La dama y el vagabundo (1955): disfrútenla mientras puedan

Quizá la censure en breve la ministra de turno porque Golfo es un chucho crápula e intrépido, y Reina, aparte de tener un nombre propio monárquico, es una señorita distinguida y de clase acomodada a la que le place ser protegida por el macho alfa anterior. En cualquier caso, dejando las tonterías de la corrección política a un lado, el film es una joya de principio a fin. Por poner una pega, se acaba de golpe y yo le añadiría unos cuantos minutos más al desenlace porque la historia lo merece. Los dibujos son una auténtica obra de arte ya que se detecta el trabajo artesanal, el mimo de la mano del hombre y la sensibilidad que nos distingue de las máquinas. Colores amables, bosquejos con alma y un bello guion sin vericuetos que, a pesar del puritanismo gélido que impera en la era del Covid, estremece al más indiferente.

Películas así te tocan el corazón porque desarrollan tramas en las que el romanticismo nos hace todavía soñar, en las que la lealtad de una amistad verdadera nos conmueve y en las que los valores de toda la vida nos hacen darnos cuenta de lo superficial y de lo maquillada que está nuestra sociedad.

Reina, una perrita Cocker, llega al hogar de Linda y Jaimito en unas Navidades donde es acogida y cuidada como un miembro más de la familia. Pasados algunos meses, Linda se queda embarazada y la situación empieza a cambiar porque la relación del matrimonio con Reina se evidencia más distante. Ella anda desconcertada y taciturna, y no acaba de entender lo que está ocurriendo en su hasta ahora idolatrada familia. Sin embargo, en esos duros momentos de incertidumbre, la cachorrita siempre cuenta con el apoyo incondicional de sus dos vecinos perrunos: Jock y Triste. Por un azar, Reina conoce también a Golfo, un espíritu libre que no tiene dueño ni hogar, que vive al día, que se alimenta de los restos que le dan en los restaurantes… Un chucho callejero, en definitiva, que se sabe buscar y jugar la vida aun a riesgo de terminar en la perrera. Se conocen, se gustan y él llega a tentar a Reina con esa vida bohemia cargada de libertad y aventura, pero los sucesos que acontecen a posteriori hacen que el argumento tome unos derroteros lacrimosos, inquietantes y llenos de emoción.

Películas así te tocan el corazón porque desarrollan tramas en las que el romanticismo nos hace todavía soñar, en las que la lealtad de una amistad verdadera nos conmueve y en las que los valores de toda la vida nos hacen darnos cuenta de lo superficial y de lo maquillada que está nuestra sociedad. Golfo es tan caballeroso que, a veces, podría resultar machista para los tiempos que corren y Dama, por su lado, destaca por su exquisita elegancia que combina a la perfección con su feminidad y orgullo. Los secundarios son de lujo: como los gatos siameses, Si y Am, que, al parecer, fueron un instrumento de crítica soterrada al mundo asiático por los momentos históricos que atravesaba EEUU en aquel momento. Por otro lado, los vecinos de Reina, Jock yTriste, representan la fidelidad, el saber estar y la bonhomía de los caballeros del XIX. En todo caso, esta película no tiene desperdicio alguno por lo bonita y por lo emocionante que es.

En esas tardes laxas de domingo en las que uno no sabe muy bien qué ver, quítense los prejuicios de la adultez y echen mano de ciertos clásicos de animación antes de que los censuren, los mancillen y los quiten de en medio.    

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Guillermo Pérez-Aranda Mejías

Soy un escritor romántico con matices quevedescos. Disfruto con lo absurdo del surrealismo y me apasiona encarcelarme en mi castiza torre de marfil, donde desarrollo mi creatividad rodeado de música, de libros, de cine y de lo más selecto de la humanidad huyendo así, en la medida de lo posible, de lo más mundano. Roquero trasnochado y poeta de lo grotesco, he decidido, como si fuera un samurái que se destripa por su honor, entregar mi vida por entero al arte.

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