El último suspiro de Alexander Supertramp

Hacia rutas salvajes

«Materialismo, sexo, existencialismo y sociedad. Los cuatro elementos contra los que lucha Alexander Supertramp, protagonista de Into the wild»

– AVISO DE SPOILERS –

“La felicidad solo es verdadera cuando es compartida” escribió Chris McCandless antes de morir, aunque todos le conocemos mejor por su pseudónimo: Alexander Supertramp. Pero, ¿quién es este sujeto, ecuánime con sus ideas, que tanto ha dado que hablar desde el lanzamiento de Into the Wild – tanto libro como película – ? Jean-Jacques Rousseau dedicó una respuesta hace ya más de dos siglos, y le habría llamado por otro nombre mucho más esclarecedor: un hombre salvaje, o al menos, un hombre salvaje en potencia.

Las cualidades y aspiraciones de este personaje, producto de la inventiva de los grandes pensadores modernos y contemporáneos, se perfilan en la idiosincrasia de Supertramp que, criticándolo o admirándolo, ha sido analizado con lupa por muchos.

Sean Penn nos presenta a Chris MacCandless, un joven perspicaz e indómito, enajenado entre un mar de dudas e inquietudes, de incomodidades en definitiva, que le empujan, poco a poco, a emprender la senda que determinaría su vida – y la de otros – , aunque lo que le llevará al final serán sus pasos, no el camino.

In to the wild

Este camino se interpreta como una huida de la sociedad y una lucha contra sí mismo, contra un ente creado por una maligna creación que corrompe al hombre, – no solo según Rousseau, sino también según otros grandes pensadores – y que lo desvirtúa: como un anhelo, en definitiva, hacia la transformación de sí mismo en algo mejor y libre. Pronto, Supertramp tendrá que hacer frente a numerosos enemigos de naturaleza abstracta, pues la lucha es en su interior. En este artículo, se han resumido en cuatro.

La transformación comienza con el rechazo del primer jinete del apocalipsis: el materialismo. En la cinta, Chris rechaza todos los bienes materiales que podía tener, traducidos en un lujoso coche y dinero. Para él, estos no son más que un yugo que tuerce al alma y nubla la mente; un poderoso aliado de la sociedad que musita necias palabras al oído para subyugar al hombre y controlarlo.

Tras este acto deliberado, Chris da el segundo paso en este trayecto con una sola dirección y objetivo, echando mano de lo únicamente imprescindible, apelando a la bondad y generosidad de la humanidad para alcanzar su destino (cualidades que Hobbes no fue capaz de vislumbrar en el corazón de los hombres).

El segundo jinete se manifiesta como el sexo, encarnado en Trancy Tatro. El momento clave es cuando Trancy le ofrece a Chris yacer en su caravana, obteniendo una negativa por su parte. Trancy se sorprende, pues no cualquiera rehusaría dicha proposición. Para Rousseau, el sexo no es más que una invención del ser humano que lo esclaviza y lo corrompe, constituyéndose como una adicción insana que peca contra los ideales del hombre salvaje. Postula que el sexo es una herramienta que debe emplearse simplemente con el objetivo de perpetuar la especie, prohibiendo tanto el placer carnal como el amor entre dos sujetos.

El tercer jinete del apocalipsis se revela como forma abstracta arraigada en las entrañas del hombre racional y sensible. Su nombre es existencialismo.

Según el filósofo suizo, la problemática del existencialismo y las repercusiones que acarrea en el hombre (como el miedo a la muerte u otros problemas de ámbito social) trabaja al servicio de la civilización. Dichos problemas existenciales no existirían si el hombre no los hubiera inventado; si el hombre no hubiera decidido aparcar al instinto y desarrollar su pensamiento. Condena la metafísica como ser depravado que no culmina más que con el sufrimiento intrínseco del hombre, formando a una sociedad de seres humanos que se lamentan constantemente por esto o por aquello. Así, condena también a todas las ciencias abstractas que el hombre pueda alcanzar, estableciendo que la única conducta válida es aquella movida por el instinto.

Es imperativo remarcar la importancia de la actuación basada en el instinto en la filosofía de Rousseau. El hombre salvaje, libre y feliz en su ignorancia, no se debe preocupar por circunstancias que escapen a su entendimiento y a sus capacidades. Debe preocuparse exclusivamente por sus necesidades primarias, como qué comer, donde dormir esa noche, donde guarecerse de una tormenta o cómo defenderse de los peligros que le pueda brindar la naturaleza. Así, refiriéndose de este modo al ser humano como animal, establece que actividades como la ganadería o la doma propician la ridiculización de los seres y su vulgarización.

La película concluye con la muerte de Supertramp, según la cual se trazan dos opiniones: los que la encuentran trágica y dramática, y los que la encuentran apoteósica. Rousseau diría que los del primer grupo no son más que hombres fuertemente anclados y afianzados a la sociedad, que sufren de la acción de nuestro tercer jinete. Los del segundo grupo, sin embargo, estarían un paso más por delante con respecto a los del primer grupo. Alexander Supertramp muere con una sonrisa en el rostro porque lo ha conseguido, ha conseguido liberarse de las ataduras del mundo contemporáneo y ha muerto libre, en paz y armonía.

El cuarto y último jinete del apocalipsis ya se ha mencionado y se ha hecho eco en este manifiesto: la sociedad. La noción “Rousseauniana” de sociedad es oscura y tenebrosa, pues no consta de otro objetivo que el de corromper al ser humano con sus necios susurros. Ayudándose del resto de jinetes anteriormente mencionados, la sociedad ata a los hombres y los subyuga en un estado de muerte en vida, suprimiendo la libertad y la posibilidad de ser feliz.

Pero la culpa, para él, no es de la sociedad, sino del hombre por crearla y dejarse llevar. El objetivo único y principal del hombre debe ser la vida en libertad, y esta solo es posible viviendo bajo los preceptos de la naturaleza. El hombre es bueno por naturaleza, y la sociedad es su principal enemiga. La esclavitud es perversa, pero la “autoesclavitud” es, además de perversa, mediocre.

Para concluir, Alexander Supertramp llama al famoso autobús donde muere “El autobús mágico”. ¿Por qué mágico? Porque al llegar hasta el, él era un hombre con un ideal, y viviendo en su interior se produjo la metamorfosis que tanto anhelaba. Mágico porque puso fin a su periodo de esclavitud; mágico porque supuso su salvación. Renuncia a su nombre porque representa al producto social que sus padres y civilización habían creado, y se hace llamar Alexander Supertramp porque es el hombre que ha creado él mismo, porque ha alcanzado el estado que él ama. Porque Supertramp lo sabe bien: sabe que lo único que quiere es ser libre hasta el día en que cierre los ojos por última vez.

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