One Day parece postular que la vida está compuesta por un puñado de momentos, y son estos los que la definen. El resto del tiempo no es más que el nexo de unión entre ellos, un simple discurrir que nos conduce tarde o temprano a otro acontecimiento que nos marca, para bien o para mal.
Y así es como está concebido el film, como un conjunto de escenas separadas en el tiempo que describen la vida de una persona, dos en este caso, interpretadas de manera notable por Anne Hathaway y Jim Sturgess. Para mi gusto, un poco mejor ella, aunque lo realmente bueno aquí es la química entre ambos.
Correctamente dirigida por Lone Scherfig, directora danesa de prestigio. Sus películas son contenidas y elegantes, aunque en mi opinión todavía no ha logrado hacer una película redonda. Tanto Italiano para principiantes, como Wilbur se quiere suicidar y An Education contienen detalles muy interesantes, pero se quedan a medio camino, mermadas por la ausencia de alicientes.
Es esta su obra más comercial. La originalidad de la historia, al igual que pasaba con An Education, es prácticamente nula, y la manera de narrarla en este caso tampoco contiene un elemento diferenciador claro.
Sin embargo, One Day juega sus bazas, que básicamente se basan en los sentimientos que mueve una historia manida pero efectiva. El terreno del melodrama no anda lejos, pero Scherfig contiene las emociones lo suficiente como para no sentirnos empujados al llanto fácil.
El guión lo firma David Nicholls, autor también de la novela en la que está basada el film. Su experiencia en este campo no es muy amplia, y eso se nota en varias ocasiones a lo largo del metraje.
En resumen, One Day es lo que es y no se esconde. Es una película enmarcada en el género romance, cuya trama está salpicada por toques de comedia, pero cuyo tono general se acerca más al drama. Bien rodada, bien interpretada, pero mil veces vista.