No es pais para viejos exhibe la apariencia de una película que juega a la fórmula del gato y el ratón. Los personajes, convertidos en enemigos irreconciliables, se enzarzan en una persecución continua que tan sólo puede acabar con la muerte de uno de ellos.
Sin embargo, tras esta premisa tan manida, hay mucho. Muchísimo diría yo.
Se trata de una obra tremendamente ambigua, por lo que os hablaré de sensaciones o creencias, y no de certezas. Creo, o tengo la sensación de que los Coen, los geniales hermanos Coen, han tratado de contraponer aquí el cine a la vida. Porque si en No es país para viejos el cine está encarnado por los personajes de Josh Brolin y Javier Bardem, o más bien por su situación (repleta de tensión, emoción y aventura), la vida está representada por un tercer personaje, relativamente ajeno a la cacería humana que se está llevando a cabo, e interpretado por Tommy Lee Jones. Éste es un sheriff desencantado, perezoso y casi depresivo, que lleva una vida insulsa y rutinaria.
La película comienza con Brolin y Bardem (excelente. Asegura que se basó en Bush para preparar su papel de asesino) como protagonistas, con paisajes áridos pero expléndidos, voz en off, asesinatos y persecuciones. De vez en cuando aparece Lee Jones para poner pausa, aportando un ritmo y un tono muy distinto. Es aquél que representa a la vida real, esa vida que transcurre lejos de los focos y las cámaras, lejos de una pantalla de cine. Y poco a poco, es éste personaje quién va tomando importancia, dominando la función. Y la vida se cuela en la obra, recordándonos que estamos jugando con fuego, arriesgandonos frente a la muerte, malgastando nuestro tiempo. Y vemos que no somos los protagonistas, no somos imprescindibles, y los acontecimientos nos pueden alcanzar. Y si es así, el mundo seguirá girando.
Es genial la elipsis que se produce en el motel de El Paso, evitando un climax que se intuía inminente y natural, y recordándonos que en el mundo real no hay nada escrito, no hay guión, y puede suceder cualquier cosa en cualquier momento. Y lo más escalofriante, esto no tendrá ninguna repercusión a nivel global. Esta escena, al igual que el abrupto final, ha irritado y confundido a mucha gente. Sea cual sea tu opinión, hay que reconocer la osadía e innovación de los directores.
La suerte tiene un peso muy importante a lo largo de todo el metraje. El agua, la moneda, el accidente. Los Coen parecen decir que está nos domina. Y parecen decir que con la pérdida de valores actuales, los actos de las personas ya no están guiados por nada. Sin valores que dirijan tus actos solo la suerte, imprevisible y salvaje, tiene capacidad para decidir. Con la próxima persona con quien te cruces… ¿tocará cara o tocará cruz?
Simplemente genial tu comentario