La normalización del «gore»

Blood Feast

Blood Feast

El gore, o representación de la mutilación humana, dio sus primeros pasos en el teatro francés (1908, Grand Guignol), para saltar al cine de la mano de Griffith ocho años después con «Intolerancia». Esta película es la primera en representar explícitamente la violencia, aunque las razones por las que la mostraba no eran tan banales como lo son en la actualidad.

Esta práctica se extendió rápidamente hasta que se le puso freno con la creación del Código Hays. La censura duró casi cincuenta años.

«Blood Feast» vio la luz en 1963 tras películas como «Psicósis», «La maldición de Frankenstein» o «Drácula», las cuales le habían preparado el camino y habían rebajado la censura. El éxito de «Blood Feast», producto de serie B con escenas de violencia muy muy explícita, produjo además una secuela, y su director, Herschell Gordon Lewis, continuó por esa línea de películas sanguinarias y cada vez más supuestamente divertidas.

Más tarde, en 1968, George A. Romero, dirigió «La noche de los muertos vivientes», primera película en abordar el género zombie, y en hacer terror cutre con cierto estilo.

The Evil Dead

The Evil Dead

El siguiente paso fue «The Evil Dead» de Sam Raimi en 1981, (tuvo dos grandes secuelas) donde el gore ya aparecía como algo divertido, mezclándose con el humor, y exagerando ese estilo del que hablaba. Antes, algunas producciones ya lo habían intentado sin mucho éxito.

Después llegó Peter Jackson, ahora conocido por dirigir la trilogía de «El señor de los anillos». El director neozelandés comenzó haciendo películas en las que batió el número de litros de sangre utilizados para rodarlas («Mal gusto», «Braindead»).

Eran estas, películas desagradables, pero con cierto encanto, e innovadoras. Sin embargo, para desgracia del cine en general, estas prácticas se han extendido, surgiendo infinidad de películas que repiten los mismos patrones, insistiendo una y otra vez en antiguas fórmulas. Y no sólo eso, sino que han invadido a los demás géneros. Ahora podemos encontrarnos con escenas de este tipo en cualquier película, muchas veces sin justificación alguna.

El gore se ha normalizado, provocando que el espectador se sienta indefenso ante él, sin capacidad de escapatoria. Esas escenas han invadido las salas de cine, y queramos o no, llegaran hasta nosotros. Y verlas o no, debería ser nuestra decisión.

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Arturo G. Maiso

Viajero y cinéfilo. Director de Marketing en una plataforma de financiación participativa, CEO de AGM Comunicación Multimedia y director de El Cine en la Sombra.

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