Los miserables. Excesiva en sus virtudes y en sus defectos.

Los miserables

La carta de presentación es simplemente apabullante: Tom Hooper, encumbrado por El Discurso del Rey (4 Oscars), adapta al cine una de las obras literarias más leídas del siglo XIX y uno de los musicales más exitosos de los últimos 30 años.

Nada más escuchar la melodía principal en su espectacular trailer se te ponen los pelos de punta.

Los actores encargados de cantar (lo hicieron durante el rodaje en directo, no utilizaron playback) e interpretar conforman, como no podía ser de otro modo, un reparto de ensueño: Hugh Jackman, Russell Crowe, Anne Hathaway, Amanda Seyfried, Eddie Redmayne, Samantha Barks, Helena Bonham Carter, Sacha Baron Cohen…

Y por todo ello, y una vez más (muchos son los ejemplos similares en Hollywood), me entristece tanto no poder hablar de Los Miserables como de una gran película.

Hugh Jackman

Tiene momentos bellísimos, casi perfectos, apuestas valientes y valiosas, y una intensidad por momentos abrumadora (sobre todo en su primera mitad).

Esos primerísimos primeros planos, elegidos junto a una profundidad de campo mínima (lo que provoca que solo el rostro del actor esté nítido, y que toda nuestra atención tenga que centrarse en él) conforman las condiciones perfectas para que el espectador pueda disfrutar de unas interpretaciones geniales y entregadas. Me refiero a la de Hugh Jackman, y sobre todo Anne Hathaway, que convierte el tema musical  «I Dreamed A Dream» en los mejores minutos del excesivo metraje.

Pero en este espectacular reparto es donde comienzan los problemas, o mejor dicho: en su elección. Todos ellos son grandes actores, pero no todos están bien. Russell Crowe (acostumbrado a ser el héroe) no impone el miedo ni el odio que requería su papel de villano, y Eddie Redmayne (cuya voz es un privilegio escuchar) no encaja bien como joven enamorado. Sus escenas junto a Amanda Seyfried carecen de la pasión necesaria para que nos creamos su repentino romance.

Anne Hathaway

Una pasión que sí muestra Hugh Jackman, pero que llega a cansar debido al exceso de secuencias en las que le toca lloriquear frente a la cámara.

Las escenas espectaculares no lo son tanto. Solo el comienzo y el final consiguen moverme algo dentro. Durante todo el tiempo que nos encontramos peleando en las trincheras, no sentimos nada, y no son pocas veces las que nos encontramos con movimientos de cámara exagerados que no aportan mucho al conjunto.

Por no hablar del guión… flojo trabajo el de William Nicholson (responsable de por ejemplo el guión de Gladiator).

Los Miserables es, por tanto, una película excesiva. Excesiva en sus virtudes y también en sus defectos.

Calificación6
6

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Arturo G. Maiso

Viajero y cinéfilo. Director de Marketing en una plataforma de financiación participativa, CEO de AGM Comunicación Multimedia y director de El Cine en la Sombra.

1 comment

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  1. Alejandra O. 1 junio, 2017 at 02:44 Responder

    Buena reseña, coincido en la plasta de personaje que interpreta Russell Crowe, sin embargo con respecto al guión, es de hacer notar que es la adaptación del musical de Broadway, el guión es una transcripción al mismo, por lo que la crítica a éste sale sobrando. Para los fans de ésta historia cumple con lo esperado, a excepción por supuesto de la ostra de Crowe.

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