It’s such a beautiful day (2011), de Don Hertzfeldt, es la tercera parte de una trilogía donde Bill consigue su clímax hasta desaparecer.
Tras la diagnosticación real de un problema mental, Bill va confundiendo las dimensiones de su realidad, haciendo de su vida cotidiana un caos. Las cosas se repiten en un bucle infinito en el que parece que todo es un deja vu constante. Comete los mismos errores una y otra vez, como quien se sigue tropezando con la misma piedra sin aprender de la caída. Su pasado comienza a entremezclarse con su presente en una especie de narración impredecible que no sabes cómo va a terminar, porque el autor plantea cuestiones sobre multitud de temas como el tiempo lineal o las reglas y casualidades de los acontecimientos.
En el final, el narrador no acepta la muerte, y es como si Bill no muriese nunca. Crea un escenario que se prolonga infinitamente (sobrevive a todos sus amores, a sus hijos, a la destrucción de la Tierra, del Sol) hasta que se queda completamente solo y vacío para demostrarnos que una vida infinita no es lo que nos da la felicidad. Que sobrevivir a todo, incluso a él mismo, le hace deshumanizarse, algo que nunca pensó que perdería. Lo bonito de la vida está en pequeñas cosas como que tu madre te escriba una nota en la comida del colegio “I am so proud of you” .
La muerte da miedo, pero ¿es mejor vivir para siempre en una infinita vida vacía o tener un ticket de ida y disfrutar de tu viaje gratis? Y sí, cuánto de insignificantes somos si antes de nacer ya existe la vida y después de morir ésta seguirá sin nosotros, pero no mires hacia la muerte, deja que esta te recuerde que no debes malgastar tu tiempo.
It’s Such a Beautiful Day pertenece a la Trilogía de Bill, de Don Hertzfeldt, compuesta por:
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Everything Will Be Ok (2006)
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It’s Such a Beautiful Day (2011)