La vida de Pi. Imaginación, religiosidad y viaje interior.

Suraj Sharma en La Vida de Pi

Escribir sobre La Vida de Pi es una difícil tarea.

Su mensaje, tan sutil que se me antoja ambiguo, parece unir el concepto de imaginación al de religiosidad. A mi modo de entender, no creo que Ang Lee (enorme director con películas tan reconocidas como Tigre y Dragón o Brokeback Mountain, aunque para mí su mejor obra sea Deseo, Peligro) postule aquí la existencia de algo en concreto, sino que habla más bien de la necesidad del ser humano de tener fe en algo, y de la capacidad de este para imaginar cosas que no se encuentran ante sus ojos. Y a todo ello le asigna un valor positivo. 

Yan Martel, el escritor de la novela en que se basa el filme, en una reciente entrevista pronunció una frase muy reveladora en este sentido: «Si no tienes imaginación, no se puede imaginar una realidad diferente. La imaginación es el antídoto contra todo tipo de fascismo».

Pero hay más. Tanto la religión como la imaginación pueden servir de herramienta para asimilar el dolor, y para enfrentarse a una realidad muchas veces descarnada.

Tampoco veo que tanto el autor de libro como el de la película apuesten por una fe ciega e irracional, sino por una utilización de esta unida a la inteligencia. De otra manera, el protagonista hubiera acabado entre las fauces del tigre a primeras de cambio, cuando lo que veía en los ojos del animal (conexión, amistad) no era más que el reflejo de sus propios sentimientos.

Suraj Sharma en La Vida de Pi

Por lo tanto, La Vida de Pi abre la puerta también a los múltiples peligros de estas capacidades humanas, a veces buenas y útiles, pero que pueden volverse una feroz amenaza. 

Lo importante aquí, es el viaje interior (perpetuo y constante) del protagonista. Un viaje que todos deberíamos realizar con la intención de lograr algún tipo de comprensión de nuestra vida, algo que sinceramente no creo que podamos alcanzar, una pregunta que no podremos responder, pero que siempre debería estar ahí.

En cuanto a la película en sí misma, me sobra metraje o me falta calidad en los primeros minutos. La Vida de Pi comienza realmente con el naufragio del barco.  Anteriormente, algunos buenos detalles puntuales y demasiados convencionalismos. Uno de ellos, la fórmula del adulto que cuenta su vida a otra persona por medio de flashbacks, algo que le resta emoción al conjunto, y que nos distancia de él.

Pero la aventura llega, y el espectador comienza a disfrutar. Y digo disfrutar porque en esta historia se sufre bastante menos que el protagonista. Esto es producto de esa atmósfera Disney que envuelve al conjunto, justificada en parte por el uso de esa imaginación, pero que le resta empaque.

En resumen, una película interesantísima con algún lastre. Aún así, véanla.

Calificación6
6

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Arturo G. Maiso

Viajero y cinéfilo. Director de Marketing en una plataforma de financiación participativa, CEO de AGM Comunicación Multimedia y director de El Cine en la Sombra.

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