El sentido de un final (2017), de Ritesh Batra – Crítica

El sentido de un final

«Incluso sacándome de encima mis propios gustos, creo que El sentido de un final puede resultar tan placentera de ver a cualquier otra persona»

Debo avisar que soy fan del cine inglés. Y esta película es inglesa. Eso sí, dirigida por el director indio Ritesh Batra. Estamos hablando, pues, de una forma de hacer muy inglesa, con detalles que sólo un no inglés que sea buen conocedor del carácter británico podría encajar armoniosamente. Es decir, formas cinematográficamente inglesas, con un contenido y un enfoque que denota que quien nos lo ofrece sabe ver con una mirada que un inglés no osaría exponer. El resultado es brillante, emotivo, cine de excepción para amantes de ciertas delicadezas. Vuelvo a insistir en eso de que soy fan, y no todo el mundo lo es. Incluso sacándome de encima mis propios gustos, creo que este producto puede resultar tan placentero de ver a cualquier otra persona que no sea tan fan como yo. Esto lo digo porque suelo observar la reacción de otros compañeros en la sala, y en sus comentarios al salir, en el vestíbulo. Sólo les digo que nuestra salida de dicha sala no fue como con otras películas. Por lo general, como trabajamos yendo de una sala a otra, no solemos quedarnos en la butaca degustando lo que acabamos de ver. En el caso de El sentido de un final sucedió que no queríamos salir, pues hacerlo equivalía a disipar las buenas sensaciones que esta película nos produjo.

Me gustaría proseguir con el comentario que es menester aplicar, en el sentido de hablarles de los asuntos que aborda. Sin embargo, y dado que la película no es tanto la historia sino un desarrollo que toca una fibra que todos llevamos dentro, sólo les explicaré un pequeño detalle. El actor principal es el gran Jim Broadbent, que personifica a un hombre que vive un proceso de reconstrucción de su vida interior. Sin embargo, para que esta reconstrucción se lleve a efecto, el equipo realizador nos muestra una panorámica de su vida, de su mundo de relaciones, de sus reflexiones, de sus gestos. Vemos, por ejemplo, a su ex mujer, sus diálogos, sus ajustes y reajustes, su amor, un amor que según transcurre la cinta se va mostrando con todos sus matices. También vemos a su hija, que está embarazada por decisión tomada por ella a solas. Ello quiere decir que la maternidad la va a ejercer a solas. Sin embargo, y este es un pequeño detalle, vemos a hija y padre asistiendo al curso de preparación para el parto. El detalle de verles juntos en ese curso es toda una declaración de principios, ya que aparece al poco de iniciarse. También vemos, a través de retrocesos en el tiempo, cómo fue la vida de este hombre en la universidad, que es como decir su iniciación en los misterios del amor. Vemos, por ejemplo, a él y a su pretendida con sus más y sus menos, su forma de conocerse, el contacto de él con la familia de ella. Todo muy lleno de detalles exquisitos. La relación de la madre de esta chica con el joven, todo muy sutil y sin estridencias. De hecho, todo en El sentido de un final es de una gran exquisitez.

La otra perla de la película surge con la aparición de Charlotte Rampling, en un papel tan discreto y relativamente breve como imprescindible. Aún me tengo que pellizcar de admiración por la capacidad de Charlotte de transmitir la intensidad con gestos tan minimalistas.

Otra perla de la película es el cartero, el hombre moreno emigrado de algún país oriental que le trae el correo. Fíjense en la actitud del personaje de Jim Broadbent al principio de la película y al final de la historia, porque es justamente este detalle el que más importa, y eso que es ciertamente fugaz, pues es como un barómetro del cambio de actitud del protagonista.

Podría expandirme más y me quedaría corto. Así que les recomiendo vivamente El sentido de un final. Puede haber, no obstante, alguna discusión en relación al casting (las tipologías de los personajes siendo jóvenes y siendo adultos son demasiado disonantes). Si le quitamos importancia a este detalle, El sentido de un final tiene algo que es de obra maestra. Mi aplauso más ferviente al guionista, Nick Payne, que ha hecho un trabajo memorable a partir del texto original, que no es otro que una novela homónima de Julian Barnes. Y también, mencionar el trabajo de fino artesano del director, Ritesh Batra.

Sinopsis Tony Webster, un hombre jubilado y divorciado, mantiene una tranquila y solitaria vida. Un día descubre que la madre de Veronica, su novia de la universidad, le dejó en su testamento un diario que guardaba su mejor amigo, quien salió con Verónica después de Tony. Para recuperar el diario, ahora en manos de una Verónica anciana y muy misteriosa, Tony estará obligado a bucear en su pasado, recordar los momentos fallidos de sus antiguas amistades y relaciones y recrear sentimientos que creía olvidados.
País Reino Unido
Director Ritesh Batra
Guion Nick Payne
Música Max Richter
Fotografía Christopher Ross
Reparto Jim Broadbent, Charlotte Rampling, Harriet Walter, Michelle Dockery, Emily Mortimer, Billy Howle, Joe Alwyn, Freya Mavor, Matthew Goode, Edward Holcroft, James Wilby
Género Drama
Duración 108 min.
Título original The Sense of an Ending
Estreno 27/10/2017

Calificación8
8

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Jesús Gabriel Gutiérrez

Mentor literario. Escritor. Filósofo. Prospectivista y astrólogo. Me interesa la historia y el hilo que sale de ella y nos conecta con el futuro.

2 comments

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  1. Carmelo Pagano 20 noviembre, 2017 at 23:10 Responder

    El sentido de un final, me pareció absolutamente maravillosa. Cualquier film en el que intervenga Jim Broadbent, es convertido en algo muy particular.

    Recuerdo, por ejemplo: The Damned United, junto a Michael Sheen y Timothy Spall; o, más cercana, Le Week-End, formando pareja con otra grande, Lindsay Duncan.
    Y más allá en el tiempo supo acaparar la atención en Moulin Rouge, en donde creo que ganó un oscar; además por supuesto, no puedo dejar de mencionar la genialidad desplegada en Pandillas de Nueva York, en donde brillan las líneas de su pervertido personaje. En suma, un gigante de la interpretación.

    PD: Me olvidaba de otra joya en la participó este monstruo de las tablas: Disparos sobre Broadway (Woody Allen).

  2. Gaspar José Jover Polo 5 octubre, 2018 at 19:42 Responder

    Me alegra coincidir con usted en que el único defecto o casi de esta película es lo de que «las tipologías de los personajes siendo jóvenes y siendo adultos son demasiado disonantes». Es lo mismo que pensé yo al comentar la película con mi mujer. Tal ves, si acaso, el final resulta redondo de más, demasiado feliz tal vez.

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