Luces de la ciudad (1931), de Charles Chaplin – Crítica

Luces de la ciudad

Nos remontamos a octubre de 1927, año en el cuál se estrena ‘El Cantor de Jazz‘, primera película sonora de la historia. El enorme éxito del film provocó la mayor revolución que el cine ha vivido nunca. La gente acudió en masa a ver aquellas primeras películas habladas, las productoras lucharon por adquirir las patentes y los sistemas de sonido necesarios, y muchas actores y actrices de éxito no se adaptaron y cayeron en el olvido. Es el caso por ejemplo de Gloria Swanson o Buster Keaton.

Charles Chaplin era otra de estas estrellas en peligro, y no tardó en pronunciarse al respecto, como siempre con una buena dosis de humor: «Las palabras son escasas. Lo más grande que puedes decir con ellas es elefante». “Nunca haré una película hablada, y si la hago, interpretaré en ella a un sordomudo”.

En este contexto, en contra de la tendencia general y de los consejos de no estrenar un film mudo, Chaplin comenzó a trabajar en su próxima película, ‘Luces de la ciudad (City Lights)’. Finalmente se estrenó en 1931, tres años después de la consolidación definitiva del sonoro. Los exhibidores temían perder dinero con su proyección, lo que empujó al cómico norteamericano a alquilar él mismo el Cohan Theatre de Nueva York. El resultado: todo un éxito. El público la respaldó y la crítica la aplaudió de forma entusiasta.

En ella se incluyen algunos elementos sonoros momentáneos, pero en ningún momento diálogos hablados. Se trata de una película muy en la línea de sus trabajos anteriores, los cuales le reportaron un enorme reconocimiento: gags visuales y crítica social, humor y drama, romance, pobreza, y su personaje principal: el vagabundo. Es curioso porque en todos los países se le conoce por este nombre genérico. En todos menos en España y Francia, donde recibe el nombre de Charlot, apelativo surgido de la contracción de su apellido y el nombre Pierrot, que designa al payaso serio en la comedia del arte italiana.

El vagabundo tuvo la oportunidad de protagonizar una película más, ‘Tiempos Modernos‘ (1936), en la que de nuevo introdujo efectos de sonido, pero no diálogos. Diez años aguantó Chaplin su pulso al tiempo, concretamente hasta el año 1941, fecha en la que estrenó su primer film hablado, ‘El gran dictador‘.

Pero no quiero desviarme demasiado de la obra que no ocupa: ‘Luces de la ciudad‘. Es esta una de las grandes cintas de la historia. Así lo cree el American Film Institute, quien la sitúa en el puesto número 11 de las mejores películas, y Orson Welles, Stanley Kubrick o Federico Fellini, directores que la tienen entre sus favoritas. Más cerca nos queda Rafael Azcona, guionista riojano que también la situaba en su top.

Pero, ¿qué la hace tan especial? Puesto que los ingredientes utilizados por el humorista son recurrentes, ¿qué es lo que diferencia ‘Luces de la ciudad‘ de otras excelentes películas dirigidas por Chaplin? A mi juicio, el elemento distintivo es su desenlace, perfectamente medido, emocionante y revelador. Es un final perfecto, que llega en el momento preciso. En él no caben spoilers. ¿Qué puedo revelar? ¿que se miran? ¿que al final se ven? Como bien decía Chaplin, las palabras son escasas. Lo más grande que puedo decir con ellas es amor.

Luces de la ciudad

Calificación9
9

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Arturo G. Maiso

Viajero y cinéfilo. Director de Marketing en una plataforma de financiación participativa, CEO de AGM Comunicación Multimedia y director de El Cine en la Sombra.

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