John Wick 4, el asesino indie

Estreno en España: 24 de marzo

Pim, pam, pum… Tacatacatá. Pim, pam, pum… tacatacatá y así dos horas y cincuenta minutos. Sin embargo, mola un montón. Como pasa en los toros, el arte de matar tiene su punto: No se puede negar que, aunque no sea ético reconocerlo, relaja y divierte ver (sobre todo cuando sabes que todo es mentira) cómo alguien despacha a cientos de indeseables en un santiamén. En nuestro foro interno, muchos soñamos con desahogarnos así con algún jefe, con algún pesado o con algún estúpido de turno…  Los que hemos crecido con Stallone y con Schwarzenneger siempre agradecemos el visionado de este tipo de cine porque vertemos ahí nuestra ira, nuestros complejos, hacemos un proceso de identificación con el protagonista y, a la postre, salimos de la sala mucho mejor que cuando entramos. Podría decirse que estas películas son terapéuticas y nos liberan de la mala baba acumulada durante toda la semana. Hay unos parámetros básicos que siempre son una apuesta segura: mafias, sociedades secretas, artes marciales, ambientes elitistas, armas sofisticadas, ubicaciones cosmopolitas… Claro que, para hacer lo anterior hace falta mucha pasta, pero en este caso hayla. Keanu Reeves es un machito que yo categorizaría como indie, que dista bastante de la envoltura más roquera de, por ejemplo, los Mercenarios porque, a pesar de su sempiterno cabello graso, Keanu marca la diferencia con los Bruce Willis de turno que son más de entornos rudos, calurosos y cantineros (cada cual en su casa y Dios en la de todos). John Wick, a pesar de ser un asesino (ya no en serie, sino en temporada), tiene un clásico sedimento romántico que lo aleja del machito musculado rebosante de testosterona y quizá (digo yo) sea más aceptado por el público femenino, por ser aquel más una especie de Hércules Postmoderno que un malote de barra curtido en el gimnasio de barrio. Si van a verla, ya entenderán lo que les digo. Esta entrega es larga, pero no se hace pesada. La coreografía letal es magnífica (jamás he visto asesinar a alguien con un arco tan de cerca y con tanto garbo) y las localizaciones donde se realizan estos bailes mortales son verdaderos lienzos: Osaka, Nueva York, Berlín, París… Lugares mágicos, algunas veces encantadoramente ruinosos, que engrandecen la acción en horas mágicas y muy bien escogidas: Amaneceres, amaneceres, amaneceres… Otra ficha ganadora que bien calibrada siempre enamora al más frío.

El señor Reeves se mantiene muy bien para sus cincuenta y tantos largos (pero habla poquito, el pobre, que anda con mucho lío), Donnie Yen interpreta el papel de un invidente letal y guasón, Bill Skarsgàrd está que ni pintado como Marqués de Gramont (despiadado aristócrata), Ian McShane es un octogenario de lujo que aporta el perfecto buqué a la cinta, Rina Sawayama deleita con una danza sutil y mortífera, Hiroyuki Sanada luce un look muy chulo y me cae fenomenal, Laurence Fishburne está enorme, su presencia siempre llena, y los demás no merecen mucha mención.

Los que siguen la saga “wickista” no creo que salgan defraudados, al contrario, y, si no han visto las anteriores entregas, tampoco pasa nada, pueden ir y disfrutarla sin problemas. Así que, si están estresados o algo nerviosillos, ahórrense el psicoterapeuta y mimetícense con el todo terreno… “Juanito el Mechas”.

Calificaciones7
7

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Guillermo Pérez-Aranda Mejías

Soy un escritor romántico con matices quevedescos. Disfruto con lo absurdo del surrealismo y me apasiona encarcelarme en mi castiza torre de marfil, donde desarrollo mi creatividad rodeado de música, de libros, de cine y de lo más selecto de la humanidad huyendo así, en la medida de lo posible, de lo más mundano. Roquero trasnochado y poeta de lo grotesco, he decidido, como si fuera un samurái que se destripa por su honor, entregar mi vida por entero al arte.

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