El niño y el mundo (O menino e o mundo, 2013), de Alê Abreu – Crítica

O Menino e O Mundo

Esta película es una de esas animaciones que logran reflejar el mundo infantil de una forma auténtica, comparable con grandes obras maestras como ‘El Viaje de Chihiro‘ de Hayao Miyasaki.

Su propuesta estética, en vez de perseguir el realismo, toma un camino que no ha sido explorado por las grandes producciones de cine animado: el trazo infantil. En vez de dotar al protagonista de una forma 3D con fuerte expresividad (como en ‘Up‘ o en ‘Shrek‘), se le crea a partir de líneas 2D sobre un fondo blanco, como si una hoja de papel fuese el espacio en el que viven los personajes.

La historia nos cuenta el viaje de un niño que abandona la seguridad de su hogar para buscar a su ausente padre. El pequeño se adentra en un extraño mundo lleno de animales, máquinas y seres mágicos. En su travesía descubre los cánceres de la sociedad humana, presenciando las diferencias sociales y las injusticias del mundo moderno.

Todo narrado sin tan siquiera un diálogo, esto le da a esta película universalidad y la hace atemporal, cualquier palabra habría estado de más, despojando al concepto imagen de su sentido más puro. La música por sí sola nos sitúa en un mundo mágico, en el que todo parece posible.

La simplicidad de los trazos, la vivacidad de los colores y la mezcla de distintos tipos de diseño hacen del conjunto algo muy fácil de comprender para cualquier ser humano, independientemente de su edad o cultura. De hecho, no sé por qué pero mientras la visualizaba me recordó la obra de Joan Miró.

Para afianzar el discurso en torno a las desigualdades sociales se utilizan imágenes diseñadas en 3D para objetos como automóviles o tanques de guerra. En una mezcla de estilos de la que destaca la superposición de ilustraciones en 2D y el uso del collage.

Estos elementos, al disponerse en perspectiva dotan a la película de profundidad de campo, gracias a la cual el espectador se ve obligado a crear un espacio tridimensional de lo que contempla, es decir, nos invita a participar activamente de lo que vemos en una relación dialéctica entre el público y la película.

Casi al final de la historia, en unas pocas secuencias, se insertan imágenes documentales de la naturaleza y su sistemática destrucción a manos de la industria moderna. Crudos y honestos planos son dispuestos para recordarnos que lo que vemos es una metáfora de la realidad, un reflejo de la sociedad contemporánea y su crisis humanística.

Una intensa crítica política subyace a una película que puede ser comprendida hasta por un niño que aún no haya aprendido a hablar, quien seguramente pasará por alto muchas de sus referencias, pero que comprenderá su mensaje más profundo y esencial, tan vital como imprescindible.

El trazo del pincel otorga una calidez única al universo de ‘O Menino e o Mundo‘, transformándola en algo más que una película, en una llamada a la consciencia a través del arte.

O Menino e O Mundo

Premios:
Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy (Francia): Mejor película y Premio del Público.
Festival Internacional de Cine Independiente de Río de Janeiro (Brasil): Mención Especial.
Mostra de Cinema de São Paulo (Brasil): Mejor película brasileña, Premio de la Juventud.
Festival de Nuevo Cine Latinoamericano, La Habana (Cuba): Mejor animación.
BAFICI. Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (Argentina): Premio del Público del Baficito.
Ottawa International Animation Festival (Canadá): Mención Especial del Jurado.
Festival Internacional de Cine de Lisboa (Portugal): Mejor película, Premio del Público, Mejor banda sonora.
FICA, Festival Internacional de Cinema e Vídeo Ambiental, Goias (Brasil): Mejor película, Premio del público, Premio de la prensa.

O Menino e O Mundo O Menino e O Mundo

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Marlow Zurita

Licenciado en filosofía, máster en guión de cine y cinéfilo a morir, me gustan la fantasía y la ciencia ficción porque me permiten viajar a otros mundos posibles.

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