El libro de la selva (2016), de Jon Favreau – Crítica

El libro de la selva

«El libro de la selva es una película maravillosa, recomendada para cualquier tipo de público.»

El pequeño Mowgli abraza a su madre, una loba salvaja llamada Raksha, durante una lluvia torrencial. Podemos sentir cada gota de agua golpeando el cuerpo de los personajes. Sentimos la humedad y el calor de la jungla. Sentimos la arena en nuestros pies y el viento en nuestra cara. Pero, sobre todo, sentimos el vínculo entre estas dos magníficas criaturas, la bestia y el hombre, el amor y el respeto que se profesan, el temor al cambio y la pérdida de la inocencia. Y lo más curioso es que en la escena no hay absolutamente nada real, excepto el niño.

Rodada enteramente en un estudio de Los Ángeles, El libro de la selva consigue conjurar imágenes exóticas y fabulosas, ilustraciones fotorealistas de vivos colores que nos transladan, no necesariamente a un mundo de fantasía, sino al estado primigenio que describía Rousseau con sus escritos sobre el Buen salvaje. Ese paraíso perdido que quizás nunca existió pero que el hombre siempre ha revisitado con cierta melancolía.

Y además, ¡los animales son monísimos!

Con Chef, Jon Favreau demostró que no era, simplemente, un director “servicial” sino que, con algo de libertad creativa, podía llegar a ser realmente bueno. El filme que hoy nos ocupa es, sin duda, su obra más redonda, cosa que no creo que sorprenda a nadie. El material con el que trata bien lo merecía.

Favreau es un hombre completamente integrado en el sistema de Hollywood, que ha ejercido tantas veces delante de las cámaras (actuando, casi siempre en roles cómicos) como detrás de las cámaras (dirigiendo, escribiendo y produciendo). La clase de técnico/narrador que sabe contar una historia comercial sin que esta deje de ser interesante.

Los relatos de Rudyard Kipling han sido objeto de muchas adaptaciones (tanto en animación como en imagen real). Hasta ahora, las mas disfrutables, eran la dirigida por Zoltan Korda en 1942 y el musical de Disney de 1967. Diría que El libro de la selva de Jon Favreu supera a ambos largometrajes y, aunque aún es pronto para decirlo, no me extrañaría que nos encontrásemos ante lo mejorcito de este 2016.

Puedo no estar de acuerdo con algunos aspectos de la adaptación, pero es lo de menos. Sobre todo considerando que este proyecto comenzó como un remake directo del ya mencionado filme de 1967 y, sin embargo, ha acabado por convertirse en una versión más que digna de la historia de Mowgli, que respeta el elemento mítico del texto de Kipling y lo presenta en un envoltorio contemporáneo.

Aunque la mayor parte de las imágenes que pasan por la pantalla están creadas en un ordenador, esta es una película de imagen real. En el tono, en el estilo, en la fotografía, en la elegancia de la dirección de arte… y, sobre todo, porque cada vez que aparece un ser humano no nos resulta alienígena. ¿A que me refiero? Pues me refiero a que en muchos filmes que abusan de CGI, los actores reales acaban pareciendo impostados, como la parodia de un cromo de Panini que se pasea delante de una pantalla verde. Este no es el caso. Incluso diría que la presencia de un niño actor como es el jovencísimo Neel Sethi es necesaria para que la historia cobre sentido completo.

A nivel de guión, los personajes funcionan de forma arquetípica, con motivaciones claras y directas, pero, al mismo tiempo, cuentan con pequeños momentos de intimidad que los hace únicos.

Baloo (al que pone voz el inigualable Bill Murray) es el perfecto holgazán, un granujilla que, con frases de vendedor de crecepelo, se dedica a disfrutar de la vida a costa del esfuerzo de otros. Y por eso le queremos. Bagheera es Ben Kingsley, no sólo en la voz, sino en sus gestos y actitudes. Una suerte de coronel inglés de buen corazón pero pocas palabras. Alguien con grandes responsabilidades a sus espaldas que teme a cosas que otros ni siquiera saben que existen. Shere Khan, por su parte, es un villano magnífico. Un auténtico monstruo tanto en la forma como en el fondo, un depredador con buenas habilidades sociales y que se alimenta más del miedo que de la carne fresca.

Durante los 105 minutos que dura la cinta, estamos en la jungla y creemos en todo cuanto vemos como si se tratase de un documental.

Y ese es el problema: son sólo 105 minutos. A la película le falta tiempo para respirar. El ritmo es frenético, de auténtico cine de aventuras… lo cual, no es necesariamente malo. Pero habría preferido que los personajes se detuvieran, aunque sólo fuera por un momento, y me dejasen admirar ese mundo maravilloso. Las escenas de acción, aunque bien rodadas, me interesan poco. Sinceramente, me interesa más disfrutar de ese sol veraniego, bañarme en esas cascadas y oler esas flores. Y lo digo sabiendo que toda narración necesita conflicto y que todo villano necesita demostrar su fuerza. Pero hay momentos en los que, juraría, faltan planos o incluso secuencias completas, sacrificadas como holocausto a ese Dios inmisericorde llamado “jefe del estudio”.

La estructura episódica de la narración, herencia directa del original (que no es una novela, sino una colección de relatos cortos) puede lastrar la experiencia para según que tipo de espectador. Pero lo cierto es que no hay una sola escena en la que no ocurra algo relevante para Mowgli o sus amigos.

Por otro lado, hay mucho, mucho humor. No sólo por parte de nuestro querido Baloo, sino gracias a la aparición de una multitud de simpáticos secundarios, como el puercoespín Ikki (siendo, en la versión original la última actuación del ya fallecido Garry Shandling).

¿Contrasta esto con la solemnidad de los momentos más “serios” o con las frases extraídas directamente del texto de Kipling? Pues lo cierto es que sí. Ambos tonos son efectivos en sus propios compartimentos, pero no casan bien del todo. Especialmente el número musical del rey Louie, que choca muchísimo tras haber presentado al personaje como una mezcla entre el general Kurtz y King Kong. Pero, ¿sabéis que os digo? Que estas cosas añaden sabor a la película. La hacen diferente, especial, memorable, no una serie de escenas encadenadas.

Antes de marcharme, querría comentar el deselance. No desvelaré demasiado. El caso es que El libro de la selva de 1967 tenía un final que resultaba frustrante para todos los niños del mundo y eso, afortunadamente, ha cambiado. Pero, por otro lado, es curioso como, en el cine de antaño, los personajes estaban obligados a llevar a cabo una elección vital de la cual no podían huir. Existía A o B. Y esto era bueno para el drama. Obligaba a que los actos de los personajes tuvieran consecuencias directas y relevantes.

En 2016 las líneas entre la naturaleza y la civilización son más difusas, en el sentido de que ambos conceptos no están enfrentados en el imaginario social. La gran mayoría de los que lean esto no se han visto obligados a luchar por sus vidas contra un animal salvaje, mientras que es probable que estén preocupados del cambio climático o por salvar a ciertas especies de la extinción. Hoy día tampoco consideramos que, para crecer, haya que despreciar todo lo que se ha amado siendo niño, más bien al contrario. Las líneas de identidad de género también son más difusas y, si Modern Family nos ha enseñado algo, es que hay muchos modelos de familia más allá del que dictaba la tradición. Es bueno que vivamos en este mundo, sí, pero también creo que muchos cineastas utilizan estos avances como excusa para no comprometerse del todo con la narración, dejando cabos sueltos que no deberían estarlo. Es decir, evitando tomar decisiones con consecuencias directas y relevantes. No es el caso de El libro de la selva, pero me parecía una reflexión que merecía la pena hacer.

Resumiendo: estamos ante una película absolutamente maravillosa, recomendada para cualquier tipo de público. Es preciosa, es inteligente y es divertida, y al contrario de lo que parece a simple vista, tiene mucho que decir sobre el mundo en el que vivimos y cómo nos relacionamos con él. Una gran aventura despojada de cualquier tipo de cinismo y con un corazón enorme que bombea sangre roja y caliente.

Si estás leyendo esto, ¡abandona la pantalla del ordenador y date un paseo por la jungla! Aunque, ahora que lo pienso, es una jungla creada enteramente con ordenadores. ¡Vaya! Que raro es el mundo en el que vivimos…

El libro de la selva

Sinopsis Mowgli, un niño criado en la selva por una manada de lobos, emprende un fascinante viaje de autodescubrimiento cuando se ve obligado a abandonar el único hogar que ha conocido en toda su vida. Nueva adaptación de la novela de Rudyard Kipling.
País Estados Unidos
Director Jon Favreau
Guión Justin Marks
Música John Debney
Fotografía Bill Pope
Reparto Neel Sethi, Bill Murray, Ben Kingsley, Idris Elba, Lupita Nyong’o, Scarlett Johansson, Giancarlo Esposito, Christopher Walken, Garry Shandling
Productora Walt Disney Pictures / Fairview Entertainment / Moving Picture Company (MPC)
Género Aventuras
Duración 105 min.
Título original The Jungle Book
Estreno 15/04/2016

Trailer

Calificación8
8

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Enrique Dueñas

Enrique Dueñas , escritor y guionista, aficionado al género fantástico y la tarta de queso.

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