Macbeth (2015), de Justin Kurzel – Crítica

Macbeth

La “obra escocesa” ha sido llevada a la gran pantalla en otras tres ocasiones: en 1948, dirigida y protagonizada por Orson Welles; en 1957, dirigida por Akira Kurosawa y protagonizada por Toshiro Mifune; y en 1971, dirigida por Roman Polanski y protagonizada por Jon Finch.

Esta versión de Justin Kurzel es, probablemente, la peor de las cuatro. Eso no significa que sea mala película, ni mucho menos, sino que pierde con la inevitable comparación.

Welles nos proporcionó energía. Su versión es corta, dinámica y estilizada, todo un alarde de síntesis que, con muy pocos recursos, recrea una tierra pagana perdida en los abismos del tiempo. Kurosawa está interesado en el destino y la fatalidad, y huye de la dicotomía “bien-mal” para mostrarnos un Japón feudal en el cual todo el mundo comete los más terribles actos de crueldad. Polanski, por su parte, proporciona una sensibilidad verdaderamente cinematográfica al conjunto consiguiendo la que es, a mi parecer, la versión más redonda de la obra. Su adaptación es violenta, realista, dolorosa por momentos y profundamente humana.

Esta claro que Justin Kurzel no trata de hacer un largometraje al uso. Lo que ocurre es que tampoco sustituye esto por la filosofía o la fuerza de las versiones previas. Es, sencillamente, una traslación correcta del escenario a la pantalla.

Hablemos primero de lo más importante en cualquier adaptación de Shakespeare: los actores.

Michael Fassbender protagoniza la cinta dando vida al propio ‘Macbeth’. El actor, además de hacer un Magneto de lo más resultón, se encontraba entre lo mejorcito de ‘12 años de esclavitud’ y, como barón de Glamis no decepciona en absoluto. Su presencia tiene un “algo” especial que llena la pantalla. Sus pesares son profundos y desgarradores, y su ira es digna de un titán. Consigue que le veamos como una bestia salvaje en la batalla, que sintamos la misma pasión y deseo que él siente al mirar a su esposa, o que la frase “llena de escorpiones se encuentra mi mente” parezca un comentario sin la menor importancia. Por cierto, Fassbender habría sido un Bond perfecto. Pero claro, ahora mismo su rostro ya está asociado a demasiados personajes.

No puedo ser tan entusiasta con Marion Cotillard como Lady Macbeth. La segunda mitad de la película contiene algunas escenas muy potentes y su transición de “conspiradora” a “figura trágica arrepentida” está conseguida… pero, hasta que ese momento llega, no vi que es lo que la actriz francesa quería hacer con el personaje. Por ejemplo, es evidente que Macbeth ama a su esposa pero no me quedó claro si el sentimiento es mutuo. Además, el director añade un matiz inexistente en la obra original y es que, en esta ocasión, hay un niño fallecido de por medio, cosa que hubiera gustado que se reflejara mejor en las reacciones de Cotillard.

Por último, no puedo dejar de lado a Sean Harris, el mejor actor del elenco, para sorpresa de muchos (incluido yo mismo). Su Macduff rebosa rabia impotente, como una bomba a punto de estallar. No es una figura de talante moral, sino un perro viejo que se revuelve ante los malos tratos de los hombres que le rodean. Francamente, me he quedado impresionado con la recreación de un personaje que, hasta ahora, nunca me había parecido especialmente interesante.

Como ya he dicho, no estamos ante una mala película. Lo que ocurre es que no veo que se haya intentado adaptarse el teatro al cine, sino al revés. Kurzel consigue algunos planos evocadores, pero estos se encuentran más cercanos al videoarte que a la narrativa cinematográfica. Debido a su talante experimental, hay algún trabajo de cámara un tanto extraño, pero también unos cuantos ejemplos positivos, como ese duelo final que parece transcurrir en las profundidades del mismísimo infierno.

No negaré que, visualmente, hay momentos de gran belleza (como esos interminables paisajes escoceses), pero ni el vestuario ni la dirección artística aportan nada original o memorable al conjunto, como sí hizo Welles en 1948. Por ejemplo, al director le interesa la presencia de los fantasmas, hasta el punto de que pone en boca de uno de ellos una profecía que, originalmente, pertenecía a las brujas. Sin embargo, no da a los espectros un tratamiento diferenciado, ni en su aspecto ni en como están rodadas las escenas en las que aparecen. Las propias brujas han pasado de ser tres a cuatro (más un bebé), en un movimiento que parece ser más un experimento “a ver que ocurre” que una decisión razonada y consciente.

Tampoco entiendo bien la pobreza del mundo en el que viven los protagonistas, más allá de que sea una necesidad propia de la falta de presupuesto. Porque, vamos a ver, ¿cómo es posible que la baronía de Glamis esté conformada por cuatro casas de madera sin techo y un camping gas? No parecen edificaciones especialmente sólidas, sobre todo considerando que la mayor parte del tiempo no para de granizar…

El filme está demasiado atrapado en su propia dignidad como para intentar ser entretenido. Lo cual me parece bastante injusto, porque Shakespeare escribía entretenimiento para las masas. Puede que hoy esas obras se tengan como “alta cultura” pero, si en verdad vamos a ponerle semejante etiqueta, si vamos a considerar que consumir estas historias es importante para nuestra educación… ¿no valdría más la pena, por tanto, acercar la obra al público?

Por supuesto, el director no tiene por qué hacer un servicio público: es un artista y, como tal, tiene derecho a llevar a cabo su visión. El único problema que encuentro es que su visión no me parece especialmente relevante.

Un ejemplo de esa dignidad a la que me refería, es la carencia total de violencia. No de violencia en el sentido que explica el diccionario, sino, precisamente, de violencia cinematográfica. Momentos de sorpresa y asombro, de contraste repentino. Por ejemplo, el impacto de la batalla inicial queda anulado por el uso constante de la cámara superlenta. El asesinato del rey pierde su dureza cuando la cámara abandona la habitación. Una familia entera es quemada viva, pero se nos priva del momento en el que se enciende la pira. Comparemos esto con el largometraje de Polanski y su impresionante último cuarto de hora.

En demasiadas ocasiones los personajes hablan en susurros o entre gemidos, o las palabras parecen desconectadas de lo que ocurre en la escena. Precisamente, el lenguaje teatral del siglo XVII (que en este país es bien conocido gracias a las obras de Lope de Vega) debe declamarse con naturalidad para funcionar de manera correcta. Del mismo modo, me da la sensación de que faltan acciones intermedias, movimientos, pequeños gestos que rompan la monotonía del diálogo.

Si algo ayuda a construir un estilo unificador en el filme es la banda sonora, trabajo de Jed Kurzel, hermano del director. Su uso de violines y contrabajos (a ratos melancólico, a ratos agresivo), evoca las brumas de un mundo primitivo y violento, apoyando esa sensación general de desconexión con la realidad, como si estuviéramos caminando por una pesadilla. Quizás si se hubiera cortado la mitad del texto, la música habría tenido un efecto más profundo en el espectador.

En definitiva: para alguien que jamás haya visto una película basada en la obra de Shakespeare no creo que esta sea la mejor introducción posible. Kenneth Brannagh tiene una comedia bastante buena, ‘Mucho ruido y pocas nueces’ y un drama excelente: ‘Enrique V’. La serie de la BBC ‘The hollow crown’ contiene grandes interpretaciones de célebres actores del panorama actual, y cuenta con unos valores de producción impresionantes.

Pero quiero terminar con una nota positiva: la película es corta, fiel al original y brutal en más de un sentido. Hay cierto aire operístico en el conjunto que lo hace disfrutable. ‘Macbeth’ es, probablemente, la mejor obra de William Shakespeare. No resulta raro, por tanto, que incluso una adaptación regulera sea una experiencia memorable.

Macbeth

Sinopsis La historia de un guerrero y líder, afectado por la guerra y con la voluntad de reconstruir la relación con su esposa, es una de las tragedias más importantes de la literatura.
País Reino Unido
Director Justin Kurzel
Guión Todd Louiso, Jacob Koskoff, Michael Lesslie
Música Jed Kurzel
Fotografía Adam Arkapaw
Reparto Michael Fassbender, Marion Cotillard, David Thewlis, Elizabeth Debicki, Jack Reynor, Sean Harris, Paddy Considine, Julian Seager, David Hayman, James Michael Rankin, Barrie Martin, Ross Anderson
Productora See-Saw Films / DMC Film
Género Drama
Duración 113 min.
Título original Macbeth
Estreno 25/12/2015

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Calificación6.5
6.5

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Enrique Dueñas

Enrique Dueñas , escritor y guionista, aficionado al género fantástico y la tarta de queso.

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