...
"No se trata de cuidar al pueblo, se trata de mantenerlo lo suficientemente controlado como para que no se rebele."   El jardinero fiel (2005)
InicioCríticas de cine¿Vencedores o vencidos? (1961): remedio contra la necedad humana

¿Vencedores o vencidos? (1961): remedio contra la necedad humana

Vencedores y vencidos no es sólo una buena película. Se trata de una lección para las generaciones venideras y un bálsamo para los irresponsables sociales.

¿Vencedores o vencidos? (Judgment at Nuremberg) es una película imprescindible para los tiempos oscuros que estamos viviendo, un reparto sin parangón para explicar un momento clave de la Historia reciente y un film de 179 minutos en el que no sobra ni falta una milésima de segundo. La enjundia que se desprende de este reparto coral es única e irrepetible, porque la calidad interpretativa de pesos pesados de la talla de Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard Widmark o Marlene Dietrich, por sólo citar algunos, es antológica.

Esta película es un cóctel insuperable de genialidad y excelencia: triste, dura, descolorida, y de dolorosa y conveniente resaca.

Nada menos que los Juicios de Nuremberg, uno de los colofones legítimos y determinantes de la Segunda Guerra Mundial y un prólogo a la Guerra Fría. Un juez a punto de retirarse, interpretado por Spencer Tracy, es el encargado de procesar a cuatro magistrados del III Reich por sus acciones durante la guerra. Entre ellos, se encuentra el Dr. Ernst Janning (Burt Lancaster), un hombre íntegro y de reconocida popularidad en su ejercicio profesional que participó, sin embargo, en aquellas sentencias oprobiosas de la Alemania nazi y en vergonzosos crímenes bélicos donde se dictaban penas de muerte, veredictos para la esterilización y otras aberraciones conocidas por todos. El proceso narrativo y legislativo es lo suficientemente meticuloso, y así nos lo permite ver la cinta, para considerar y estimar ciertos matices éticos de difícil resolución. Lo que, a priori, nos puede parecer obvio, en el transcurso de la trama quizá no nos lo parezca tanto y nos haga replantearnos filosóficamente ciertos estribos morales de los que jamás hubiésemos dudado.

Por otro lado, ese color triste y roto de su estética, apropiado para la dureza testimonial del film, y ese entendimiento tan sosegado de los que han pasado una guerra, se abriga, a pesar de ser ya una película del sesenta y uno, en declaraciones legendarias como las de Marlene Dietrich cuando dice algo tan inteligente como: “Tenemos que olvidar si queremos seguir viviendo”. Por frases como éstas y por cómo las dice, ya merece su visionado y aplauso. Mrs. Bertholt (interpretada por ella), es una dama de la aristocracia alemana, viuda de un oficial nazi ajusticiado, venida a menos por las desgracias del conflicto. A pesar de ello, desprende una sabiduría que sólo surge del desconsuelo y de la carestía más áspera y, a pesar de esto y sus consecuencias, sigue enarbolando una clase sin desperfectos y un saber estar intachable. Esto no sólo pasaba en el cine en blanco y negro, sino que también se daba en el mundo real de aquellos años: gajes de una generación única y, por desgracia, olvidada.

Vencedores y vencidos no es sólo una buena película, es un remedio para la necedad humana, en general, y para nuestra clase política, en particular. Una lección para las generaciones venideras y un bálsamo para los irresponsables sociales. Un deleite, en cualquier caso, para los amantes del arte. Esta película es entonces un cóctel insuperable de genialidad y excelencia: triste, dura, descolorida, y de dolorosa y conveniente resaca. Concluiré ya con lo mejor, su reparto: Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard Widmarck, Marlene Dietrich, Maximillian Schell (Óscar al mejor actor), Judy Garland, Montgomery Clift… ¿Quién da más?

Recomendaciones de películas

¡Más de 5.000 películas se estrenan cada año! ¿Listo para explorar un mundo de opciones? Permítenos mostrarte películas que podrían sorprenderte y cautivarte, sin prejuicios ni límites.

54,122FansMe gusta
220SeguidoresSeguir
Guillermo Pérez-Aranda Mejías
Soy un escritor romántico con matices quevedescos. Disfruto con lo absurdo del surrealismo y me apasiona encarcelarme en mi castiza torre de marfil, donde desarrollo mi creatividad rodeado de música, de libros, de cine y de lo más selecto de la humanidad huyendo así, en la medida de lo posible, de lo más mundano. Roquero trasnochado y poeta de lo grotesco, he decidido, como si fuera un samurái que se destripa por su honor, entregar mi vida por entero al arte.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí