Los demonios (2015), Philippe Lesage – Crítica

«Los demonios habla de la infancia y nos recuerda las impresiones que tuvimos a los 10 años: las sorpresas y los miedos ante el despertar de la sexualidad, ante la incomprensión de un mundo repleto de misterios»

El cine canadiense suele ser constructivo y tener argumentos bien resueltos. Y, dentro del cine canadiense, el quebequois es, sin duda, el más próximo a los estándares europeos. Philippe Lesage no es un cineasta con una amplia filmografía a sus espaldas. De hecho, ha destacado más como documentalista que como director de largometrajes, sin embargo sus tres largometrajes han obtenido buenas críticas y éste último, Los demonios, una granizada de premios, tanto en Canadá como en el exterior.

No hay que dejarse engañar por la temática de Los demonios: a pesar de girar en torno a un asesinato, no es menos cierto que todo lo narrado gira en torno a la mentalidad infantil y a sus “demonios” imaginarios. Los niños viven en una realidad distinta y los problemas que observan en su entorno no son contemplados con la misma óptica que la de sus protagonistas adultos. Esta incomprensión del mundo de los adultos genera miedo en la infancia. Es importante resaltar que la película se desarrolla en un barrio acomodado de Montreal, acaso la ciudad más agradable y mejor trazada del mundo, con una seguridad excepcional y unos niveles de delincuencia realmente bajísimos. No hay motivos –al menos, motivos objetivos- para que la infancia se sienta atemorizada en aquella ciudad. Pero basta la posibilidad de que los padres del protagonista se separen para que el niño experimente una situación de terror. La primera mitad de la película es un verdadero estudio sobre psicología infantil. En la segunda mitad el tono cambia, todo se vuelve angustioso, turbador, terrorífico.

El resultado es una película extraña. Con razón se ha recordado que remite al cine de Haneke. Aunque también podemos identificar elementos angustiosos del mejor Truffaut (por algo le atraía tanto al director francés la figura de Alfred Hichtcock). La utilización de la música para describir estados psicológicos y exigir reacciones del público, es otro de los aciertos de esta película que resulta extremadamente agradable de ver.

Cabría preguntar cómo en un lugar tan apacible como Montreal ha surgido la idea de una película tan absolutamente perturbadora como ésta. Es fácil de explicar: aquel que vive en el paraíso, no puede sino experimentar una sensación de pánico cuando cae en la cuenta que a menos de 200 km hacia el sur se dan las mayores acumulaciones de crímenes, patologías sociales y monstruosidades de las que Michael Moore (documentalista como Lesage) ha realizado un retrato inmisericorde. El habitante del paraíso, no puede evitar un evidente desasosiego ante el riesgo de contaminación por la proximidad del infierno. Desde el punto de vista psicológico es fácil, pues, interpretar porqué esta película es de factura quebequois y no francesa, inglesa o norteamericana.

Los actores protagonistas de Los demonios son, en su mayor parte, niños de 10 años o adolescentes. Entre los adultos destaca el parisino Laurent Lucas, en su papel de padre, ha interpretado películas en Francia, Bélgica, Suiza y Canadá. Pier Luc Funk, deja un buen sabor de boca a pesar de lo desagradable de su papel. Y, en cuanto a las protagonistas femeninas, Pascale Bussières, con una amplísima experiencia en cine y televisión, sobresale junto a Bénédicte Decary. Salvo Lucas, el resto de protagonistas son canadienses poco o nada conocidos en el extranjero, incluso en el área francófona.

Realizar una película para mostrar el mundo de los niños no es tarea fácil. Lesage lo ha logrado en una película difícil de describir: es, desde luego un drama y, afinando un poco más, un drama psicológico. Pero sobre todo nos habla de la infancia y de cómo se acumulan los errores en los más jóvenes. Habitualmente, el mundo de los padres se sitúa en otra dimensión. Cada uno de nosotros recuerda las impresiones que tuvo a los 10 años, las sorpresas y los miedos ante el despertar de la sexualidad, ante la incomprensión de un mundo repleto de misterios y de riesgos y ante las conversaciones de los padres. Lesage ha sintetizado este estado de ánimo en su película y el producto final es convincente y digno de verse.

Esta no es una de  esas acarameladas “películas con niños” de las que el cine español y el mundial han dado frecuentes productos melifluos e infumables. Es una película dura, pero también imaginativa y que es producto de una loable intención: aproximarnos al mundo de la infancia, clamar para que realicemos un esfuerzo de comprensión.

Los demonios gustará a los que sientan particular predilección por las temáticas psicológicas. Los padres podrían verla para tener presentes los miedos y las sensaciones que afectan a sus hijos. E incluso, todos los que hemos sido niños alguna vez y la vida no nos ha hecho perder la memoria de aquellos pueden apreciarla sin reservas.

Sinopsis Mientras una serie de secuestros de niños tiene lugar en Montreal, Félix, un niño de diez años, empieza a conocer el mundo adulto en el momento en que entra en la adolescencia. Imaginativo y sensible, como muchos niños, Félix le tiene miedo a todo: el posible divorcio de sus padres, que parecen atravesar una crisis; unos vecinos sospechosos etc. Poco a poco, sus demonios imaginarios comienzan a reflejarse en el mundo verdaderamente inquietante que le rodea.
País Canadá
Director Philippe Lesage
Guion Philippe Lesage
Fotografía Nicolad Canniccioni
Reparto Édouard Tremblay-Grenier, Yannick Gobeil-Dugas, Vassili Schneider, Sarah Mottet, Mathis Thomas, Laurent Lucas, Pascale Bussières, Bénédicte Décary, Pier-Luc Funk
Género Drama
Duración 118 min.
Título original Les démons
Estreno 05/05/2017

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Calificación8
8

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

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