Black angel (2002), de Tinto Brass – Crítica

Black angel

«Tinto Brass no engaña a nadie. Cuando uno contempla una de sus películas de los últimos treinta años, ya sabe lo que se va a encontrar. Black Angel no es una excepción: muchas escenas de sexo, fetichismo visual y nostalgia por una era cinematográfica ya caduca.»

La carrera del cineasta Tinto Brass es un tanto peculiar. De asistente de Roberto Rossellini en sus comienzos (en El general de la Rovere y en India, ambas de 1959) pasó a convertirse desde finales de los setenta en el solitario rey de un género inusual: el erótico. Tres décadas le avalan como auténtico gurú del soft-porn. Acusada su filmografía de obscena, llegaría a declarar al respecto: “la pornografía existe para provocar erecciones. El erotismo, para producir emociones”.

Perteneciente a su etapa más tardía, Black Angel (conocida también como Las perversiones de Livia) nos cuenta la impetuosa relación entre la mujer de un alto cargo de la Italia fascista y un joven oficial nazi. Basándose muy libremente en la novela Senso de Camillo Boito (ya adaptada al cine en 1954 por Luchino Visconti en el film del mismo nombre), Tinto Brass añade su habitual y lujurioso sello de autor. Su particular versión se aleja de la ambientación decimonónica original para adentrarse de lleno en la República de Saló, en los últimos coletazos de la Segunda Guerra Mundial en territorio europeo.

Brass no engaña a nadie. Cuando uno contempla una de sus películas de los últimos treinta años, ya sabe lo que se va a encontrar. Black Angel no es una excepción: muchas escenas de sexo (bastante explícito aunque sin caer en la pornografía pura y dura), fetichismo visual y nostalgia por una era cinematográfica ya caduca. En la parcela técnica, no hay nada que reprochar al maestro italiano. Otorga movimiento constante a la cámara, y asistimos a un recital de zooms (in y out) y panorámicas verticales. El realizador se recrea en los planos detalle. Utiliza flashbacks en color mientras nos muestra un presente en blanco y negro, con un trabajo sensacional de los directores de fotografía Massimo Di Venanz y Daniele Nannuzzi. El gran Ennio Morricone se encarga de la banda sonora, aunque el resultado final queda muy lejos de sus grandes obras.

A nivel interpretativo, Anna Galiena encarna perfectamente el prototipo de mujer madura y de gran atractivo físico. Livia, su personaje, personifica a la Italia seducida por el totalitarismo. Sus ojos, su voz y sus gestos brillan muy por encima de su compañero de reparto Gabriel Garko, poco creíble como miembro de las temibles SS. Franco Branciaroli destaca entre la turba de secundarios, dentro de la cual podemos encontrar al propio Tinto Brass a modo de cameo (curiosamente, como director de cine).

En un momento dado de la película, Livia, la protagonista, exclama: “Me sentí inmensamente libre, sin reglas, ni deberes ni vergüenzas”. Sentencia que bien puede aplicarse al bueno de Tinto Brass. Así es su cine, y en Black Angel utiliza la erótica del poder (uniformes militares, gerifaltes de la Alemania nazi…) para dotar de poder a la erótica. Una conjunción, la de nazismo y erotismo que, sin embargo, no resulta novedosa para el director milanés, pues ya la empleó anteriormente en Salón Kitty (1976).

¿Cuál es el problema entonces? Que Brass sigue siendo Brass. No insinúa sus obsesiones, sino que las revela explícitamente (la escena del burdel es el paradigma de su estilo único). Black Angel no dista mucho de ser una novela erótica trasladada a la gran pantalla. La ambientación histórica y el desarrollo de la trama se encuentran al servicio de la lascivia, y no al revés. El placer carnal engulle al cinematográfico. Audiovisualmente excitante, argumentalmente cuestionable. Una cinta pensada para calentar al personal que, en el panorama actual, donde la pornografía ha sido democratizada gracias a Internet, no pasa de causar tibieza.

Black angel

Sinopsis La Italia fascista, años 40. Atrapada en un infeliz matrimonio, la mujer de un ministro del gobierno comienza una peligrosa y autodestructiva relación con un oficial de las SS. La atracción que siente por el oficial alemán la llevará a introducirse en un mundo clandestino de perversión y juegos eróticos.
País Italia
Director Tinto Brass
Guión Tinto Brass
Música Ennio Morricone
Fotografía Massimo Di Venanzo, Daniele Nannuzzi
Reparto Anna Galiena, Gabriel Garko, Franco Braciaroli, Antonio Salines, Simona Borini, Tinto Brass
Productora Cine 2000
Género Erótico
Duración 128 min.
Título original Senso ’45
Estreno 22/07/2016

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Calificación4
4

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Guillermo Gil Gómez

Técnico Superior en Realización de Audiovisuales y Espectáculos y graduado en Periodismo. Entre mis aficiones están el cine, los videojuegos y viajar. Podéis leerme también en mi blog personal, Cámara Subjetivo

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