Elaborar una lista de mis 10 películas favoritas es un ejercicio mucho más complicado de lo que parece. En seguida se agolpan en la mente nombres propios, títulos, fotogramas y escenas que hacen la elección, una tarea difícil. Por eso he decidido que mi lista se base en algo primitivo: las sensaciones. Las que experimento viendo cada una de ellas y que recuerdo como algo magnífico.
Descarto muchas obras imprescindibles para mí y que incluiría si en lugar de 10, pudiera elegir 50, pero las reglas son las reglas, así que ahí van.
1. El Mago de Oz (The Wizard of Oz, 1939). Victor Fleming.
Pura fantasía siguiendo el camino de baldosas amarillas. Una partitura sobresaliente (con temas como ‘Over the Rainbow‘, ‘Off to see the Wizard‘ y ‘Ding-Dong: the Witch is dead‘), decorados psicodélicos, una aterradora bruja del oeste, Munchkins, monos voladores, Dorothy y Toto, chapines de rubíes, el espantapájaros, el hombre de hojalata, el león cobarde y un mago. Apagad las luces y dejaos llevar por la imaginación.
2. El Crepúsculo de los Dioses (Sunset Boulevard, 1950). Billy Wilder.
CINE en mayúsculas. Quizá, uno de los mejores guiones adaptados que se hayan escrito, fruto de de la colaboración habitual de Billy Wilder y Charles Brackett. Es cine hablando de cine y desmitificando la mirada complaciente de la industria hollywoodiense. Corrosiva e inquietante, aborda el paso del tiempo, la pérdida del estrellato, la fama, el ansia y desesperación por recuperarla, el cariño por compasión, el odio, el rechazo, el sometimiento por conformismo… Un comienzo impactante, una tenebrosa Gloria Swanson y las continúas referencias cinematográficas, hacen que no pueda apartar los ojos de la pantalla. Un homenaje al cine.
3. Un condenado a muerte se ha escapado (Un condamné à mort s’est échappé ou Le vent souffle où il veut, 1956). Robert Bresson.
Sin ornamentos, austera, depurada en lo visual y en lo narrativo, ‘Un condenado a muerte‘ es ejemplo de un cine que busca la esencia del lenguaje cinematográfico, influencia de la particular visión de Bresson sobre el cinematográfo. La película introduce al espectador en la pequeña celda del teniente Fontaine, en ocasiones narrador de la historia; y le sigue en la planificación de su fuga, esperando el desenlace.
Actores no profesionales, diálogos lacónicos, abundantes primeros planos que fijan la atención y un uso del sonido, fuera de campo, que sugiere todo aquello que la cámara evita mostrar, dotan a la obra de aires nuevos. Aires que serían reivindicados, al igual que la película, por la nouvelle vague como muestra de qué hacer para renovar el Séptimo Arte.
4. Atraco a las tres (1962). José María Forqué.
Excepcional comedia, con un reparto coral de grandes actores españoles. Unos empleados de banca planean, al más puro estilo del cine negro clásico, desvalijar la sucursal bancaria donde trabajan. Con el trasfondo gris de la sociedad de aquellos años, la banda de «malhechores» formada por López Vázquez, Manuel Alexandre, Landa, Cassen, Agustín González y Gracita Morales, divierten con diálogos ingeniosos y situaciones descacharrantes.
5. Bonnie & Clyde (1967). Arthur Penn.
«Quiero hacer esta película», le dijo Warren Beatty telefónicamente a Robert Benton (coguionista). Duramente criticada -numerosas voces exclamaron que era una invitación a la violencia gratuita- y censurada en algunos países -en España por ejemplo, lo fue la temática sexual-; cuenta los crímenes de la banda Barrow y radiografía el miserable y hostil Estados Unidos de la depresión. Impregnada de un realismo que alcanza las acciones más mundanas (algo inhabitual), la carismática pareja Beatty-Dunaway es un verdadero icono de perversa inocencia, diversión, humor y sexualidad.
6. Grupo Salvaje (The Wild Bunch, 1969). Sam Peckinpah.
Reinvención del western. Balada de unos antiheroes, Pike, Dutch, los hermanos Lyle, Tector, Ángel y el viejo Sykes; ladrones entrados en años, pistoleros al servicio del mejor postor y asesinos de inocentes si es necesario. Unas vidas marcadas por la violencia. Violencia, muy lírica por cierto, que irá trasformando a los personajes entre las dos magistrales escenas que abren y cierran la película. ‘Grupo Salvaje‘ es un camino sin retorno, pero también un camino de redención, en el que el valor de la amistad cobra un especial significado.
7. Annie Hall (1977). Woody Allen.
Inolvidable recorrido emocional e intelectual por el pequeño universo de la pareja. En su película más celebrada, Woody Allen analiza todas las fases de la relación entre Alvy y Annie, de una manera justa, lúcida y sincera. Llena de momentos inolvidables, es un bonito y agridulce examen de las relaciones humanas.
Alvy Singer lo explica muy bien en la última escena, cuando traspasa la cuarta pared para hablar de Annie Hall y su romance: «Y recordé aquel viejo chiste, aquel del tipo que va al psiquiatra y le dice: ‘Doctor, mi hermano está loco, cree que es una gallina’. Y el doctor responde: ‘¿Pues por qué no lo mete en un manicomio?’. A lo que el tipo le dice: ‘Lo haría, pero necesito los huevos’. Pues eso es más o menos lo que pienso sobre las relaciones humanas, saben, son totalmente irracionales y locas y absurdas, pero continuamos manteniéndolas porque la mayoría necesitamos los huevos».
8. Un Mundo Perfecto (A Perfect World, 1993). Clint Eastwood.
Lo que a priori parece una road movie cercana al cine policiaco, se trasforma en un relato sobre la pérdida de la inocencia, la esperanza y el fracaso de un hombre perdido. La historia del fugado Butch y el pequeño Philip y la persecución de ambos por un ranger y una criminóloga, es original y sencilla.
En ocasiones uno sonríe cómplice ante la pantalla. Otras veces la sonrisa desaparece. Una aventura bajo la mirada infantil. Una huida hacia adelante bajo la visión del adulto. Un camino en el que la relación que surge entre la pareja de fugitivos, es lo más interesante del film. Eastwood opta por anteponer los sentimientos y las palabras a la acción, tornándose así en una fábula dura, cruda, a veces violenta e increiblemente hermosa. Uno de los títulos que más me ha emocionado.
9. Casino (1995). Martin Scorsese.
Dinero, poder, pasión, mafia y violencia no banalizada. El juego retratado a través del Tangiers y la vida de su dueño «Ace» Rohtstein, con el sello inconfundible de Scorsese: voces en off narrativas, montaje frenético, congelación y aceleración de imágenes, un prólogo que no es el comienzo, sino el final… Y una banda sonora formada, exclusivamente, por temas que pudieran sonar en 1973. Trepidante.
10. Promesas del Este (Eastern Promises, 2007). David Cronenberg.
Tras rodar ‘Una Historia de violencia‘, Cronenberg vuelve a un universo en el que una historia aparentemente tranquila, con personas cualesquiera, de repente explota e impregna de violencia a todos y a todo. Esta vez, se trata de la mafia rusa en el Londres actual. Vertebrada en torno a los personajes de Anna (Naomi Watts), Nikolai (Viggo Mortensen), Kiril (Vicent Cassel) y Semyon (Armin Mueller-Stahl), es turbía, densa e inquietante. A veces resulta tan real que incómoda, por que no reconocerlo. Soberbia interpretación de Mortensen y alguna que otra secuencia que deja huella. Habrá quien le cueste digerirla.
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