documental, por encima de cualquier otro, que hará de nosotros verdaderos expertos en la cuestión: Korea: the Unfinished War (2003, Corea: la guerra inacabada), dirigido por Brian McKenna. No vale la pena aludir a ninguno más: es el más fácilmente accesible y, al mismo tiempo el más descriptivo.

El documental de factura canadiense, producido por el Canal Historia, está dividido en cuatro entregas de 52 minutos cada una. Cuenta con el concurso de actores de renombre que prestan su voz para encarnar a los protagonistas reales y leen fragmentos de diarios de la época. La documentación utilizada es excepcional y exhaustiva y no queda ningún aspecto del conflicto que permanezca en la oscuridad.

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Esto fue Corea para el cine y así se lo hemos contado. Mientras esto ocurría en un extremo de Asia, en el otro –Oriente Medio– las cosas no iban mucho mejor. Mientras duró la Guerra Fría se sucedieron tres conflictos árabe-israelíes y dos guerras irano-iraquies. Tal es la siguiente vuelta de tuerca de nuestro viaje por la Historia.


 

Películas para saber más sobre el tema:

Películas Guerra de Corea

Ir a Fotogenia de la Guerra Fría (XIII): Las Guerras de Oriente Medio

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

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