Expedinte Warren y el cine de terror

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Muchos somos los que lamentamos que este apasionante género haya experimentado una caída tan vertiginosa como la que lleva protagonizando durante las últimas dos décadas. Mi idilio con el cine de terror comenzó hace mucho tiempo. Con tan solo cinco años tenía pesadillas con la niña de ‘El exorcista‘ (1973), sentada en su sofá y riendo maliciosamente. Solía pensar que el payaso de ‘Poltergeist‘ (1982) también estaba debajo de mi cama; me daba miedo ir al baño por si me encontraba en mi bañera a la mujer enmohecida de ‘El Resplandor‘ (1980) y en ocasiones me convencía de que ‘Los chicos del maíz‘ (1984) me habían visto y venían a por mí. Brad Pitt no era un tío bueno, sino un vampiro con crisis de identidad que a pesar de su “bondad” podía llegar a intimidarme. Ni qué decir tiene que ni se me ocurría ir sola ‘Al final de la escalera‘ (1980), que los muñecos me daban cosita desde que conocí a ‘Chucky: El muñeco diabólico‘ (1988)  y que a pesar de que nunca me gustaron los payasos, los soportaba aún menos tras ver ‘It‘ (1990).

Desde entonces no he podido dejar de ver películas ávidas de generar miedo entre el público. Muchas pesadillas y lágrimas me costaron, pero poco a poco fui convirtiéndome ducha en el tema. Suecas, japonesas, americanas, brasileñas, españolas… pocas se me escapan; y es por ello que puedo afirmar que las películas de miedo no son lo que eran.

El terror de antes era, cuanto menos, inquietante. Nadie dejaba la pantalla sin sentir cierta intranquilidad, signo de que la proyección había valido realmente la pena. Pero, ¿cuántas son las películas de hoy en día que consiguen el mismo efecto? Pese a que la tecnología es un avance indiscutible, parece ser que no beneficia a todos los géneros cinematográficos. El gusto por el efectismo y el afán por impactar al público han hecho que el encanto del cine de terror haya ido perdiendo consistencia. Sí, el maquillaje está más logrado y los efectos especiales son mejores. Pero esos avances se traducen en pasos atrás si prestamos atención a otros elementos cruciales como son los efectos de sonido, las bandas sonoras o la escenografía.

A todo ello debemos sumarle la dificultad que cada vez más se les presenta a los directores de este género a la hora de impactar a un público que ya ha visto de todo. Si antes éramos fáciles de sorprender, parece ser que sin darnos cuenta hemos comprobado de primera mano que aquel dogma de que la realidad supera la ficción es cierto.

Por eso, ahora el género trata de proyectar en nuestra retina imágenes poco amables que consigan que pongamos el grito en el cielo; y con ello han ido confundiendo el terror con el gore. No voy a negar que sagas como ‘Saw‘ y ‘Hostel‘ dejen al público tocado. Pero no corresponden al género que estamos tratando propiamente dicho. En ellas la sangre, las mutilaciones, los asesinatos y la tortura son los ingredientes perfectos que configuran las popularmente conocidas como películas “de asco”. Y es que sí, causan sensación y hacen que cualquier persona con estómago tenga que apartar de vez en cuando la mirada de la pantalla. Pero no es ese terror intimidatorio que tanto anhelo. Aquel dentro del cual podríamos catalogar películas recientes como ‘Paranormal Activity‘ (2007), pero que se siguen quedando a medio camino del efecto pretendido.

¿Qué solución propongo? Darle una nueva perspectiva. El género está en crisis, pero no por ello terminado. Toca reinventarse, como en casi todas las áreas, para poder seguir sorprendiendo al público; o bien no abusar de la sangre y los efectos para crear una atmósfera de terror.

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Si a día de hoy tuviera que elegir una buena película de miedo de entre las estrenadas durante los últimos años me quedo con ‘Expediente Warren‘ (The Conjuring, 2013).  Este film americano nos transporta de algún modo a ese terror de antes; probablemente porque se ambiente en una historia real acaecida en 1974. Ronald Joseph DeFeo asesinó en Amityville, Nueva York, a toda su familia la madrugada del 13 de noviembre de ese año. Tras confesar su delito a la policía, DeFeo alegó en su defensa que desde hacía varios meses unas voces le impulsaban a cometer esos crímenes. Voces que provenían de su casa. Esta historia promovió, cómo no, la creación de la famosa película de terror ‘The Amityville Horror‘ (1979) que tuvo su remake en 2005.

La historia conmocionó al país y particularmente al matrimonio compuesto por Lorraine y Ed Warren, una pareja estadounidense investigadora de fenómenos paranormales que iban recorriendo el país en busca de nuevos casos que archivar en su expediente. Tras investigar todos esos casos, recopilaban aquellos objetos que resultaron ser fuentes del mal, configurando el museo del ocultismo que Lorraine gestiona, tras la muerte de su esposo en 2006, en Connecticut; y que a día de hoy sigue abierto al público. Pues bien, ‘Expediente Warren‘ trata algunas de esas historias en las que el matrimonio se vio envuelto. Una pequeña joya dentro de tanta bisutería. Y es que como afirmó en su día el ‘New York Post‘: “Esta película de terror de la vieja escuela con mucha clase depende más de su excelente reparto y de su atmósfera que de trucos baratos para poner de punta los pelos de la nuca. Y lo consigue con bastante frecuencia (…)”.

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Cristina Ordóñez

Licenciada en periodismo, publicidad y relaciones públicas. Me encanta la música (toco el piano y la guitarra) y tengo que ir al menos a dos conciertos al año. También me encanta viajar, las series (he visto infinitas), ir al cine, escribir y pintar; cuando no estoy con los pinceles me cojo la tableta y me pongo a diseñar en el illustrator.

1 comments

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  1. Laura Torres 7 agosto, 2015 at 01:53 Responder

    Excelente reflexión, totalmente de acuerdo, el cine de terror ha decaído enormemente, hace aproximadamente una semana vi «La Horca» y fue realmente triste, no supe identificar si era pena o risa lo que sentía al verla. En fin hasta ahora no encuentro una que me aterrorice más que «El Conjuro» puedo verla mil veces y siempre tendrá el mismo efecto en mi.

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