Midsommar resulta perturbadora en todos los sentidos: tanto por la estética, como por la ética.
Aunque la publicidad relativa a esta película la incluye en el género de terror, lo cierto es que Midsommar desborda la posibilidad de ser encajada en cualquier género. De hecho, sí, contiene elementos terroríficos, pero no muchos más que la sociedad en la que vivimos. Es decir, Midsommar expone una situación que puede darse perfectamente en la vida real. Pero vayamos por partes.
El inicio de Midsommar transcurre en el ambiente universitario de Estados Unidos. En este sentido, el arranque es de lo más tópico y convencional. Incluso, así me lo pareció, podría confundirse con la típica película de adolescentes, más propia de las carteleras de cine habituales de estas fechas calóricas. Pero, atención, no es así. Digamos que el arranque me indujo a querer marcharme de la sala. Sin embargo, como me comprometí a escribir sobre ella, me quedé en la sala con ánimo estoico. Y me alegro de haberme quedado, pues Midsommar es algo más de lo que parece en un primer momento. El primer tramo de la película muestra a los jóvenes en su salsa, en un pincelado de guión excesivamente grueso. Parecen, y así es, incapaces de decirse las verdades, pues todos parecen no atinar con sus verdaderas inclinaciones emocionales. El caso es que en ese grupo de estudiantes hay uno sueco, Pelle, que les plantea pasar unas vacaciones en Suecia. Aceptada la propuesta, el grupo se traslada a una localidad sueca, de la cual Pelle es oriundo, en la que se van a suceder los acontecimientos. Y es justo ahí en donde empieza realmente la película.
Midsommar me está pareciendo mucho mejor película ahora que cuando recién salí de la sala.
La llegada del grupo a Suecia merecería enmarcarse como ejemplo de (aparente) despropósito de guión, tal y como lo parece ese primer tramo de película, lo cual justificó mi deseo de salir de la sala. Sin embargo, paciencia, hay que seguir con el ritmo y formas que Ari Aster nos propone. Por cierto, Ari Aster es también el director de Hereditary. Prosigo. El caso es que, una vez transitado ese primer tramo, que bordea la decepción, Ari Aster nos sitúa en el tema en cuestión, que es como un azote en plena cara, porque con lo que se van a encontrar esos estudiantes de vacaciones en Suecia es para enmarcar. Es decir, Pelle ha llevado a sus amigos a una secta. Y debo decirles que lo que se explica a partir de superado el primer tramo es algo así como bofetadas sucesivas sobre cualquier expectativa que uno se haga al respecto. El funcionamiento de una secta extrema, cosa que deduzco como plausible, tal y como se expone en Midsommar, es como para dejar helado a cualquiera. Incluso los tipos que lideran la secta parecen haber sido escogidos con pleno conocimiento de causa por parte de Ari Aster. Por consiguiente, Midsommar resulta perturbadora en todos los sentidos: tanto por la estética, como por la ética. Incluso los presuntos desaguisados de guión, de los cuales me quejé en principio, resultan ser idóneos, teniendo en cuenta lo que Ari nos explica. Y ahora mismo, días después del visionado, Midsommar me está pareciendo mucho mejor película ahora que cuando recién salí de la sala.
Sinopsis Una pareja estadounidense que no está pasando por su mejor momento acude con unos amigos al Midsommar, un festival de verano que se celebra cada 90 años en una aldea remota de Suecia. Poco a poco se convierte en una oscura pesadilla.
País Estados Unidos
Dirección Ari Aster
Guion Ari Aster
Música Bobby Krlic
Fotografía Pawel Pogorzelski
Reparto Florence Pugh, Jack Reynor, Will Poulter, William Jackson Harper, Ellora Torchia, Archie Madekwe, Vilhelm Blomgren, Julia Ragnarsson
Género Terror
Duración 140 min.
Título original Midsommar
Estreno 26/07/2019
Que escalofrío