HOW LONG, NOT LONG
Primer cortometraje animado perteneciente a la Sección Oficial proyectado en esta edición de la SEMINCI. Con una estética muy similar a la animación de René Laloux en Planeta salvaje (Francia, 1973) mezclada con matices de apertura ácida sesentera, los hermanos Kranot muestran en apenas 6 minutos un reflejo hiriente de la sociedad actual. Los daneses despliegan en la pantalla una sucesión de imágenes representativas de un mundo que ha decidido aceptar como natural el daño que el hombre ejerce sobre el propio hombre, donde el ataque placentero al prójimo es norma. Los realizadores daneses paren, de esta manera, una obra brillante que hinca en la butaca hasta el cuerpo más liviano. Que eres más humano cuando aplicas el sadismo connatural al hombre que cuando ejerces la piedad, resuena en la cabeza. How long, not long nos desborda. Lo mejor que he visto en mucho tiempo. Esta pequeña joya recalca la idea de que los cortometrajes pueden ser más importantes que los largos.
LE PLOMBER
Tom y Catalina se disponen a doblar una película pornográfica titulada El fontanero. Esta es la base sobre la que se apoyan Xavier Séron y Méryl Fortunan-Rossi para construir un cortometraje en tono de comedia y estética de neón que sacude cualquier atisbo de mojigatería y moral rancia que se encuentre entre los asistentes a la sala. Con fines provocativos, esta pareja de cineastas sintetiza de manera escatológicamente armónica planos detalle de bocas comiendo pasta o directamente salivando, junto con los espasmos orgásmicos, primero forzados naturales después, de los dobladores. Que el sexo es sucio y que ese rasgo salvaje es el que más nos une con en resto de los animales (“me ha tocado doblar hasta a bonobos” o “te pareces demasiado a mi perro Bob” llegan a decir los personajes) son las ideas que se desprenden de esta obra tan feroz como graciosa.
THE ELEVEN O’CLOCK
Derin Seale construye con The eleven o’clock un juego de identidades en una consulta psiquiátrica. Los cuatro personajes (dos supuestos psiquiatras y sus respectivas secretarias) que constituyen el cortometraje dan lugar a una lucha de egos en los que ambos creen ser psiquiatras. La comicidad de esta situación es incrementada por unos intérpretes graciosos en sí mismos y a los que poco les cuesta convertir lo surrealista en chiste. Algo que, sumado al ingenio del realizador, da lugar a una pequeña obra que, si bien no es de los mejores cortometrajes que se han proyectado hasta el momento, sí es cierto que produce un efecto terapéutico más allá de cualquier método psicoanalítico.
EAST RAMADY
Dos niños que transportan una misteriosa maleta por la geografía iraquí controlada por las fuerzas estadounidenses son detenidos por dos militares tras sus sospechas de que puedan llevar una bomba. Kristen Gerweck parte de una idea interesante pero el producto final parece disipado, sin fuerza, quizá la precipitación con la que se suceden los acontecimientos. Un cortometraje de temática social que se queda en la mera insinuación de los problemas a los que se enfrenta Irak, así como del poder de la Guerra por encima de todas las cosas.
BUENA SUERTE, ORLO!
La cineasta Sara Kern plantea el tema de la pérdida con este cortometraje recurriendo al gesto y la mirada más que a la palabra. La directora apuesta por mostrar las consecuencias de la pérdida de un niño en una familia. En él se retrata de manera directa la manifestación de los síntomas de la pérdida, ya sea el llanto desconsolador del padre (el cual Kern plasma en la pantalla de manera muy parecida a como lo hace Haneke) o la fisionomía de la tristeza en el rostro de la madre. Pero la atención se centra en un hijo pequeño de ambos, el cual comprende, siente y reacciona a su manera. El espectador presenciará precisamente este deambular del niño así como su inocente manera de resolver los problemas. La sobriedad del cortometraje así como la importancia que en él se le da a la expresión del cuerpo humano sin recurrir en ningún momento a la palabra hablada hacen de esta obra una pieza interesante.
PELEA EN UNA PLAYA SUECA
Frente al nihilismo y la apatía que impregnan muchas vidas modernas, el director Simon Vahlne opta por retratar la necesidad de creer de un grupo de jóvenes rebeldes. Teniendo como escenario una playa, el director sueco muestra la confrontación (posiblemente imaginada por la pintora cuya presencia abre el cortometraje) entre un grupo de quinceañeros más tocapelotas que propiamente neonazis y unos bañistas familiares típicos. Una tensión creciente entre la ignorancia de los chavales así como de sus gritos radicales, y la cada vez más consumida paciencia de los adultos que se encuentran a unos metros de ellos dará lugar a una pelea entre un miembro de cada bando. Es precisamente esta división generacional el punto alrededor del que Vahlne construye su discurso. Una juventud aburrida y unos adultos que sufren demasiado pelean como consecuencia de una cansada travesía por un mundo desencantado. El cambio que el sueco realiza de planos clásicos a tomas grabadas con el móvil no deja de ser una señal de todo esto.