Las criticas de cine mas devastadoras

Robert Evert

Robert Ebert es uno de los críticos americanos más reconocidos. Ganador del premio Pulitzer, es famoso por la dureza de sus críticas. A continuación, veremos algunas:

Armageddon (1998): «Por fin llegó lo que todos esperábamos: un tráiler de 150 minutos. Se supone que Armageddon empleó los servicios de nueve guionistas. ¿Para qué necesitaba ninguno?».

El bosque (2004): «Tras el pase de prensa, se pidió a los críticos que evitaran revelar los secretos de la trama. No porque fueran a estropearle la película a los espectadores, sino porque, si dichos secretos se conocieran, el público no querría verla».

Campo de batalla: la Tierra (2000): «Es como ir de viaje en autobús junto a alguien que lleva horas necesitando ir al baño. No es que sea mala, es desagradable de una forma hostil. Pero déjenme que recupere el aliento… Esta película es horrible en tantos sentidos… Incluso los títulos son de mala calidad. Las películas épicas de ciencia-ficción tienen la costumbre de comenzar con títulos impactantes, pero esta sólo nos muestra unas letras de color verde con unas tipografías que podría haber hecho yo con mi Macintosh. Sus vestidos [los de John Travolta y Forest Whittaker] parecen comprados en una tienda de ropa usada. Y en cuanto a sus uñas, digamos que su civilización domina el espacio, pero no la manicura».

Godzilla (1998): «Ir a ver Godzilla al Festival de Cannes es como presenciar un ritual satánico en la basílica de San Pedro».

La liga de los hombres extraordinarios (2003): «Reúne a un espléndido equipo de héroes para luchar contra un plan para dominar el mundo. Y entonces, justo cuando parece que se va a convertir en un prodigio del cine de aventuras, se hunde en acción incomprensible, diálogo idiota, motivaciones inexplicables, causas sin efectos, efectos sin causas y locura general».

Patch Addams (1998): «Me hizo sentir ganas de rociar la pantalla con desinfectante. Esta película no tiene vergüenza. No es que sea un dramón: extrae las lágrimas sin anestesia».

Pink Flamingos (1972): «El debut de John Waters ha sido restaurado para su vigesimo quinto aniversario. Con un poco de suerte, eso quiere decir que no tendré que volverlo a ver durante otros 25 años. Si aún no me he jubilado por entonces, lo haré. No voy a conceder ninguna estrella a Pink Flamingos, porque no creo que le encajen las estrellas. No debería considerarse una película, sino un suceso, o tal vez un objeto».

Rapa Nui (1994): «Existe una convención en Hollywood que nos enseña que los pechos morenos no son tan pecaminosos como los blancos, y que, aunque tal vez sea malvado mirar un desplegable de una rubia en Playboy y sentir lujuria, resulta educativo ver a doncellas polinesias retozando desnudas en la playa. Eso no es sexo, es geografía humana».

Resident Evil (2002): «Es una película de zombis ambientada en el siglo XXI, lo que refleja ciertos avances frente a los filmes del siglo anterior. Por ejemplo, en el siglo XX, los cuchillos hacían ruido cuando se lanzaban por el aire: en el siglo XXI, los grandes objetos metálicos hacen ruido con solo mirarlos».

Soldado universal (1991): «Sobre Dolph Lundgren y Jean-Claude Van Damme: debe resultar bastante desagradecido interpretar a tipos que se pasan toda la película peleando a la vez que intercambian idioteces monosilábicas. En el Festival de Cannes, las dos estrellas se encontraron sobre la alfombra roja y se enzarzaron en una pelea a golppes delante de las cámaras de television. Hay quien dijo que fue un montaje. Yo digo que, si sabes hacer sólo una cosa bien, debes ceñirte a ella».

Starship Troopers (1997): «Está basada en una novela de Robert A. Heinlein que leí cuando estaba en el colegio. Yo he mejorado desde entonces, pero la historia no».

Terciopelo azul (1986): «Es como un tipo que nos vuelve locos por sus continuas referencias a ciertas cuestiones espeluznantes, a las que sólo añade: ‘pero no importa’. En Terciopelo azul, Isabella Rossellini lo da todo, pero David Lynch se aleja de su odisea con sus desviaciones inteligentes y sus pequeñas gracias ingeniosas. En cierto sentido, su comportamiento es más sádico que el del personaje de Dennis Hopper. ¿Qué es peor: dar de bofetadas a alguien, o quedarse a mirar y considerar que la escena es divertida?».

 

Pero aquí en España no nos quedamos cortos. Carlos Boyero, el que es quizá el crítico de cine más conocido de nuestro país decía esto sobre Los amantes pasajeros, de Almodóvar:

«Me provoca vergüenza ajena, es una de las películas más ridículas y más grotescas que yo he visto en mucho tiempo. Lo que más le interesa es hablar de pollas hasta la extenuación, de la bisexualidad como regla infalible y generalizada, del deseo en hombres y mujeres, del supremo placer que se pierden los hombres si los de su género no les han comido los genitales con inigualable arte».

Los amantes pasajeros

Boyero, conocido sobre todo por hablar sin tapujos, se refiere a El Club de la Lucha como una «pretenciosa gilipollez», o a Origen como «una de las películas más estúpidas que he visto nunca».

 

Pero buceando por la red podemos encontrar las criticas de cine mas devastadoras:

A todo gas (2001):

A todo gas

Me imagino al productor llamando al joven machaca del estudio.
– Productor: «¿Que les gusta a los jóvenes de hoy día?»
– Jovén: «Coches de infarto, tíos/tías de impresión, actitud rebelde sin consecuencias y ser lo amos del cotarro sin que los adultos le chafen la fiesta imponiendo su autoridad real»
– Productor: «Estupendo, ya sabemos lo que vamos a hacer» «¿Que día es hoy?»
– Jovén: Martes.
– Director: «bien, quiero un guión para el viernes, que el sábado me voy a jugar al golf con Michael Douglas»
– Jovén: «tranquilo señor, lo tendrá el jueves que el viernes me voy de botellón».

 

Sexo en nueva York (2008):

Sexo en Nueva York

Esta película, absolutamente imprescindible desde la perspectiva intelectual, es un exponente de cómo sería una sociedad emancipada. La sociedad post-revolucionaria reflejada en la cita ya ha superado la lucha de clases y todo el mundo nace «forrado». El capital, sabiamente redistribuido a través de una economía administrada por el estado y grupos de vanguardia integrados por hovolacteosvegetarianos, permite a sus protagonistas preocuparse por los asuntos que, auténticamente, importan; observamos, en casi todas las escenas, la incipiente inquietud por el sentido del ser, el intento por equilibrar la vida emocional y hacerla satisfactoria gracias a un «trayecto inmanente por la naturaleza» que contiene el paso gradual por tres grados de conocimiento (siempre desde una perspectiva materialista), la negación del ser-para-la-muerte o la realización personal plena a través del consumo masivo de marcas de renombrado caché. Ésta última una medida que el propio Marx omitió en su obra aunque se ha revelado como un método profundamente emancipador.

La película, sin embargo, omite las etapas pre-revolucionaria y la propia revolución que, como sabemos, comenzó gracias a la sublevación iniciada en un concierto de Melendi y que llevó a los, autodenominados, «melendis» ( herederos intelectuales y políticos de los bolcheviques) a «liarla parda» de tal manera que se logró subvertir el orden social plenamente con la consiguiente erosión de las estructuras jerarquizantes que alienaban a los individuos. Gracias a este proceso, lanzado al éxito gracias al THC consumido en los momentos anteriores al concierto, las protagonistas y el resto de seres humanos viven una existencia donde se ha eliminado toda forma de sufrimiento, tanto las ónticas como las ontológicas, la gente es feliz y los discos de Ismael Serrano ya no se venden porque carecen de sentido.

Posiblemente, este documento (la película) sea vista dentro de unos años (cuando al fin se consume el «salto epocal») como una profecía cinematográfica e Iker Jimenez le dedica varios especiales anteponiéndola a las profecías de «San Malaquías» y Nostradamus que fallaron en todo. No les quepa la menor duda. Mientras hemos de situarla a la par de obras como: «Utopía» de Tomás Moro, Harry Poter, «El principio de esperanza» de Ernst Bloch, y «El discurso del rectorado» de Martin Heidegger como uno de los grandes referentes de la literatura utópica.

Recomiendo su visionado para atisbar lo que nos espera a todos nosotros muy pronto, exactamente con motivo del final del calendario maya en el 2012 ( a Iker no me lo pierdo ni de coña) e ir haciéndonos a la idea de la maravillosa vida que nos espera.
Dentro de la utopía, hemos de hacer notar, entra el componente de que todos los tios estarán «cuadrados» y serán de una belleza parmenídea ( no te molestes en buscarlo en el diccionario) la putada es que, como se deduce en la peli, cuanto más bueno estás más vieja/o es la que cae «al otro lado de la cama».

 

Casablanca (1942):

Casablanca

¿Qué bonito es decir «Casablanca, esa obra maestra», no? Sobre todo si eres divorciado y lo sueltas de sopetón a cualquier quinceañera. Qué bonito, qué rotundo, qué pedazo de payaso estás hecho.
Casablanca, la mayor campaña publiciataria en gabardinas jamás realizada (hasta la llegada de Matrix), quizás fue algo en su momento pero ya en 1950 se quedó anticuada. 50 años después ya apesta. Dentro de otros 50 la momificarán al gusto de los 4 divorciados en gabardina que se resisten a morirse

Humphrey Bogart, el que se aupa sobre un cajón de naranjas, el gran borracho que por no afectarle, ni le afecta el diluvio universal en una estación de tren, nos ofrece su mejor recital en caras de cartón ante la frígida Bergman en su mejor papel como mujer florero que, repentinamente, se te cuelga como un loro de la camisa. Oh! Oh! Qué obra cumbre!! Qué quemen las demás películas!! Que le dediquen 40 plazas en cada pueblo!!

 

La búsqueda (2004):

La búsqueda

En la vida cinematográfica de Nicolas Cage debió haber un antes y un después, pero no después de ganar uno de los Oscar más inmerecidos de la Historia por «Leaving Las Vegas», sino en el momento que descubrió que podía ser un Héroe de Acción Americano.

Esto sucedió tras el éxito mundial de la estúpida pero entretenida «La Roca», filme que rodó con Sean Connery. Para desgracia del orbe, el sobrinísimo, no contento con ejercer de cachas en las indescriptibles «Con Air» y «Face to face», por citar algunas de sus «joyas», descubrió que no sólo quería ser un Héroe de Acción Americano, también soñaba secretamente con llegar al estatus de Héroe de Acción Americano Que Piensa.

Es muy posible que la actual huelga de guionistas se fraguara cuando el guionista de «La búsqueda» y su inenarrable secuela se vio obligado a escribir un personaje «inteligente» para Nicolas Cage. Es decir, «inteligente» en baremos americanoides: el personaje, de cuyo nombre no me acuerdo, se dedica a resolver acertijos tan complejos como un sudoku de dos cuadrados. En realidad, la historia es lo de menos, porque la verdadera película, el verdadero enigma que nadie quiere explicar es… ¿Qué le ha hecho Nicolas Cage a su peluquero para que éste se haya tomado tan terrible venganza sobre su otrora sencillo peinado? ¿Porqué se empeña en no parecer calvo cuando es obvio que se está quedando calvo? ¿Quién ha obligado a Nicolas Cage a ponerse chicles Trident en lugar de dentadura?. ¿Para cuando un nuevo remake de «Las colinas tienen ojos» con Nicolas Cage haciendo de Plutón?

La película se te olvida según sales del cine, es tan previsible que hasta se ha hecho aburrida y lo único que comentas con tus amigos es «Estaba gracioso el trailer de Astérix eh?»

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Arturo G. Maiso

Viajero y cinéfilo. Director de Marketing en una plataforma de financiación participativa, CEO de AGM Comunicación Multimedia y director de El Cine en la Sombra.

1 comment

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  1. Oscar 27 abril, 2017 at 14:56 Responder

    Se le subió el Pulitzer y para sentir de nuevo ese subidón necesita destacar como un intelectual inconformista, haciendo el ridículo con críticas absurdas hacia verdaderos taquillazos. Puede que sea un director frustrado porque si no cómo entender ése odio irracional. Ah claro!!! Ir contracorriente da cierto status. Lo que no sabe el Sr. Ebert es que no está en posesión de la verdad.

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