Lo peor de desayunar corrupción todas las mañanas es que ya nada te sorprende. Si te cuentan que la CIA ha vendido droga para comprar armas y así financiar guerras en Sudamérica, te indignas durante uno, dos, tres segundos… y después piensas que son listísimos estos tipos de la inteligencia norteamericana. Porque, ahora mismo, cuando se destapa algo así, llegas a la conclusión de que era sumar dos y dos. Pero a mediados de los noventa, antes de las manchas en el vestido de Lewinsky y de sacarse de la manga los bombardeos de Sudán y Afganistán para desviar la atención, descubrir que el servicio de inteligencia estadounidense utilizaba a personas sin recursos para que vendiera droga por ellos, era como tirarse encima tres cubos de Watergate.
No iba a venir un plumilla cualquiera a destaparlo y exponer al ojo público al cazador cazado. Y si eso ocurre, se ahoga la noticia hundiendo al mensajero a base de exageraciones, acusaciones sorprendentes y mucha falsedad. Porque el uso y abuso de la mentira (abierta o encubierta), es una de las principales causas de desprestigio de la clase política. Si la credibilidad es el argumento de mayor importancia para que un gobierno permanezca en el poder, la estrategia primordial debe ser mentir y que no se note, o evitar por todos los medios que empiece a oler el tufillo de tu desagüe.
No siempre basta decir la verdad para ser creído, si no que también es preciso que lo que se cuente sea verosímil. Y si el bombazo informativo es de gran magnitud, es indispensable que lo corrobore alguno de los protagonistas. Si estos son narcotraficantes y la otra parte es la CIA, por desgracia la palabra de los narcos, si no hay pruebas, está muy devaluada. Obviamente, la CIA lo negará todo. Siempre.
Lo que se suponía un billete a la fama para un periodista con hambre de Pulitzer, se convierte en una disección de su vida y en un circo para el disfrute de la opinión pública. El objeto de la noticia cambia, nos olvidamos de las drogas, las armas y las guerras para centrarnos en cómo se atrevió este tío a inventarse semejante trola. La mayoría de las veces que David se enfrenta a Goliat, por desgracia, gana el gigante. Y si la cortina de humo se compone de pan y circo, aquí no ha pasado nada.
Jeremy Renner logra una gran interpretación del periodista Gary Webb, personaje real conocedor de un secreto nacional que tuvo que tomar la gran decisión de publicarlo y meterse en el ojo del huracán. Su obsesión por descubrir la verdad, y el aparato de comunicación del gobierno de EEUU, destruyeron su vida. El director Michael Cuesta continua tras ‘Homeland’ su monográfico sobre la CIA, presentando en este caso a unos agentes devorados por el poder y por encima del bien y del mal, que no hacen otra cosa que contribuir al homenaje que se pretende rendir al periodista.
‘Matar al mensajero’ mantiene un buen ritmo durante la primera parte, decayendo después, a la vez que lo hace el protagonista. Lo que podría ser un defecto, de alguna forma ayuda a compartir la ansiedad del periodista más allá de las ganas que tienes de que pase algo que cambie el rumbo de la historia. Cuenta también con grandes secundarios, destacando Rosemarie DeWitt como la esposa que lo ha visto ya absolutamente todo y que ni siquiera ella sabe por qué sigue allí; y se agradece la presencia de Andy García y Ray Liotta, mafiosos con empaque.
Hace mucho tiempo que la vida política permanece constantemente bajo la observación de las cámaras. La comunicación política ha evolucionado lo suficiente como para controlar qué, cuánto y cómo se publica. Sin embargo, ante contextos incontrolables, ya no hace falta que los agentes de la CIA amenacen violentamente para evitar que una verdad incómoda salga a la luz. Basta con difundir un rumor, cambiar el foco y alimentar al monstruo.
Sinopsis Gary Webb fue un periodista estadounidense que puso en evidencia las conexiones de la CIA con el mundo de la droga.
País Estados Unidos
Director Michael Cuesta
Guión Peter Landesman
Música Nathan Johnson
Fotografía Sean Bobbitt
Reparto Jeremy Renner, Mary Elizabeth Winstead, Ray Liotta, Michael Sheen, Barry Pepper, Andy Garcia, Rosemarie DeWitt, Richard Schiff, Tim Blake Nelson, Oliver Platt, Paz Vega, Michael Kenneth Williams, Gil Bellows
Productora Focus Features / Bluegrass Films / The Combine
Duración 112 min.
Género Drama
Título original Kill the Messenger
Estreno 14/11/2014
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